viernes, 30 de abril de 2010

El velo musulmán

Antes lo tenía claro: nada de velos ni en centros públicos ni en la calle, pero no porque fueran un símbolo religioso, que eso no es malo, sino porque me parecía que atentaban contra la dignidad de la mujer. Yo me decía: si hombres y mujeres tenemos cara, ¿por qué ellas se la han de cubrir y nosotros no?

Pero ahora me planteo que, dado que nadie tiene el monopolio de la verdad, ¿quién soy yo para prohibir esas cosas?

Lo que sí tengo claro es que si el consejo escolar de un centro educativo votado democráticamente por padres, profesores y alumnos decide que los alumnos no pueden acudir con piercing, gorras y velos, ¿por qué se arma ese revuelo? No se puede y ya está. En cada sitio hay unas normas. ¿No sería absurdo que una dependienta de El Corte Inglés se empeñara en trabajar con burka y no con el uniforme de El Corte Inglés?

En fin, en esto, como en todo: en la calle uno puede tener para vestir todo el mal gusto que quiera, pero en los centros de trabajo y en los educativos hay unas normas. A quien no le gusten, que se busque otro trabajo u otro colegio.

jueves, 29 de abril de 2010

Haciendo planning

No sé vosotros, pero yo me paso el día haciendo planes: plan para acabar tal libro en tal fecha, para llamar a no sé cuántos médicos en tal otra, para acabar el doctorado, para hacer deporte y dejar de fumar, planes pá tó. En mi delirio he llegado a programar qué libros voy a escribir de aquí a diez años.

Y tó es pá ná, porque nunca los cumplo. Pero ¡y lo a gusto que me quedo justo después de programar el plan! En ese momento la vida es más ordenada y vivo en la ilusión de que llevo las riendas de los caballos. Y cuando al final los caballos de la vida me llevan donde a ellos les da la gana, hala, a hacer otro plan.

Lo que no entiendo es cómo no escarmiento.

De verdad que me encantaría vivir sin planes, a lo que se tercie. Pero esto es lo malo de los que somos caóticos y desordenados, que tenemos que hacer planes para no cumplirlos; y así, si no los cumplimos, nos hacemos la ilusión de que a partir del plan la cosa vamos a cambiar; y, si alguna vez, por una especial conjunción de los astros, los cumplimos, eso es un refuerzo para seguir haciendo planes.

Y os dejo, que me voy a planear.

miércoles, 28 de abril de 2010

Dejarse convencer

No sé si os pasa esto, pero a mí me pasa: cuando encuentro un buen conversador y no se sulfura, sino que defiende sus tesis con argumentos finos y sin trampas, me suele acabar convenciendo. Algo dentro de mí se resiste, sobre todo si su tesis va contra mis principios. Luego, cuando la conversación acaba, me quedo dándole vueltas a la cabeza y no paro hasta que echo a pelear sus argumentos con los míos otra vez. Y si ganan los suyos, me entra una crisis. Y si ganan los míos, respiro un poco más tranquilo.

Debo decir que casi nunca ganan los míos.

Pero hay algunas controversias en las que yo siempre defiendo la misma postura, por muy buenos que sean los argumentos que mis contendientes esgriman. En esos casos me digo: Jesús, de esto no te puedes dejar convencer, tienes que defender tu tesis hasta el fin, porque aunque lo que dicen es razonable y está mejor hilado que lo tuyo, sus consecuencias prácticas son indeseables.

Y ando últimamente cavilando sobre este asunto: ¿debería uno rendirse ante los argumentos si son buenos, aunque la vida de uno se oscurezca allí donde creía ingenuamente que había luz? ¿Debe uno, por honradez intelectual, dejarse convencer por buenos argumentos aunque uno sea así más desgraciado? ¿No debería ser el corazón y no sólo la razón guía de nuestras convicciones?

Por ejemplo, si alguien, con argumentos ante los que no me quede más remedio que rendirme, me convenciera de que la democracia es un error o el amor al prójimo una mojigateria cristianoide, ¿debería yo abandonar esas dos convicciones que tengo tan arraigadas: la democracia y el amor al prójimo?

martes, 27 de abril de 2010

Confesión de un amigo

Hace ya bastantes años, un amigo, tras unas cuantas copas de más, me confesó que se había llevado  un chasco cuando la chica en que él había puesto los ojos, sin atreverse siquiera a dirigirle la palabra durante meses, se le entregó totalmente un día después de atreverse a hablar con ella.

