lunes, 29 de febrero de 2016

Murciélago

Siempre me ha parecido que de un modo u otro favorecen la crueldad tanto las opiniones que igualan en valor un perro y un niño como las que no tienen en cuenta el sufrimiento de los animales. La crueldad con nuestros hermanos pequeños los animales deshumaniza al hombre, que tiene el deber de velar por todo lo que está a su merced, que es casi todo. Me gusta cómo este poeta me ha inspirado este pensamiento.

MURCIÉLAGO
Siendo niño, has visto muchas veces
la pasión y muerte de un murciélago,
clavado en una puerta por sus alas,
y al que por irrisión se ponía un cigarrillo
en la boca; y has oído
su grito y la risa de los crucificadores.
¿Cómo soportarías luego los iconos, los relatos
de la cruz de Cristo. Porque,
¿acaso bajaste de su cruz a algún murciélago?
(De José Jiménez Lozano)

jueves, 25 de febrero de 2016

Mi primer día de clase

Aún recuerdo la ilusión y el miedo con que entré en un aula yo solo mi primer día de trabajo como profesor, una ilusión y un miedo que se repiten cada inicio de curso.

Fue en una clase de latín de segundo de BUP, lo equivalente ahora a cuarto de ESO. Llevaba cinco minutos de clase cuando dije que también daríamos, además de lengua latina, mitología y, entonces, un alumno entusiasmado dio una palmada gritando "¡Bien!" y yo, nerviosito perdido como estaba, interpreté aquel gesto como una insolencia, como una disrupción malintencionada y lo expulsé de clase con un grito más fuerte que el suyo, y el chico salió de allí todo colorado.

Durante el resto del curso se esforzó por demostrarme que él era un buen alumno y, de hecho, lo era de modo natural, sin hacer esfuerzos. Y así fue como aprendí que los primeros días no había que precipitarse; que era mejor observar bastante antes de tomar la decisión de aplicar un castigo; que la mayoría de la gente reacciona bien cuando la tratas con simpatía y respeto; que solo conviene castigar a la persona que, después de ser respetuosamente advertida varias veces, interpreta el respeto y la amabilidad como debilidad y estupidez y entonces continúa con su conducta irrespetuosa.

Pero sigo disfrutando como un enano cada vez que a mis alumnos se les abren los ojos con las cosas que les cuento en las clases.

Dios los bendiga.

lunes, 22 de febrero de 2016

Órgano y saxofón

Estoy encantado con dos conciertos a los que he asistido.

El primero fue el Concierto de Navidad en mi instituto, donde dos muchachos tocaron un palo flamenco con la guitarra y la trompeta. Y el segundo ha sido durante la misa de este domingo en mi parroquia de Santa Cruz en Sevilla, donde dos ingenieros aeronáuticos han tocado el órgano y el saxofón y nos han llevado a todos un poco más cerca del Cielo o, mejor dicho, nos lo han bajado de las alturas, quizá porque está aquí y no lo sabíamos hasta que hemos oído tan alta música.

En la Cartuja de Granada y en la de Miraflores de Burgos, los cartujos elevaron la arquitectura y la escultura a una belleza inusitada para que, al entrar allí, nos sintiéramos en el preámbulo del paraíso, de aquello que "ni ojo vio ni oído oyó". El ojo humano necesita toda esa maravilla visual de volutas, columnas, torbellinos de ángeles, flores de acanto y cúpulas a las estrellas, para hacerse una idea de lo que "ni ojo vio". Muchos arquitectos, pintores, escultores, escayolistas, imagineros hacen falta para todo eso.

Pero el oído humano, como bien sabía Bach, no necesita tanto. Basta un órgano para levantar en un momento un sinfín de catedrales góticas infinitas buscando en los espacios locamente a Dios para traérnoslo al corazón. Si además el añadimos un saxofón, entonces se nos abren los cielos.

