Tú no tienes la culpa del incendio;
es esta desnudez con perlas
y ese baño de nardo,
el nácar aurorado
de lluvias boreales,
la conjura de lirios
con espigas del sol en tus pestañas,
tu plata de pastorear delfines,
tus panteras de cósmicos contrarios.
O quizá exista un Dios aficionado
a lírica y cometas,
a amores y explosiones,
a avivar con anémonas de sangre
un fuego de caballos,
a unir quásares hasta dar contigo,
a convertirme en otro que me excede,
a herirme de mujer y de leones,
mientras me arrancan, místicas, tus palmas
tuétano, pedernal y supernovas.
Y después ¿qué sino el silencio, donde
atónitos yacemos yo y la espuma?
"A herirme de mujer y de leones"...qué bonito, Jesús. Un poema rotundo, con palabras que brillan y tienen magia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Iba a dejar aquí un poema. Pero ha crecido demasiado. Y está en soyelquesoy.lacoctelera.net Tuya es la culpa. Mía, tan solo, la gratitud.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Jesús, especialmente la segunda estrofa, yo diría que interestrelar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fe de errata: interestelar.
ResponderEliminar¡Mola! Muy lírico... ¿Has leído mucho a Neruda? Saluditos.
ResponderEliminarMe quedé atrapada entre tus versos.
ResponderEliminarPrecioso.
Saludos.
Maravilloso, sutil y bellisimo.
ResponderEliminarA unas cuantas nos tienes fascinadas esta mañana.
Enhorabuena.
Juanma, gracias. Dedicado a todos los amanttes.
ResponderEliminarBenjamín, tus poemas de la coctelera me han ayudado a escribir poemas como este. Gracias.
José Miguel, esta manía mía de mezclar amor y estrellas...
Ladrón, he leído a Neruda, pero no es de mis favoritos.
Paloma, ya me has hecho feliz para hoy.
Rocío, la culpa no es mía, sino del amor, que nos hace sentir y decir todo eso.
Esas espigas de sol en las pestañas (mi verso preferido, junto con el primero) me recuerdan a alguien...
ResponderEliminarDebe estar muy contenta;-)
Abrazos.
Olga, eres un sol. Sí, está contenta.
ResponderEliminarpues sí, el Dios ese debe ser muy aficionado a todo eso ;-), qué alegría ¿no? Joe, pedazo poema, Jesús, me ha gustado mucho. Un abrazo, y ole (con permiso).
ResponderEliminarAurora
¡Maravilloso Jesús! No me canso de releer esas metáforas tan exquisitas que has logrado.
ResponderEliminarUn abrazo
"...un Dios aficionado
ResponderEliminara convertirme en otro que me excede"
Y se nota.
Aurora, tenemos esa suerte. Podría haber sido un Dios ceñudo y aguafiestas, amigo de la oscuridad y la quietud, pero qué bien que sea justo lo contrario. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Gloria, pero la verdad es que no tengo la sensación de haberlas logrado, sino de haberlas encontrado.
Lolo, sí, creo que has dado con el verso que mejor define la sensación que el amor da de ser algo demasiado glorioso y luminoso para un mortal.
Jesús, precioso y cargado de palabras, que nos sumen en el silencio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lírico te veo y eso me gusta. Hermoso el poema, Jesús.
ResponderEliminarVaya por Dios. ¿nunca le duele la cabeza?¿no tiene que hacer la comida?¿retirar los platos?¿poner lavavajillas?
ResponderEliminarAH! eso lo haceis entre los dos, o ¿lo haces tu? un abrazo poeta de alta imaginación y lances por llegar.
Rubén, sí, a veces cuánto se agradece ese silencio. Gracias.
ResponderEliminarJulio, lírico, no sé durante cuánto tiempo.
Anónimo, recibido el abrazo y espero los lances.
¡¡poeta, poeta, poetaa!!!
ResponderEliminarBuen poema, Jesús.
ResponderEliminarTocayo, ¡qué subidón de ego me acaba de entrar!
ResponderEliminarJavier, gracias. Un abrazo.
Apagar ese incendio ....NUNCA ...vivir en el Fuego abrazador ...que bello poema .
ResponderEliminarRosna