miércoles, 30 de septiembre de 2015

Conversación con mi compañero Daniel Lebrato acerca de la religión

A propósito de esta interesante entrada de Daniel Lebrato:

Carissime:

Para empezar, veo que en tu entrada te diriges a los católicos como “vosotros”, como si todos los católicos tuvieran una unánime actitud respecto a modas, política, sociedad… Igual que hay muchos tipos de socialistas, hay muchos tipos de católicos.

En segundo lugar, compruebo en muchas tertulias, libros y entradas como la tuya que los cristianos y, especialmente, los católicos ocupamos hoy el papel del malo de la película, igual que antes lo eran los judíos o los homosexuales. No pretendo, por supuesto, que uno cambie su aversión al cristianismo sólo para no incurrir en cristianofobia; solo quiero decir que, desde luego, lo cristiano ya no es lo políticamente correcto. Esto no es propiamente una refutación de tus argumentos, sino tan solo la sensación que tengo en casi todos los foros cuando se habla de estos temas.

En tercer lugar, para mí lo importante no es que una sociedad sea laica, sino que sea libre. Por eso, me parece muy bien que, puesto que pagamos la escuela con nuestros impuestos, podamos exigir que también se dé enseñanza religiosa a nuestros hijos, ya sean musulmanes, cristianos o hindúes. Si la enseñanza la pagase otro, me tendría que callar. Pero la pago yo. Así que exijo tanto como los laicistas que la quieren fuera de los colegios. La diferencia entre mi postura y la de los laicistas es que yo no quiero prohibir nada a nadie, mientras que los laicistas sí.

En cuarto lugar, la iglesia que describes no es exactamente la que yo conozco. Te puedo decir que mi parroquia acoge a una asociación de drogadictos anónimos, una comunidad de emigrantes ucranianos que tienen allí su lugar de encuentro y sus ceremonias, los voluntarios de cáritas, conferencias, conciertos y grupos de música, grupos religiosos que ayudan a mucha gente a ser mejor persona y, además, tiene abiertas sus puertas a todos y muestra gratis sus obras de arte centenarias. No hay partido ni sindicato ni voluntario que haga tantas cosas por los demás. Esa es la iglesia que yo conozco, no la otra que tienen los demás en la boca como la mala de la peli.

Por último, cuando dices (y creo que lo lamentas) que la gente ya desconfía cuando ve a un cura en el parque con una niña, lamentablemente es un tópico que está haciendo mucho daño a los curas, igual que en el pasado se decía de los homosexuales que eran todos unos viciosos que metían manoa los alumnos. Recuerdo haber oído eso mil veces cuando era adolescente. Más que desconfiar de los curas, habría en todo caso que desconfiar de los padres de familia, porque ahí es donde se dan casi todos los casos de pederastia.

A calvo ad calvum, un abrazo fuerte

lunes, 28 de septiembre de 2015

Prejuicios contra los jóvenes

Cuento a menudo en clase que, una vez, en un autobús de línea el único que se levantó para ceder el asiento a un anciano no fueron varias chicas guapas que iban charlando animadamente de ropa ni varios estudiantes con sus auriculares, sino un tipo con una pinta de macarra que echaba para atrás. Si de noche lo veo por la calle, me cambio de acera.

El caso es que a mis alumnos les encanta esa anécdota y la semana pasada una alumna me hizo comprender por qué.

Me dijo:

-De mí recelan muchas personas mayores porque visto de negro y tengo piercing y luego se sorprenden cuando ven que soy amable con ellos.

Abundan esos alumnos que no identifican su manera de vestir o su alegría de vivir con las malas maneras y el desprecio por los usos sociales. Los estereotipos y el prejuicio de siempre según el cual la juventud está cada vez peor impiden ver que esos jóvenes son muchos más de lo que pensamos.


miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Quién de los dos tiene razón?

Llega la mujer a casa de hacer unas gestiones.

MARIDO: Te he barrido la casa con la aspiradora.

MUJER: ¿Cómo que "te he barrido"? Será "he barrido", porque no es una tarea que me corresponda solo a mí y de la que tú, graciosamente, hayas decidido hoy librarme

MARIDO: Lo correcto en nuestro caso es "te he barrido" porque yo no considero que haya que barrer la casa cada dos días como tú quieres. Me basta con seis días. Así que, si hoy he barrido, ha sido para ti, porque sabía que, si no lo hacía yo, lo ibas a hacer tú aunque a mí no me parece necesario.

MUJER: ¿Cómo es que no es necesario? En una casa como la nuestra, con tres hijos varones adolescentes, si no se barre todo cada dos días, nadamos en suciedad. ¿Te gusta eso?

MARIDO: Mi descripción de nadar en la suciedad es otra que a ti te abrumaría. Lo que quieres es que yo acepte que la frecuencia correcta de barrido es la que propones y no la que propongo yo. Eso es lo que pongo en duda. En vez de agradecerme que "te" haya barrido la casa porque te quiero y no porque crea que sea necesario, te dedicas a echar por tierra mi regalo afirmando que no es un regalo.