Y para quien quiera oír otra vez el órgano y el saxofón, pueden ir a una de las iglesias más bellas de Sevilla, que quemaron durante la Segunda República y salió bellamente indemne, la iglesia de San José, en calle Sierpes, este jueves próximo, a cargo de dos ingenieros aeronáuticos. El dinero recaudado servirá para restaurar el templo, donde, por cierto, los pájaros de los franciscanos cantan durante en el concierto escondidos tras el retablo.

sábado, 20 de febrero de 2016

Un poema de Luis Alberto de Cuenca

Decían los griegos que el amor es un dios, y los cristianos dicen que Dios es Amor. Y este poema dice, según yo lo entiendo, que el amor es lo único que queda cuando nada queda y lo único que salva cuando todo condena. Por eso me gusta tanto y os lo mando en un moisés por el Nilo de Internet, porque, aunque llevo a mis espaldas una buena carga de dudas, de una cosa estoy seguro: si algo es la verdad, es el amor y, si algo es Dios, es Amor.

MOISÉS
Dame la mano. Hay que cruzar el río
para llegar al otro lado, y siento
que las fuerzas me faltan. Cógeme
como si fuera un bulto abandonado
en un cesto de mimbre que se mueve
y que llora a las luces del crepúsculo.
Cruza el río conmigo. Aunque sus aguas
no replieguen su cauce ante nosotros
esta vez. Aunque Dios no nos asista
y una nube de flechas acribille
nuestras espaldas. Aunque no haya río.

(Cuaderno de vacaciones, de Luis Alberto de Cuenca)

miércoles, 17 de febrero de 2016

El totalitarismo laicista

Si una de las características del totalitarismo es la intromisión del Estado en nuestra vida privada, entonces la pretensión laicista de que las personas nos dejemos en casa la religión cuando estamos en el ámbito público es totalitaria, porque yo soy la misma persona en mi casa que en mi trabajo y creo en Dios tanto en un sitio como en otro. Sin embargo, está muy extendida la idea de que la religión solo puede mostrarse en el ámbito privado. Me he dado cuenta de que, cuando en mi trabajo o en el mundo de los escritores, le digo a alguien que rezaré por él o digo sin morderme la lengua que creo en Dios, la gente no sabe cómo reaccionar, porque se ha creado un ambiente laicista desfavorable a ese tipo de opiniones.

Habermas, que era un filósofo que se definía con toda humildad como persona "sin sensibilidad religiosa" (religiös unmusikalisch), en una conferencia pronunciada en 2001 en la Paulskirche de Frankfurt del Main, dijo que no se le puede exigir al ciudadano religioso que prescinda de su convicción religiosa cuando participa en el discurso público.

No puedo prescindir de mi sensibilidad religiosa, igual que no puedo prescindir de mi sensibilidad artística, y cuando hago mi trabajo, trabo mis amistades o hago un discurso, soy quien soy, y solo una persona totalitaria puede pretender que me guarde la palabra "Dios" en el bolsillo.

Una cosa hermosa y libre es que en un Estado aconfensional nadie tenga obligación de profesar religión alguna y otra cosa, fea y liberticida, es que en el ámbito público sean posibles cualesquiera manifestaciones humanas, menos las religiosas.

martes, 16 de febrero de 2016

El varón proveedor

Recuerdo la sonrisa de satisfacción con que mi padre me contó la tremenda alegría que le dio poder invitar a una ronda a sus amigos cuando ganó su primer dinero. A mí me pasó lo mismo. Ahora entiendo por qué dice que Marvin Harris que los primeros jefes no surgieron por usar látigo, sino por usar la generosidad. La alegría de la fiesta, el saber que ha sido su generosidadquien la ha hecho posible,  la abundancia ganada con el sudor de la frente, es lo que anima al varón proveedor de la barbacoa familiar cuando entra con la bandeja repleta de carne para dorarla al fuego y repartirla como un gran señor que ha luchado en el bosque con la bestia que ha despedazado para nosotros.


sábado, 13 de febrero de 2016

Gusanos de seda, de José María Jurado

Lo mejor de la poesía de José María Jurado son sus imágenes, su elegante majestad y su contundencia, puestas al servicio de una atmósfera atemporal en medio de la que una voz de sacerdote convoca a elementos naturales y personajes de tiempos y espacios diversos a construir el poema como una catedral gótica apuntando al infinito. Esa atmósfera traslada al que recibe los poemas a una región más alta y envuelve su sensibilidad.

Buen ejemplo de ello es “Luna llena en Piazza Navona”, donde la luna llena “alumbrando los ojos de los muertos/ viene a pasar revista a sus legiones”; o “Folías de España”, donde la vida y la muerte danzan con el tiempo inexorable.

