jueves, 15 de enero de 2009

La costilla de Adán


Debió escaparse no sé qué centella
De tu dedo al forjarme el espinazo
Y un poco más de Ti cuando tu brazo
La modeló de mí la noche aquella.

¿Qué secreto y qué luz pusiste en ella
Que me olvido de Ti cuando la abrazo?
¿Qué flores del Edén en su regazo?
¿Qué corzas y qué bálsamo y qué estrella?

¿Qué ánfora de vino deleitoso,
Qué derroche fluvial, qué especia extraña
Vertiste generoso y a raudales?

Ni siquiera en Caná, cuando dichoso
me emborraché contigo, ni en Betania,
me diste tantos árboles frutales.

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