MUJER: Vale. Ya hemos llegado al punto de desencuentro: la frecuencia del barrido. ¿Por qué nunca has considerado que mi barrido tan frecuente haya sido un regalo para ti? Te has limitado a disfrutar de mi "frecuencia de barrido" sin considerarla un regalo, con la excusa de que no es necesario barrer tantas veces a la semana.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Teresa, mon amour

Circulan por ahí dos imágenes tópicas de santa Teresa de Jesús: la Teresa conventual del cuadro con aureola y en papel de Biblia, y, como reacción, la Teresa histérica o epiléptica o sexualmente reprimida. Son dos tópicos típicamente masculinos.

Pero santa Teresa no era una mujer al uso. Es difícil encasillarla y por eso todos lo intentan, porque no saben qué hacer con ella: o feminista o beatona o fanática o loca o empresaria o visionaria. Pero Teresa es tan difícil de encuadrar como Frida Kahlo o Juana de Arco. Me atrevería a decir que en algunos aspectos es una mezcla de las dos, pero sin el horror de Frida ni la espada de Juana. Como Frida, hace un retrato íntimo de sí misma y, como Juana, propaga un incendio por el mundo.

Teresa es un torrente femenino atemporal, un grito de las grandezas desconocidas. Fue una escritora original, elegante y salvajemente sincera, que incluso escribió en su juventud una novela de caballería; fue fundadora de una orden centrada en el amor, la contemplación y el gusto por la naturaleza y las cosas pequeñas; y, sobre todo, fue una mujer audaz y enamorada del Dios de las Caballerías, del águila caudalosa, y todo eso con su gracia, su belleza y su fascinante sencillez. Eso es Teresa.

Para poder ser esas tres cosas tuvo que convertirse en una mujer de acción que luchó contra gigantes y malandrines, como los caballeros andantes que a ella tanto le fascinaban, antes de que Cervantes se los cargara con su realismo. Mientras que los hombres fundaban ejércitos, como san Ignacio con sus jesuitas, o revoluciones fanáticas, como Calvino con la hoguera donde quemó a Miguel Servet, santa Teresa creó algo más bello, femenino y delicado. Tuvo en su contra el ser mujer, pero si no hubiera sido mujer, no lo habría hecho.

A santa Teresa no la entendieron en su época ni después. En su época achacaban sus visiones al demonio y en la nuestra las achacan algunos a la enfermedad o el sexo. Ha tenido mala suerte nuestra Teresa, porque en su época se veía la cola del demonio en todas partes y en la nuestra la del sexo y la enfermedad.

Santa Teresa era una loca de Dios, del amor y de la libertad. En su época no entendían esa libertad y en la nuestra no entendemos a Dios. Y la suya y la nuestra no entienden el amor. Pero eso es Teresa.

Me enorgullece que hace unos años Jabo H. Pizarroso, el editor de Mono Azul, cuando aún no era el cuarto centenario de la santa, me encargase realizar esta antología.

A él y a ella mi gratitud y mi amistad.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Corazón silencioso

Fui ayer con dos filósofos y una filósofa a ver en el cine una película danesa que recomiendo vivamente y que trata en toda su crudeza y desde muchas perspectivas distintas el asunto de la decisión personal de poner fin a la propia vida cuando el deterioro es implacable, inminente y sin posibilidad alguna de curación. ¿Tienen derecho los deudos a impedir que el suicidando acabe con su vida? ¿Y este a exigirles que respeten su decisión? ¿Cómo sabemos que quienes lo apoyan no tienen intereses ocultos? ¿Quién quiere más al suicidando: el que lo ayuda a morir o el que se niega a ello? ¿Debe la ley permitir que cada cual decida con quiénes se quiere suicidar o eso se presta a abusos?

Corazón silencioso, de Bille August, trata todas estas cuestiones con delicadeza y demostrando que ninguna de las opciones que uno elija está libre de objeciones y más en esos casos extremos. Los actores actúan tan bien, es tan intensa la acción, el asunto toca tan de lleno el corazón, que, arrastrados por la catarsis, la filósofa y yo nos hartamos de llorar. Al principio yo intentaba disimular, pero ella lo notó y me dio un pañuelo.

Nunca fue caballero de damas tan bien servido.

Gracias.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Señora, de Serrat

Esta es una canción bien hecha y con un claro mensaje. Es una versión del bíblico "Dejarán el hombre y la mujer a su padre y a su madre y serán una sola carne", pero no puedo evitar que el que habla en esta canción me caiga antipático por la manera que tiene de dirigirse a la madre de la chica que lo ama. Su mensaje se reduce en un "¿Que no le gusto? Pues fastídiese, señora, a su hija sí".

Sí, ya sé que es ley de vida, pero ahora estoy en la edad en que empiezo a simpatizar más con la madre que con el melenudo fresco por el que se pirra la niña.