-¿Un chasco? ¿Por qué? -le pregunté extrañado-. Menuda alegría debió darte. ¿No es eso lo que quieren todos los hombres?

-Sí, fue maravilloso.Pero yo esperaba que la maravilla llegara después de algún esfuerzo. Es como si me hubieran dado el premio antes de comenzar la carrera. Si esa mujer hubiera sido entonces para mí tan sólo una rubia de discoteca que quiero tirarme y adiós muy buenas, habrían estado bien tanta rapidez y facilidad, pero yo la quería para siempre, no para una noche y, a pesar de mi deseo, me habría gustado que la unión amorosa hubiera sido una cumbre, algo alto y bello que cuesta un poquito alcanzar, después de muchos poemas, después de muchas flores.

-Aprovecha que ahora es tu mujer. Escríbele los poemas ahora, regálale las flores ahora.

lunes, 26 de abril de 2010

Intolerancia y mala uva

En un ambulatorio de Córdoba a un anciano le ha molestado una cruz en la pared y, en vez de pedir un exorcismo, ha exigido que la retiren. Por lo visto, la tolerancia consiste en quitar lo que pueda ofender, en vez de precisamente tolerarlo.


Así las cosas, estaríamos en nuestro derecho de exigir en todo tipo de centros públicos que se retiren cosas como las fotos del rey, los carteles para dejar de fumar, la publicidad institucional con mujeres escotadas y cualquier cosa que a un quisquilloso no le guste. 

Pero no, el gobierno sólo la ha emprendido con los símbolos religiosos cristianos y no con los deportivos, los culturales, los publicitarios o los políticos.

Y yo me pregunto: ¿qué hay en la religión que al gobierno le ofende tanto? ¿Por qué la ley de ¡libertad! religiosa dispone la retirada de los símbolos religiosos en los hospitales, allí donde precisamente la gente necesita más del consuelo religioso? ¿No son ganas de fastidiar a los enfermos y moribundos retirar el Niño Jesús que hay en el Hospital Clínico de Málaga, siempre lleno de exvotos y flores con peticiones esperanzadas? ¿A quién le puede molestar eso?

Sólo a un tipo intolerante y con muy mala uva.

viernes, 23 de abril de 2010

Gracias, maestro

El bloguero de Los mercuriales, cuyos aforismos recomiendo vivamente, ha tenido la esplendidez de invitarme dos veces a los toros ¡y en tendido de sombra en la Real Maestranza!

No soy un entendido en la fiesta, pero sí que me gustan los toros. Tiene lo mejor de lo aristocrático y lo popular. Nada de megáfonos y paneles digitales. El lenguaje es olé, pañuelo blanco, silbidos, aplausos, trompetas, la orquesta y en el centro de todo un hombre jugándose la vida con la gracia y elegancia de un dios. Y entonces el lenguaje es el silencio.

Y luego están los toreros. El martes pasado Manzanares y el Juli torearon con empaque, bemoles y despacito. Grandes y rotundos. Me olvidé de todo lo rutinario y ordinario, de lo anodino y descafeinado, de lo cotidiana que es la vida. Pero no quiero hablar mucho de esto porque no tengo la holgura suficiente para hablar en poesía y filosofía de este asunto que me fascina y me desborda. Se lo dejo a los entendidos como José María Jurado o Gómez de Lesaca.

Y a José Manuel Gómez, gracias, maestro.

Y feliz día del libro a todos.

jueves, 22 de abril de 2010

El diablo en la historia

Cuando entre los incaicas el cacique preñaba a la cautiva del poblado enemigo para poder comerse, diez lunas después, un bebé bien tierno; cuando los cartagineses sacrificaban niños a Baal para que éste les concediera la victoria sobre los romanos; cuando en la Camboya de Pol Pot se enseñaba a los hombres a matar a palos al que se atreviera a tener un sentimiento personal e individual que el Estado-Dios consideraba inconveniente; cuando los científicos nazis realizaban vivisecciones sin anestesia con cautivos judíos y gitanos; cuando en la Suecia feliz se esterilizaba a las personas con síndrome de Down; cuando Stalin mató de hambre a millones de ucranianos porque tenían la manía de que la propiedad privada era un derecho humano; cuando en Europa ayudar a alguien a suicidarse empieza a parecer más solidario que ayudar a alguien a no suicidarse...

