miércoles, 3 de julio de 2013

Un Dios prohibido

Rompo mi silencio estival para recomendar encarecidamente esta película sobrecogedora y luminosa, coral y personal, humana, sin maniqueísmos ni ideologismos, atenta solo al sufrimiento del inocente, pero sin cebarse por ello en el verdugo, a quien trata, a pesar de todo, como a una persona con sus relieves y complejidades.

Conmovedor el mundo interior de Ceferino, el gitano a quien fusilaron por no soltar su rosario; bellísima, además de real, la historia de la anarquista enamorada del seminarista; impactante la intervención de Durruti; y bordados y bellísimos los papeles de los mártires.

Yo conocía ya la historia de los mártires de Barbastro y aún no me puedo creer que en esta España donde es casi tabú citar los miles de religiosos y católicos asesinados por su fe durante la Guerra Civil (¡sin una sola apostasía!) se haya rodado con tanta calidad y belleza y con tantos aciertos históricos una historia tan impresionante.

Lo que hicieron esos muchachos fue una hazaña superior a la conquista del Polo Norte: prefirieron ser buenos a estar vivos, prefirieron la muerte a la oscuridad.

Enhorabuena a Pablo Moreno, el director, por Un Dios prohibido.