lunes, 31 de octubre de 2011

Estampas

                1. La madre le decía al niño: "Si te pegan, díselo a la seño". Pero el padre le decía: "Si te pegan, defiéndete". La vida estaba de acuerdo con el padre.

                2. Le caía mal a todo el mundo porque todo el mundo le caía mal.

                3.Todo el mundo le caía mal porque él le caía mal a todo el mundo.

                4. Estaba dudosa entre el verde oliva y el verde limón porque los dos estaban de moda. Pero ninguno le sentaba bien.

                5. Perdió la cabeza por una muchacha y la vida por un atracón de viagra. Pero valió la pena.

                6. Le llovieron tantas desgracias, que dejó de creer en Dios y esa fue su mayor desgracia.

                7. Mengano farda de cochazo y Fulano le tiene por ello mucha tirria. Mengano es un fatuo y Fulano un pringao.

                8. Se enamoraron a la luz de la luna. Y por la mañana se llevaron un chasco.

                9. Ella, desnuda, se sentía desamparada, y él, desnudo, se sentía fuerte. Por eso él la cubría con su cuerpo..

                10. Sus amigas no querían salir a la calle con ella vestida con tan mal gusto. Y ella rompió con ellas. El mal gusto era mas grande que sus amigas.

Mujer y varón

Yo siempre he flipado un poco con los hombres que, aunque sea para quedar bien, anhelan ser madres o envidian la maternidad y la lactancia y cosas de esas. A mí me pasa al contrario: que admiro la maternidad, lo considero lo más cerca de Dios que hay en la Tierra, pero no la quiero para mí ni en sueños. Estar embarazado sería para mí tan sólo una pesadilla espantosa. Yo estoy muy contento sin útero y con  testosterona.

Tampoco entiendo a esas mujeres que se quejan de ser mujeres y nos dicen: Qué suerte tenéis los hombres, que no tenéis regla, ni os pueden dejar embarazadas, ni dependéis de vuestras hormonas....

Yo les diría: "Sí que dependemos de nuestras hormonas, no te imaginas cuánto. Y tú como hombre serías espantosa. Como mujer, sin embargo, eres guapísima. ¿Para qué quieres pelos en el pecho y unos testículos que cuelgan feotes de un escroto, quisquillosos y quejicas, de los que dependen tu virilidad?"

En fin, amigos, que Adán y Eva fueron un buen invento. Estad contentos con vuestro sexo, ¡con lo bonito que es!

Estamos hechos así de fábrica. El ser humano no lo habría hecho mejor.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Amor y dolor

Cuanto más ama uno a otro, más dolor está dispuesto a afrontar por él.

Quien ama mucho sufre mucho.

¿Dolor por el dolor? No, dolor por amor.

El dolor por amor me purifica de egoísmos y cobardías y realza la belleza de lo amado.

Como casi todo lo hermoso se consigue con esfuerzo, el dolor suele ser garantía de que hemos seguido el camino correcto para conquistar la belleza.

La buena madre sufre menos pasando la noche en vela con su hijo moribundo que lejos de él en un palacio de oro.

En el amor el dolor se soporta mucho mejor, tanto que a veces ni se nota el dolor.

En fin, santo Tomás de Aquino lo expresa mejor que yo cuando dice que el amor, la caridad, no se mide por la cantidad de dolor que uno está dispuesto a sobrellevar, sino, sencillamente, por la cantidad y calidad de ese amor, de tal manera que "si la caridad fuera tan completa que suprimiera en absoluto la dificultad, sería entonces más meritoria".

domingo, 23 de octubre de 2011

Censura de películas y terroristas triunfantes

EN ESPAÑA HAY CENSURA.

En el enlace entrevistan a la directora de la peli censurada, titulada La mula.


De esta censura impune deduzco  que, si la noticia de este liberticidio no ha salido a primera plana de los periódicos, si no hemos salido indignados a la calle, si lo hace el mismísimo gobierno ante nuestra ignorancia y pasividad, España no es una democracia y los españoles estamos democráticamente muertos y eso explica por qué los españoles soportaron tantos años y sin rechistar demasiado una dictadura.

Y no suelo hablar de terrorismo, pero hoy urge.

Imaginad que un grupo organizado de violadores lleva diez años violando mujeres. El gobierno, incapaz de acabar con ellos, contrata a unos polis muy malos que matan a dos o tres violadores, pero como los polis son también muy torpes, el asunto se llega a conocer y, entonces, muchos se ponen de parte de los violadores, como si la existencia de polis malos convirtiera a los violadores en buenos.

El gobierno cambia de táctica: en vez de matarlos por lo bajini, les hace una preconcesión política permitiendo un partido político legal que los defienda si así se comprometen a dejar de violar. El partido político resulta votado por gente oligofréncia que disculpa a los violadores: por lo visto, resulta que las mujeres van muy descocadas y, claro, provocan a los violadores, que las tienen por ello que violar.

