martes, 12 de enero de 2010

Mis átomos

Siempre me ha sorprendido que las cosas inertes y los seres vivos estemos hechos de los mismos átomos, pero que ellas estén muertas y nosotros vivos. Cuando me dijeron que había empresas que incineraban el cadáver y lo convertían en diamante, me quedé atónito. ¿Cómo es posible que el carbono que me compone y que me hace pensar y anhelar pueda ser luego una gema muerta para siempre?
Más aún me sorprende que mi cuerpo tenga la capacidad de desechar materia muerta y reponerla mediante la comida. Yo lo traduzco así: me desprendo de unos átomos y me hago con otros nuevos. Y lleno de angustiosa curiosidad me pregunto: ¿mantengo aún conmigo algunos de los átomos con que nací? ¿Qué probabilidades hay de que algún átomo que algún día compuso el cuerpo de Calígula o Atila esté ahora en mi cuerpo? ¿Tendré yo alguna mota de polvo que algún día llegó aquí gracias a un lejano meteorito?
Si tuviera tiempo, dinero, ciencia y ganas montaría una empresa que vendiese comprimidos de carbono que pertenecieron a personajes ilustres e idolatrados y los vendería a un millón de euros cada uno para quien tenga el capricho de tragarse un poco de la esencia de Marylin o de Gandhi. Lanzo la idea.

32 comentarios:

  1. ¡Dios mio¡ ¡eso es canivalismo¡ ¿no?...

    Te digo yo, que los escribidores no andan muy bien....

    Besos de martes.

    Ya queda menos para el gran día.

    ResponderEliminar
  2. Me temo que comemos carbono de "otros" sin quererlo, e iba a decir sin beberlo, pero no, me temo que también los bebemos.

    La verdad es que pensar en estas cosas produce angustia.

    ResponderEliminar
  3. Filosofía pura, Jesús. ¿Hasta ese punto es determinante la manera en que se ordenan esos átomos -¿al azar? ¿por intervención de alguien o de algo?-, que puede suponer desde nacer feliz en un país rico, hasta nacer para morirte de hambre a los 20 días, pasando por ser simple caramelo?

    Buena entrada.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Mangeles, los escribidores, si estuvieran sanos, quizá no escribirían.

    Capitán, entonces la empresa no tiene sentido: ya nos comemos gratis unos a otros. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Tato, esa cuestión que planteas da para un ensayo. Estando todos hechos de lo mismo, qué buena suerte tienen los hijos de un multimillonario y qué mala los hijos de los que no tienen dónde caerse muertos. Me has dado pie para otra entrada. Un abrazo y feliz año.

    ResponderEliminar
  6. Tu magnífica entrada de hoy y el magnífico comentario del Tato me darán hoy para pensar. Voy a ver, primero, si todavía hay algún atomo por mis interiores que esté capacitado para ese menester: el pensar atómico.

    (¿y eso que dice mangeles de que queda menos para el gran día? ¿de qué juerga no tengo conocimiento?

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Muy interesante la entrada. Yo creo que la clave la dio Quevedo: Átomo serán, más atomo enamorado...

    ResponderEliminar
  8. José Miguel, ese verso de Quevedo es todo un canto de esperanza, un alegato contra la nada, una rebeldía ante la muerte. Gracias por recordármelo.

    ResponderEliminar
  9. Somos seres únicos. Ni carbono ni ná.
    Un abrazo, Jesús.

    ResponderEliminar
  10. Mi querido hojas de roble, me acabas de dar una idea para la entrada de maañana. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Necrofilia metafísica, ummm. Da mucho juego. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. ¡Pura ciencia, pura Física!
    Todos los átomos que te forman que no sean Hidrógeno, se formaron en el centro de una estrella que estalló como supernova, en las proximidades del lugar del espacio en que nos encontramos, hace unos 5.000 millones de años. Sólo en el corazón de una estrella se forman los elementos distintos del Hidrógeno por fusión nuclear.
    Todos somos "polvo de estrellas".
    Un abrazo científico.

    ResponderEliminar
  13. Eso de convertir un cadáver en un diamante me ha producido siempre dentera. Imagina un viudo que se hace una gema con su difunta, y se la engasta en un anillo a su siguiente esposa. Uf, qué repelús. Un abrazo, Jesús, y suerte en la presentación de tu libro, que seguro irá bien.

    ResponderEliminar
  14. ¿Átomos? ¿Yo? Ni que fuera un reactor nuclear... claro que a lo mejor lo soy.

    ResponderEliminar
  15. Juan Antonio, no sé cómo denominarlo, pero a mí también me parece interesante.

    Alegre opinador, polvo de estrellas enamorado. Vivan las supernovas.

    ResponderEliminar
  16. Lopera, tenía miedo a tu respuesta. Pero, anda, respóndeme.

    Octavio, eso sería en verdad terrible, pero ¡qué sensación de poder tener a tus ex en gemas!

    José María, no somos átomos. Somos un híbrido irrepetible de ángel y bestia. Eso sí, la bestia tiene atomitos.

    ResponderEliminar
  17. Me ha gustado mucho, es energia en estado "impuro".

    ResponderEliminar
  18. Lo único que me preocupa es que tu curiosidad sea angustiosa.
    Por otra parte alcanzo a pensar que algo habrá en el hombre que no sea susceptible de convertirse en piedra. Por brillante que sea.

    Hoy comento con miedo, seguro que no entiendo nada de esto.

    ResponderEliminar
  19. Querido amigo, está sin hacer todavía lo que se llama el "experimentum crucis" por antonomasia: La creación de la vida en un laboratorio, aunque sea un modesto virus. Esta frase la he tomado del artículo de un amigo.
    Nadie ha conseguido hacer este experimento, lo más cercano que se ha estado han sido los experimentos de Miller y Urey en la Universidad de Chicago en 1952 cuando fueron capaces de sintetizar aminoácidos.

