Esta noche de invierno y de sosiego,
Telémaco, recuerdo la nobleza
de Alcínoo, aquel rey que oyó mi ruego
y sin saber quién era, con alteza
me acogió. Ya en la mesa, un bardo ciego
-Demódoco es su nombre- con destreza
cantó mi historia. Y yo sentí tal fuego
que cubrí con un velo mi cabeza.
Nadie veía en mí más que un extraño
y tan sólo aquel ciego me veía
con cantos que llegaron un buen día
antes que yo a mi patria.¡Cuánto daño
para los náufragos que desesperan
si los aedos ciegos no existieran!
Me gustan especialmente estos sonetos "al británico modo". El pareado final encierra un gran riesgo técnico, pero tú lo resuelves a la perfección. Enhorabuena y feliz año.
ResponderEliminarNada mejor que un buen soneto como regalo para acabar el año. Gracias, Jesús, y feliz 2009.
ResponderEliminarQué soneto estupendo. La idea y la música van de la mano, y el homenaje implícito a Borges (en el tono) tiene su punto de ironía (aedo ciego). Sobre todo se levanta la lectura metapoética y épica. Muchas gracias.
ResponderEliminarLeo tu soneto, sí, borgiano, odiseico. Hermoso. Llego, zarandeado entre perfiles de blogueros, hasta esta amable playa. Y te invito a leer algo que no hace demasiado escribí, no tan distante:
ResponderEliminarhttp://www.lacoctelera.com/soyelquesoy/post/2008/10/07/ulises-su-lecho-itaca
Espero que te guste. Y alguna otra cosa hay, en otro sitio (bgomollon.blogspot.com) que ojalá te agrade.
Volveré.
Gracias.
Gracias por tus elogios, Benjamín. Ahora mismo paso a leer tu poema. Me alegro de que nos una Ulises
ResponderEliminar