A todas esas violaciones el gobierno las llama "conflicto" y decide negociar, pues, con los violadores, como si los violadores fueran gente respetable y no unos delincuentes. De ese "diálogo" con violadores las mujeres son excluidas.

Con el dinero de las mujeres violadas el gobierno se gasta un pastón en "mediadores" del "conflicto". Y, al final, salen los políticos llorando de emoción porque los violadores, como ya habían pactado con el gobierno, anuncian, agarraos a la silla, ¡que van a dejar de violar! ¿No es emocionante? ¡Qué generosos los violadores! Eso sí, para no provocarlos, las mujeres tendrán que ir de ahora en adelante más tapaditas y no han de montar el cirio si los violadores que las violaron y sus amiguitos se convierten a partir de ahora en honorables diputados que cobran un pastón pagado con los impuestos de ellas.

El gobierno se enfada con las mujeres violadas porque, en vez de alegrarse de que ya no las violen, exigen las muy vengativas que no se negocie con ellos, sino que los metan en la cárcel y prohíban partidos que los defiendan.

Y ahora viene la moraleja:

1. En vez de cumplir la ley y manifestarnos pacíficamente en la calle, cometamos delitos, porque así el gobierno se sienta a hablar con nosotros.

2. Cuando el gobierno negocia con una mafia, se convierte en mafia y la mafia se convierte en gobierno.

domingo, 16 de octubre de 2011

Manual de ayuda contra los libros de autoayuda

Amigos, sale a la luz este librito mío que me encargó Javier Sánchez Menéndez. Lo que yo no sabía, y él sí, es que yo llevaba escribiéndolo media vida y por eso me ha resultado tan fácil escribirlo, con mucho humor para que el lector se ría y mucho amor porque lo aprecio y, además, contándole mis secretos para bregar y salir adelante en esta vida sin tener que depender de los libros de instrucciones vitales, que al fin y al cabo eso son los libros de autoayuda: unos sustitutos de la iniciativa personal, de la filosofía, de la religión, del psicólogo, del amigo, del buen consejo, del sentido común y de todo aquello con que nuestros abuelos lograban escapar de la tristeza cada día sin autoayudismos y siendo tan felices como nosotros o más aún.

En el libro no critico los buenos libros de autoayuda, que a más de uno pueden servirle en algún momento de su vida, ni  los buenos consejos que pueda haber en los malos libros de autoayuda, sino que, por un lado, critico las muchas expectativas que esos libros suscitan en el lector con falsas promesas como sanar para siempre la vida, dejar de sufrir, tomar las riendas de todas las situaciones, vivir en la nube de la dicha...; y, por otro, critico la fe con que muchos acuden al libro de autoayuda como si fuera la Biblia y la última palabra de la Ciencia todo en uno, para que él les dirija la vida, cuando, en realidad, podrían encontrar más luz y consejo para la vida en el hombro de un amigo, en un viejo libro de poesía, en los filósofos de siempre y, sobre todo, en los consejos de las abuelas, las cuales, precisamente por no haberse indigestado jamás con autoayudismos pseudocientíficos sabelotodos prometetodos, dan en la tecla con su beso, su abrazo y sus palabras cuando nos ven tristes, porque nos conocen y nos quieren, dos cosas que los libros de autoayuda no pueden hacer por más que nos prometan, por más que vendan y por más que nos hayan costado.

Ojalá, amigos, este librito de autoayuda contra los libros de autoayuda os haga reír y afrontar la vida con más humor, más amor y menos instrucciones. De eso se trata.

Y, lo mejor de todo es que, gracias al comentario de cierta lectora de este blog y gracias a la composición de este libro, ¡estoy escribiendo ahora un libro de autoayuda!

¡Viva la contradicción, o sea, la vida!

viernes, 14 de octubre de 2011

Polonia

En mi último viaje a la città eterna, subí de rodillas por la Escala Santa. Asegura la tradición que es la escalera, traída de Jerusalén por santa Helena, por la que subió Jesús cuando se presentó en el prefectorio ante Poncio Pilato.

Éramos muchas personas de muchos países subiéndola de rodillas. Era una metáfora hermosa de la vida: cierto sufrimiento para llegar a la belleza de la cima. Hay algo en mí que me asegura que el dolor da fruto si es por amor. Si la santa escala consistiera en darse un baño en un jacuzzi, seguro que no habría reconfortado tanto mi espíritu.

Me impresionó especialmente la devoción (¡y la belleza!) de los polacos.

Desde niño me impresionaba en el atlas histórico de mi hermana lo mucho que cambiaba la frontera polaca y yo me llenaba de un orgullo especial cuando Polonia y Lituania se unieron y su país era casi tan grande como Rusia. Sin saber nada de ese país, lo sentía como propio.