    En definitiva todavia no se sabe cual es la diferencia entre unas moléculas autorganizadas que forman un ser vivo y las mismas moléculas que no lo forman.

    Hay tanto por estudiar todavía!.

    ResponderEliminar
  20. Javier, si lo impuro es lo humano y lo híbrido, a mí también me gusta.

    Lolo, en realidad cuando hablo de átomos, hablo sólo del cuerpo material que tenemos. Pero, como tú, también pienso que somos algo más que piedras. Mañana hablaré de eso.

    ResponderEliminar
  21. Querido lopera in the nest, fue precisamente una conversación contigo lo que me inspiró la idea de esta entrada, cuando me dijiste eso mismo, que no se conocía bien la diferencia entre la materia del ser vivo y la del muerto. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. ¿Me permites repetirme?

    Hay tanto por estudiar todavía!.


    Es que hay mucho majadero e ignorante por ahí que piensa que no merece la pena estudiar este problema. Exactamente igual que cuando la Inquisición.

    ResponderEliminar
  23. Para evitar a esos inquisidores que meten la ideología hasta en la ciencia, estamos nosotros, amigo.

    ResponderEliminar
  24. No sé si tiene altura poética, pero a mí, que soy de ciencias, me gusta y además viene a huevo:

    “DE OMNI RE SCIBILI”

    ¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos
    ya no son para mí
    lo que llama misterios sobrehumanos
    el vulgo baladí.
    Sólo la ciencia a mi ansiedad responde,
    y por la ciencia sé
    que no existe ese Dios que siempre esconde
    el último porqué.
    Sé que soy un mamífero bimano
    (que no es poco saber)
    y sé lo que es el átomo, ese arcano
    del ser y del no ser.
    Sé que el rubor que enciende las facciones
    es sangre arterial;
    que las lágrimas son las secreciones
    del saco lacrimal;
    que la virtud que al bien al hombre inclina
    y el vicio, sólo son
    partículas de albúmina y fibrina
    en corta proporción;
    que el genio no es de Dios sagrado emblema,
    no señores, no tal;
    el genio es un producto del sistema
    nervioso central,
    y sus creaciones de sin par belleza
    sólo están en razón
    del fósforo que encierra la cabeza
    ¡no de la inspiración!
    Amor, misterio, bien indefinido,
    sentimiento, placer...
    ¡Palabrotas sin sentido
    y sin razón de ser!...
    Gozar es tener siempre electrizada
    la médula espinal,
    y en sí el placer es nada o casi nada,
    un óxido, una sal.
    ¡Y aún dirán de la ciencia que es prosaica!
    ¡Hay nada, vive Dios,
    bello como la fórmula algebraica
    C = pi r 2!
    ¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos
    ya no son para mí
    lo que llama misterios sobrehumanos
    el vulgo baladí...
    Más ¡ay! que cuando exclamo satisfecho:
    ¡Todo, todo lo sé!...
    siento aquí, en mi interior, dentro mi pecho,
    un algo... un no sé qué!...


    J.M. Bartrina

    ResponderEliminar
  25. JuanMa gracias por recuperar este poema que una vez le escuché a un amigo que lo recitaba de memoria.

    Los últimos versos

    Más ¡ay! que cuando exclamo satisfecho:
    ¡Todo, todo lo sé!...
    siento aquí, en mi interior, dentro mi pecho,
    un algo... un no sé qué!...


    Explican que me repitiera en un comentario, y que ahora vuelvo a repetir:

    Hay tanto por estudiar todavía!.

    ResponderEliminar
  26. Pues sí, Lopera,
    ¡hay tanto por estudiar todavía!

    El verdadero sabio sabe lo poco que sabe, y que tras un descubrimiento vienen otras preguntas. Conseguir los planos completos de la ingeniería del mundo y de la existencia es pura ucronía. El misterio nunca se acaba. Nos morimos.

    Y apuesto que nunca llevaremos a cabo con éxito el experimentum crucis: crear vida ex novo a partir de sus ingredientes, que sí conocemos.

    ResponderEliminar
  27. Pues yo no me atrevo a apostar. Imagínese a alguien que hubiera vivido antes que Pasteur, o antes que Ramón y Cajal, o antes que Watson y Crick, lo que pensaría del origen de las enfermedades, la estructura y funcionamiento del cerebro o la base de la que estamos hechos. Aunque sí me aprece acertada su frase: El misterio nunca se acaba.

    ResponderEliminar
  28. ¡Tengo que hablar más de los átomos, para que se susciten tertulias como la vuestra!

    ResponderEliminar
  29. Sí, esto es física y es filosofía, y sí, da para un ensayo. Yo, modestamente, escribí un post: De Salobral a Schrodinger.

    Sobre la probabilidad de que un átomo tuyo estuviera algún día en el cuerpo de Atila... según lo que consideres "estar". Si te refieres, por ejemplo, a las moléculas de aire que estuvieron en sus pulmones, te puedo asegurar que ahora mismo es muy probable que tengas alguna en los tuyos. No es dificil hacer la cuenta :-)

    ResponderEliminar
  30. Salobral, gracias por resolverme la duda. Me refería a átomos que alguna vez estuvieran en moléculas de sus órganos. Un abrazo y buscaré tu post.

    ResponderEliminar
  31. Bueno, si estaban en las moléculas de sus órganos es bastante más difícil que hayan llegado a los tuyos, sobre todo si los enterraron (a ellos , claro ;-).

    Un abrazo (y felicidades por el neoesperanto: ¿acabarás escribiendo en esa lengua todo el blog? Piensa en las ventajas de la difusión internacional).

    ResponderEliminar