¡qué bien se lo tienen que estar pasando Belial, Zabulón, Satanás, Belcebú, vomitando carne humana y expeliendo gases sulfurosos mientras blasfeman a dos carrillos!

miércoles, 21 de abril de 2010

Mi hermano Reyvindiko

Hpy quiero hablar de mi hermano Reyvindiko. Es poeta, ebanista, informático, padre de cuatro criaturas, listo, guapo, fuerte y se ha tatuado en el bíceps la cruz de san Benito y desde entonces los demonios lo temen.

Cuando mis cacharros electrónicos se estropean, se los llevo y él los cura con una simple imposición de manos.

Mediante una máquina de su invención, elabora jabones artesanales que dejan la piel para darle un lametón.Y está investigando en el perpetuum mobile y estoy seguro de que le dará alcance algún día a algo muy parecido.

Todos los libros que me recomienda me los leo y nunca me defraudan y si alguna vez no estoy de acuerdo con él, se lo digo ¡y no se enfada!

Como me pasa a mí, es capaz de dormirse en cualquier sitio, pero me supera con creces: una vez se durmió sobre el baffle de una discoteca.

Lo más simpático de él es su sentido del humor. Estábamos el otro día ensayando todos los hermanos, con cuñadas y churumbeles incluidos, una canción para cantarla en unas bodas de plata de otro hermano nuestro (el que impone la mano en los melones) y he aquí que algunas mujeres se quejaron de que los varones Cotta estábamos cantando como tenores, en un tono tan alto, que las voces de ellas no se oían. Él aseguró que eso se debía a que teníamos los calzoncillos muy apretados y que lo que podían hacer ellas es ponerse bragas anchonas y caídas para que la voz se les pusiera grave y fuerte y así todos tan contentos.

Cosas de mi hermano.

martes, 20 de abril de 2010

La parábola del viñador

Pues esto era un viñador que se pasó al amanecer por la plaza del mercado y convino con los jornaleros ociosos un jornal para que trabajaran durante todo el día en su viña. Pero al mediodía comprendió que le faltaban trabajadores y contrató, pues, a otros jornaleros. Y al atardecer volvió a hacer lo mismo. Pero al anochecer, cuando les pagó a todos lo mismo, los que habían trabajado más se quejaron y él les dijo: ¿No os he pagado lo que convinimos? ¿Por qué os quejáis entonces?

En esta parábola se enfrentan dos criterios: el criterio liberal según el cual cada cual hace con su dinero lo que crea conveniente y el criterio antiliberal e intervencionista de quien en el fondo no respeta la propiedad privada y pretende que él conoce la única manera justa de repartir las cosas.

La enseñanza primordial de la parábola, supongo yo, es que Dios te concede la salvación aunque te arrepientas en el último momento. Pero yo también la interpreto del modo siguiente: hay gracias y grandezas que Dios concede a todo el mundo por igual, las merezcan o no: la vida, la dignidad, los derechos humanos, que los tenemos no por ser buenos o guapos o españoles, sino por ser personas.

Eso respecto a las gracias y grandezas. Respecto a los talentos, otra parábola deja claro que no se reparten por igual.

Y aquí un relatillo sobre la Feria de Abril en el Eroticón.

lunes, 19 de abril de 2010

Nieve, setas y nuevas experiencias

Cuando yo era niño, tenía muchas ganas de probar las setas, que en mi tierra no se estilaban demasiado. Lo primero que probé fueron los champiñones y me supieron exactamente a lo que me había imaginado. Me gustaron más por haber acertado de antemano su sabor que por su sabor mismo.

La única nueva experiencia que no me ha sorprendido han sido ellos, los champiñones. Las demás me han dejado literalmente atónito.

Entre ellas hoy quiero recordar la de la nieve.

A doña Nieves la conocí en Sierra Nevada, con once o doce años. Y cada vez que la veo, renace en mí el prepúber que disfrutó con ella como un enano aquel día. Mientras que otros niños iban con sus equipos de esquí, mis amigos y yo nos agenciamos un plástico y, ¡hala!, a deslizarnos pendiente abajo. Valía la pena acabar con las posaderitas desolladas. Y seguramente no me lo habría pasado mejor si me hubiese gastado un pastón en un apartamento, en unas gafas de sol, en un equipo de esquí....