Luego, cuando llegó el primer papa polaco y lo vi en directo, a menos de un metro de mí, alto, fuerte, guapo y viril, mi fascinación por Polonia alcanzó su techo y ahí sigue, incólume.

Polonia, latina entre los eslavos y eslava entre los latinos.

sábado, 8 de octubre de 2011

Farewell, Gym

Me estaba ya cansando del gimnasio, de su olor a cloro, de su ambiente cerrado, de despelotarme en el vestuario delante de la gente, de ir con prisas y con la mirada puesta en el reloj para no llegar tarde al trabajo, de nadar parapetado como un hoplita con tapones en los oídos, aletas, bañador y gafas de buzo que me dejaban marcas en los ojos que luego los demás me señalaban divertidos. Sí, me estaba yo cansando cuando el otro día una de las chicas encargadas de la piscina me dio la puntilla.

            -Perdona –me dijo y se notaba que le costaba decírmelo-, hasta hace poco a los que os rapabais os dejábamos bañaros sin gorro de baño, pero ahora han cambiado las normas del centro y es obligatorio llevar gorro de baño.
           
            Le agradecí la información, aunque creo que se me debió notar en la cara el estupor. Y, en fin, ella me ha dado la excusa perfecta para borrarme temporalmente del gimnasio. No sé, no me convence tener que llevar gorro de baño si no tengo ni un solo pelo en la cabeza. Es como ser ciego y ponerse gafas graduadas. Se ve que alguien se habrá quejado de que al “rapado ese” (el menda) lo dejen bañarse sin gorro de baño, dónde vamos a llegar, qué indecencia, con la cabeza desnuda.


Yo no habría abandonado tan pronto la sala de máquinas si al sudar en ellas yo pudiese generar energía y enviarla a los que no pueden pagar el recibo de la luz. Y habría seguido yendo a la piscina si esta estuviese en la cumbre de una pirámide azteca sin ascensor, de manera que subir los escalones me sirvieran de calentamiento.


He perdido unas instalaciones estupendas, pero ahora tengo las instalaciones de Dios, que son libres y gratuitas. Ahora, en vez de mancuernas, llevaré niños en brazos y, como me sugirió alguno de vosotros, la cesta de la compra de las ancianitas. En vez de nadar en una piscina climatizada y cuadrada, me arrojaré a los mares a arponear tiburones y volveré cargado de ellos a la tribu y haré collares de dientes para mis amigos. Y en vez de sudar en la cinta métrica, correré por los bosques, codo a codo con los centauros, espantando hadas, jaleado por las ninfas de los fresnos y, lo más importante, ¡sin gorro de baño en la calva!

lunes, 3 de octubre de 2011

La Virgen de los Remedios. Velas y salchichones.

Cuando se hacía la procesión de la Virgen de los Remedios de Cártama, la gente del campo solía repostar en la tienda de mi padre, en la Estación de Cártama. Una de las peregrinas señaló a mi padre unos salchichones envueltos en papel de estraza con un trozo de guita que sobresalía por la punta y compró seis para repartirlos entre los suyos. A mi padre le parecieron demasiados salchichones para un solo cliente, pero no dijo nada. Y si a la señora le parecieron caros, tampoco dijo nada. Pero al día siguiente volvió muy indignada:

-Oiga, ¿qué me vendió usted el otro día?

-Salchichones –repuso mi padre con toda tranquilidad.

-¡Vaya! ¡Y yo los compré creyendo que eran velas! Y cuando se las reparto a mis hijos en la procesión para encenderlas, la mecha se apagaba en seguida. Y la gente me dijo: “¡Pero, señora, si eso no son velas! ¡Son salchichones!”.

Como esos salchichones, según me explicaba mi padre, eran tan finitos y rectos, parecían cirios, y la guita donde colgarlos parecía la mecha.

De ella me he acordado las dos veces que he subido a la ermita este verano a ver a la Patrona, que, por cierto, mide 22 cm. La más pequeña de la comarca. Por eso pudieron salvarla de la quema en los años de la Segunda República metiéndola en una maleta rumbo a América. Menos mal, porque así podemos rezarle en lo alto de la peña.

Cuando yo era pequeño, las paredes y el techo de la ermita estaban llenos de exvotos. Hoy se concentran en dos paneles.

Mi abuela subió la cuesta de la ermita de rodillas por una promesa que hizo. Mi madre la subió descalza y bajo la lluvia para darle las gracias a la Virgen de salvar de la muerte a uno de sus hijos.

Yo, que soy un comodón, la he subido con buen calzado. Eso sí, en agosto, bajo un sol de justicia y dos veces. Al subir cantaban las cigarras. Y al bajar, cantaban los grillos. Pero no fue sacrificio ninguno, porque ella es muy bonita y me recibió allí arriba con sombra de pinos, piedras encaladas, una fuente fresca, murallas árabes y, ya en su ermita blanquísima, dentro de su camarín, sonriente y atenta a mis súplicas, que eran muchas y atropelladas.