Desde que le oí a mi muy apreciado Joaquín Díaz la preciosa canción de "La serrana", he redescubierto los romances españoles. Todo en estos versos es discreto a la vez que elevado y de una sencillez conmovedora. La protagonista no es princesa ni noble, sino una serranilla que se nos presenta en cuatro facetas consecutivas: indefensión, honestidad, intrepidez y piedad. Y el muchacho que la sigue es primero galán y después gañán y por último víctima con su toque de pundonor; de hecho, su última preocupación no es morir, sino que se sepa que ha muerto víctima de su propio puñal.
Hay en el poema muchos detalles desconcertantes que invito a descubrir oyéndolo en este enlace que os pongo, con la guitarra y la voz delicada y vibrante de Joaquín Díaz. Por ejemplo, hay más versos dedicados a contarnos cómo es la nieve que a contarnos cómo muere el galán. Tiene el poema todo el aire de un sueño.
Y lo mejor es ese final que está como sin terminar, como caído por casualidad, cuando es tremendo e inolvidable. No sé qué es mayor homenaje para el galán: si el lugar santo donde lo entierran o si el objeto con que cava ella el hoyo. Qué vuelta de tuerca, Dios mío, y dicha tan como así.
Todo aquí, en este enlace.
Pues sí, don Epifanio:
ResponderEliminaruna muy buena canción, pardiez, con ese regusto a castellano.
¡Ojalá todas las asesinadas hubiesen tenido la misma oportunidad de acabar con esos monstruos!
25 neutonios serranos.
ME alegro de que le guste, don Diego. Reciba mis neutonios romanceros
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