¿Dónde se me fue ese niño capaz de disfrutar con cualquier cosa porque tenía la alegría dentro?

Ay, Rosebud, Rosebud.

viernes, 16 de abril de 2010

Preguntas que me quitan el sueño

1. Si nunca consigo gastar la tinta de un boli  porque lo pierdo antes, ¿cómo es posible que cuando busco un boli por la casa siempre esté gastado?

2. ¿Quiénes, que nunca han lavado y frotado ropa en su vida, impusieron la moda del color blanco para los calcetines de deporte?

3. ¿El género gramatical de la palabra "avestruz" es el mismo en singular que en plural?

4. ¿Cuáles son las mejores virtudes para encubrir los vicios más feos?

5. ¿Por qué la gente flipa con la utopía anarquista, donde nadie tiene nada propio, y no con la utopía capitalista, donde todos tienen como propio lo que quieran?

6. ¿Es cierto que, si todos los chinos dieran un salto a la vez, se produciría un cataclismo mundial?

7. ¿Los herbívoros se tiran más pedetes que los carnívoros?

8. ¿Por qué, cuando hay un campeonato de tenis, quitan la programación infantil y no la telebasura o la telenovela?

9. Desde el punto de vista evolutivo, ¿qué ventajas le reporta al mosquito el zumbar mientras vuela?

10. ¿Haría yo decálogos si tuviéramos doce dedos en vez de diez?

jueves, 15 de abril de 2010

Tengo una terrible duda

Inauguro una nueva serie: el consultorio ético. En esta serie plantearemos dilemas que me atormentan a mí o a vosotros.
El que planteo hoy me lo ha inspirado mi amigo de La Carolina. Resulta que en los institutos, de un tiempo a esta parte, solemos celebrar un acto de despedida a los alumnos de segundo de bachillerato. Poco a poco, los profes nos vamos acostumbrando y ya somos más los que nos encorbatamos y enchaquetamos para despedir a los muchachos. Pero he aquí que mi amigo me dice que no es lógico que a esa ceremonia oficial invitemos a todos los alumnos de segundo. Él opina que sólo deberían ser invitados los que han aprobado en mayo todas las asignaturas, porque ya la ley educativa se encarga de que la igualdad esté asegurada. Ahora tratemos de favorecer la excelencia.
Y no sé, me convence su argumento, pero me parece muy duro no admitir en esa ceremonia a los que no han podido aprobar. ¿Qué opináis?

Y, por cierto, ¿alguien conoce a una persona o una página de la Interred donde puedan elaborar un estudio grafológico más o menos fiable?

miércoles, 14 de abril de 2010

Donde el bloguero cuenta lo mal que se lleva con los coches

A mí me gusta la gente, pero muy especialmente la gente que tiene el coche sucio y la casa limpia. Mientras su casa sea acogedora, ¿qué más me da que los niños en el coche le hayan pintado grafitis en el cristal con el dedo manchado en yogur, como le han hecho a un hermano mío?
Esos coches me gustan, están vivos, sirven a la gente, y no al revés, y sus dueños lo saben: el coche es el medio, no el fin.
Digo esto porque el otro día una madre y yo recogíamos a nuestros churumbeles del cole y, al llegar al aparcamiento, su hijo pequeño comenzó a corretear entre los coches y entonces llegó el joven propietario del descapotable que estaba aparcado al lado y dirigió una mirada asesina al niño, el cualo, oh atrevimiento, corría en torno a su coche ¡como si fuera un coche más!
Nunca como entonces entendí eso que dicen: que el coche es para muchos varones una prolongación de su falo.
El coche era como el dueño: relamido, cachas y antipático.
En fin, que todos tenemos nuestros prejuicios o manías y la mía esa: ciertos dueños de coches.

martes, 13 de abril de 2010

Matanza de caracoles

"Ciudadanos todos:
Soy Briggitte Bragón y enemiga del asesinato de caracoles. ¿No hay algo vampírico y siniestro en el homo sapiens sentado en la terraza de un bar deglutiendo esas criaturas indefensas y sagradas? Para que salgan de su caparazón se les sumerge en una olla de agua fría que se calienta poco a poco, porque, si se les sumerge en agua caliente, se meten dentro de su caparazón y no hay palillo de dientes que los saque. Imaginad la terrible escena: los pobres caracoles intentan huir del creciente calor subiéndose por la olla y el cocinero los empuja con un dedo cruel hacia abajo. ¡Tan lenta tortura sólo por la comodidad de podérnoslos comer!

