lunes, 18 de agosto de 2014

He soñado con Federico García Lorca

He soñado que acompañaba a Federico García Lorca por varios sitios que eran uno solo: tan pronto era mi instituto como la casa solariega de mi madre o el centro de Sevilla. Y en un momento dado, cuando el Poeta me sonreía como dicen que sonreía él y me estrechaba la mano para agradecerme no sé qué, me di cuenta de que lo querían matar. Advertí como una realidad física esa amenaza.

Desde entonces todo mi afán era protegerlo, porque yo era el único que lo sabía y podía salvarlo.

El resto del sueño consiste en aparecer él de pronto por aquí o por allá y yo tras él mirando a un lado y a otro buscando sospechosos, hasta que, en mitad del campo, veo una pistola apuntándole y lo empujo cuesta abajo y esta vez lo salvo. La pistola reaparece y lo vuelvo a salvar. Pero la pistola reaparece.

Me he despertado con la sensación de que el asesino tenía más interés en matarlo que fuerzas y oportunidades tenía yo de salvarlo. Y he encendido una vela a la Virgen, de la que tan devoto era el Poeta, para que ahora que tiene superpoderes proteja de las mordazas, de los politicastros, de los tiranuelos, a todos los cantores, profetas, poetas y amigos de la belleza que Dios nos ha encomendado custodiar y aumentar.

Lo mataron hoy un 18 de agosto, pero de 1936.

Me alegro de haberlo salvado tantas veces: una por cada 18 de agosto.