Mis poemas favoritos son “Bulbos”, que es la transfiguración de las flores en el Tabor de la poesía; “Miércoles de Ceniza”, cuya fabulosa descripción tiene lo mejor del Apocalipsis y del microrrelato con sorpresa final; “Spaghetti Western”, por la virilidad que rezuma; “Let it be”, por la magnífica manera de contar una historia magnífica; “Ya Rabbi Yasou”, un sentido y hermoso homenaje a los ventiún cristianos coptos asesinados por los islamistas en las playas de Libia o, quizá, más que un homenaje es un himno, tal como los del Peristephanon de nuestro Prudencio; y el poema final, el número 33, que termina abriendo los cielos.

Aquí os dejo con "Heideggeriana", un hermoso poema que es a la vez filosofía viva y plegaria profunda.

Viento del ser, condúceme hasta el claro
del bosque por senderos de palabras y hojas
tamizadas de luz y de conciencia pura.

Viento del ser, concédeme el lenguaje
ligero de los pájaros, la rama
donde mirar al sol para aguardar la noche
y hundirme en el crepúsculo de Dios.

Derriba la caña del pensar,
viento del ser, que todo sea acción,
acción y voluntad fundadora del mundo.

Tú que agitas las copas de los árboles
sacude nuestra angustia al filo de la muerte
y extiende nuestro tiempo más allá del abismo.

Así sea.

Gracias, José María, por aumentar con tu libro el número de cosas hermosas en el universo y porque labras una poesía de luz, no de la oscuridad.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Dilema

Imaginemos que tu mejor amigo se empeña en organizar una fiesta para celebrar que ha descubierto que él es en realidad no un hombre, sino un extraterrestre. No está loco, sino que sencillamente está firmemente convencido de que es así. Y te invita. Para él es el acontecimiento más importante de su vida ha sido ese descubrimiento gracias al cual ha entendido muchas cosas oscuras del mundo. ¿Irías a la fiesta o intentarías convencerlo de que vaya a un psiquiatra?

domingo, 7 de febrero de 2016

Un pincel con mi pelo

Nunca olvidaré el día en que quise inaugurar la acuarela que me regalaron por mi primera comunión y no encontraba pincel por ninguna parte y he aquí que madre me hizo uno con unos palillos de dientes y un mechón de mi pelo entonces copioso.

Nunca he dibujado tan bien como aquel día. Desde entonces no hago más que dibujar  a mi madre en mi imaginación con los colores más frescos y transparentes de todas las acuarelas, joven, sonriente, hacendosa entre las flores que huelen a ella.


miércoles, 3 de febrero de 2016

Palomas y serpientes, de Enrique García-Máiquez

Doy mi más cálida bienvenida a este libro inteligente, variado y sutil que me ha abierto muchas ventanas con sus chispazos de luz. Lo que más me ha cautivado son sus definiciones, que dan todas en el clavo y, encima, con elegancia, originalidad y, sobre todo, con intuiciones que, si no son la verdad, se le acercan bastante. No es un libro de greguerías ni de juegos de palabras ni de imágenes sorprendentes ni de ingenios. Es un disparador de estrellas para que cada cual ilumine su cielo nocturno y personal. Ahí van algunas de las que han iluminado el mío. 

Buena travesía a todos.


Quisiera no hablar tanto de Dios; pero decidme algo mejor.

Cuando uno se arrepiente de haber sido bueno, fue tonto, no bueno.

Mi corazón -tac, tac, tac, tac- llama sin cesar, pero qué pocas veces le abro.

Humor: tres letras de humildad y de amor también tres.

Lo peor de aspirar a la fama es que te lleva a envidiar a quien no admiras.

Si el precio de ser feliz es que los tristes piensen que eres tonto, es bastante barato.

La gracia es la belleza en movimiento: fugándose del tiempo.

El alma que se queja en los aullidos de un perro maltratado es la del que lo maltrata.

Tanto afán por la igualdad sólo nos alcanza para repetirnos: "Nadie es más que yo", en vez de: "No soy más que nadie".

Pensar es no estar de acuerdo con nuestras propias ideas.

El tiempo es la paciencia de Dios.

Se puede ser muy bueno y estar muy triste, pero es imposible estar muy alegre y no volverte más bueno.

La poesía es lo que no hace falta que se necesita.

Hay que ser muy famoso para que te cite un tonto.

Clásico es el libro al que teníamos que haber llegado antes.

La mejor poesía es una reseña de la creación del mundo.