Si nosotros tenemos derechos humanos, ellos tienen DERECHOS CARACOLANOS, derecho a ser algo algo más que comida, derecho a comerse nuestras lechugas. ¡No matéis caracoles, sino al monstruo moluscívoro que lleváis dentro! Hitler y Stalin no fueron tan malos, sino ecológicos, porque no mataron caracoles, sino a millones de contaminantes asesinos de caracoles. Dado que somos todos cachos de carne con ojos, ¿por qué vamos a ser más valiosos que unos cachos de carne con antenas?".

Hasta aquí Brigitte Bragón, la inefable.

Y para los que quieran, hoy relato en el Eroticón.

lunes, 12 de abril de 2010

Activando el programa de la salud

Según mi amigo el psicólogo, puesto que mi principal problema para dejar de fumar es que no estoy motivado, no debo dejar de fumar, sino empezar a hacer otra cosa que sea incompatible con el tabaco. Se trata de activar en el cuerpo el programa de la salud, que con tanto tabaco lo tengo desactivado: el cuerpo es más sabio que la mente, la cual, igual que encuentra mil razones para dejar el vicio, encuentra mil excusas para no dejarlo.

Como resulta que soy, sin querer, de hábitos bastante saludables, voy a recurrir al deporte, que es lo único sano que no he probado casi nunca. He visto que otros fumadores lo hacen, como mi colega González-Romano. No sé si el deporte me hará abandonar a la postre el vicio, pero al menos invertiré en salud.

A partir de ahora, no sólo seré un fumador atormentado, sino un deportista atormentado.

Mientras corra o nade o haga pesas (que aún no he decidido con qué tipo de deporte voy a torturarme), imaginaré que estoy matando dragones, salvando doncellas, combatiendo a gigantes.

Ay, ojalá que la energía que voy a generar pudiera acumularse para encender, a fuerza de mancuernas y mandobles, una nueva estrella.

viernes, 9 de abril de 2010

Plegaria


(fotografía de Ramón Simón)

Yo no quiero la vejez de quien ya sólo tiene fuerzas para sostener en su mano un Kempis tembloroso, sin más calor en el cuerpo que el sol en el patio de un asilo. No quiero morir consumido en una cama de hospital, con agujas en las venas, ni decir: “Las pasiones por fin me han dado reposo. He dejado el tabaco y el vino. Ya sólo leo a los clásicos. Cerrad esa ventana, que me destemplo. Hacedme una tisana”.

Yo quiero la vejez de los hombres fuertes, la del rostro curtido por los vientos, la de los músculos entrenados en la lucha y besados aún por una boca que me ama. Me pido la vejez del marinero con un arpón en cada mano, la de los soldados de los tercios y la de los conquistadores que se casaron al final de sus días con una india.

Yo quiero morir con las manos en la masa. Si algo ha de faltarme, oh Dios, que sea el tiempo y no el vigor.

jueves, 8 de abril de 2010

Cotta con humo, Cotta sin humo

Un amigo mío psicólogo ha hecho conmigo no sé qué prueba consistente en que el Cotta que no quiere fumar se sienta en una silla frente a a otra silla donde luego se sienta el Cotta que sí quiere fumar. Cotta va de una silla a otra dando argumentos. Los dos se enzarzaron en una discusión desconcertante de la que salí agotado.
Luego mi amigo me alejó de ambas sillas y me pidió que las mirara y le dijera qué sentimientos despertaban en mí ambas sillas, cuál me caía  más simpática. Ganó por goleada el Cotta que no quiere fumar, porque el que quiere fumar, cuando se quedó sin argumentos, se limitaba a decir: Déjame en paz, gilipollas,  no me amargues la vida.
Ahora sé que el Cotta vicioso no tiene argumentos, sino que vive aferrado a un fantasma de humo. Mi salud, poco a poco devorada por un fantasma de humo.

miércoles, 7 de abril de 2010

Japoneses y maromo sudoroso

Ayer por la tarde, en los Jardines de Murillo, me vi envuelto en una excursión de japoneses y en mitad de la calle aparece un tipo cachas, sudoroso, depilado y vestido tan sólo con zapatos y un calzón corto y marcapaqueting haciendo flexiones. Las japonesas se rieron y los japoneses se miraron unos a otros con ironia.