Si la canción hubiera dicho algo de esto:

"Gracias, señora, por haber tenido una hija tan guapa, tan bien educada por las monjas, porque es de esa muchacha, que ustedes han hecho posible, de la que yo me he enamorado y no de otra. ¿Cómo podré agradecerles lo que me está haciendo tan feliz? El amor que le tengo es tan grande, que contagia a todo cuanto la rodea: la tierra en que nació, el aire que respira, su pueblo, y a usted, señora, a quien beso la mano. Yo soy una buena persona y, aunque tenga melena y no sea el yerno con que usted ha soñado, aunque yo no tengo por qué pedirle permiso a usted para amar a su hija, quiero que sepa que seré digno del esfuerzo y del amor que usted ha invertido en ella. Si felicidad es lo que quiere usted para su hija, yo estoy dispuesta a dársela toda hasta el final".

me habría gustado más. Pero no; nada parecido a eso le dice, nada parecido a un agradecimiento. Tan solo se limita a regodearse en el hecho de que, a pesar de que ella ha dado la vida por su hija, él, con sus pintas y melenas, la tiene en la palma de la mano.

Me parece un tipo ingrato. .

Eso sí, la canción es bonita.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Un vídeo que debería dar la vuelta al mundo

Tras la aceptación social del aborto, nadie se pregunta qué hacen con los fetos humanos. Es un asunto que la gente prefiere no plantearse. Pues bien, en este vídeo la directora médica de Planned Parenthood, la gran empresa abortera de Estados Unidos, es cazada en un vídeo, mientras come ensalada, explicando por cuánto vende las partes del feto.

Hay más vídeos como este de otras personalidades de esa poderosa empresa explicando cómo se debe matar a un bebé para mantener intactos los órganos que más interesa vender.

Si trivializamos al nasciturus considerándolo un trozo de carne, nadie debería extrañarse de que, en vez de tirarlo, lo vendan. Y, puestos a trivializar, ¿por qué no trivializamos también a los seres humanos como trozos de carne un poco más grandes? La gran diferencia entre los trozos de carne adultos es que tienen con qué defenderse.

Si lo que escribo en esta página va a perdurar unos cuantos años, quiero gritar a los cuatro vientos, para que lo sepan quienes tengan a bien leerme, que las personas moralmente sanas nunca podrán aceptar la matanza de niños en el vientre de sus madres; que nunca dejarán de denunciarlo; que nunca los considerarán trozos de carne o espumarajos, como dicen algunos; que siempre sentirán horror por los carniceros de las empresas aborteras; que el aborto les parece una de las lacras más feas que está ocurriendo en el siglo XXI; que es una canallada que los que sí han podido nacer no dejen nacer a otros; que el escándalo no es que las empresas aborteras comercien con fetos humanos, sino que matar al nasciturus sea un derecho.

 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Raphael y la Virgen

Me gusta Raphael en esta canción.

Por entonces una canción de tema religioso sonaba natural.

Me emociona la incoherencia de la letra cuando dice que las flores que le ponía a la Virgen en su altar "eran mías, solo mías; las robaba cada noche para ti".

Estoy seguro de que robar flores para la Virgen no es pecado.

Esto de reírse de la gente religiosa, de considerarla pacata, anticuada o tonta, es algo que siempre se ha estilado en estos lares, incluso en épocas oficialmente católicas. A ver si ustedes averiguan en qué momento de la canción se refiere Raphael a eso.

Pues eso, con ustedes, el gran Raphael.

martes, 1 de septiembre de 2015

Que te pego con mi espadita mala

Amigos, ¿qué tal?

Empiezo septiembre con una lista de diez propósitos (morales, deportivos, profesionales, literarios, familiares y espirituales).

Uno es hacer 45 minutos de deporte tres veces a la semana en casa, para darle no solo a la cabeza sino al cuerpo; y otro es acabar una novela que me tiene absorto. Es curioso que esa novela surgió de pronto el verano pasado, pero nutriéndose de elementos, personajes, situaciones y emociones que llevaba años rumiando y que de pronto han tomado cuerpo. Cuando la inspiración viene, viene y, si hubiera decidido no venir, esos elementos dispersos habrían estado dándome vueltas en la cabeza hasta la tumba sin convertirse en novela. Así que estoy contentísimo, pero agobiadísimo, porque la novela, mientras se va escribiendo, se encuentra con escollos, cruces de caminos imposibles, incoherencias que no sé cómo resolver, asuntos en los que me tengo que asesorar y, para colmo, cualquier cosa interesante que me dicen u oigo, cualquier nombre o frase que oigo al azar, me sirve para algo de la novela, me cubre un hueco, me aparta un árbol que me permite por fin ver un claro en el bosque...

Y, en fin, para que os riáis un poco, este año he enseñado a un grupo de chicas adolescentes a jugar a la brisca; las vi jugar tanto con la baraja inglesa, que me propuse enseñarles a jugar con la española, pero tuve la mala fortuna de contar con una baraja que parece fabricada por los chinos. Mirad, si no, a la sota de espadas, que parece que nos está diciendo:

"Huy, que te pego con mi espadita mala".

Así que las chicas prefirieron el parchís. Por cierto, perdí en todas las partidas.

Me alegro mucho de volver a estar aquí con quien tenga a bien entrar en esta casa.