Aunque el maromo estaba de buen ver, no dejaba de estar tan fuera de sitio como un perro en misa, aun cuando sea un perro de raza. Además, le gustaba ser observado. ¿A santo de qué, si no para lucirse, sufre tantas horas un hombre en un gimnasio. Yo no me creo eso de que lo hace uno sólo por estar a gusto consigo mismo: si yo fuera Robinson Crusoe y no tuviera ante quien exhibirme, no haría pesas.

El caso es que lo mirábamos más por inesperado e impropio que por bello. Y entonces me pregunté si el fallo era suyo por ir contra la convención de no andar descamisado por la calle o nuestro por no tener la frescura de aceptar que cada cual vista como le dé la gana.

Y entonces me acordé de no sé qué aforismo que solté por ahí y que decía algo así como que la mala educación consiste en recordar mediante gestos o actitudes que somos animales.

martes, 6 de abril de 2010

Cosas de niños

1. Tener las mangas llenas de mocos.
2. Estar absorto en un juego y de pronto darse cuenta de que uno tiene unas ganas tan tremendas de orinar, que, en fin, uno se orina.
3. Componer un poema a mamá el día de la madre.
4. Meterse debajo de la mesa y tocar los pies de los comensales, que fingen creer que debajo de la mesa hay un perrito.
5. Relamer ese plato que tanto nos gusta y luego decirle a mamá que no hace falta que lo friegue, porque lo hemos dejado requetelimpio.
6. Ir canturreando por toda la casa durante un juego imaginario que transfigura toda la realidad.
7. Sentarse como un gato en el alféizar de la ventana y sacar las piernecillas por las rejas de la ventana y saludar a todos los vecinos.
8. Trasquilarse el pelo con las tijeras.
9. Hacer mejunjes con todos los botes que hay en el cuarto de baño.
10. Pasar de la risa al llanto y al revés a la velocidad de la luz.

domingo, 4 de abril de 2010

Zombis y vampiros versus Resurrección

El diablo ofrece sucedáneos de cuerpos inmortales, como los zombis y los vampiros. Los zombis son un asquito; se les cae el cuerpo a cachos, y si no los maquilla un maquillador de cadáveres, son impresentables. Necesitan carne viva para mantenerse en el ser, pero con eso no logran vivir. Lo mismo les pasa a los vampiros: ¡qué penita me dan todo el día chupando sangre, con lo bueno que están el vino y las torrijas! Y, total, tanta inmortalidad para no poder darse un baño en el mar al mediodía y tener que girar la cabeza como la niña de El exorcista cada vez que uno ve una cruz.

No compensa pactar con el diablo que sólo nos ofrece sucedáneos de resurrección.

Puestos a elegir entre las promesas, prefiero la del cristianismo, que afirma que, puesto que el hombre es cuerpo y alma, las almas están inquietas una vez que se mueren sus cuerpos, porque anhelan volver a estar juntas con ellos. El cuerpo del resucitado ya no es un conjunto de átomos que si se queman se convierten en ceniza y esta en flores y estas en la caca de una vaca y ésta en piedra o en chorizo o en vete tú a saber en qué, sino que la materia gloriosa que compone ese cuerpo definitivo es sólo del dueño de ese cuerpo y ya no se podrá convertir en otra cosa, ya no será una materia prima con la que conformar cualquier cosa y que necesita reponer con nueva materia la que desecha por el culete.

¡Qué maravilla ese cuerpo estupendo que tendrá las ventajas de la materia y ninguno de sus inconvenientes!

Otro día os contaré mis dudas y curiosidades respecto a ese cuerpo que tanta esperanza me da.

viernes, 2 de abril de 2010

Fanáticos

Pues hete aquí que hace dos años celebrábamos la víspera de Pascua de Resurrección en la parroquia de mi madre. Las ramas de olivo del Domingo de Ramos, que por cierto son de la finca de un hermano mío, se apilaban en el patio de la iglesia y se les prendía fuego y de ese fuego se enciende el cirio pascual. Estábamos todos absortos en la ceremonia cuando he aquí que aparece un energúmeno entre los barrotes de la iglesia y grita con voz desaforada:

¡FANÁTICOS!