miércoles, 17 de febrero de 2016

El totalitarismo laicista

Si una de las características del totalitarismo es la intromisión del Estado en nuestra vida privada, entonces la pretensión laicista de que las personas nos dejemos en casa la religión cuando estamos en el ámbito público es totalitaria, porque yo soy la misma persona en mi casa que en mi trabajo y creo en Dios tanto en un sitio como en otro. Sin embargo, está muy extendida la idea de que la religión solo puede mostrarse en el ámbito privado. Me he dado cuenta de que, cuando en mi trabajo o en el mundo de los escritores, le digo a alguien que rezaré por él o digo sin morderme la lengua que creo en Dios, la gente no sabe cómo reaccionar, porque se ha creado un ambiente laicista desfavorable a ese tipo de opiniones.

Habermas, que era un filósofo que se definía con toda humildad como persona "sin sensibilidad religiosa" (religiös unmusikalisch), en una conferencia pronunciada en 2001 en la Paulskirche de Frankfurt del Main, dijo que no se le puede exigir al ciudadano religioso que prescinda de su convicción religiosa cuando participa en el discurso público.

No puedo prescindir de mi sensibilidad religiosa, igual que no puedo prescindir de mi sensibilidad artística, y cuando hago mi trabajo, trabo mis amistades o hago un discurso, soy quien soy, y solo una persona totalitaria puede pretender que me guarde la palabra "Dios" en el bolsillo.

Una cosa hermosa y libre es que en un Estado aconfensional nadie tenga obligación de profesar religión alguna y otra cosa, fea y liberticida, es que en el ámbito público sean posibles cualesquiera manifestaciones humanas, menos las religiosas.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablar de "totalitarismo" en este contexto es degradar el verdadero, y atroz, significado de esa palabra, y reducirla a la banalidad ("la banalidad del mal", de la que hablaba Hannah Arendt), cosa tan lamentable como peligrosa. La misa, y en general el culto religioso, es un acto PÚBLICO, no privado, y pagado, al menos en parte, con el dinero de todos, religiosos o no. Y se celebran libremente, y puede libremente asistir a ellos cualquiera que lo desee.

Nadie tiene prohibido en España, ni en parte alguna que yo conozca del mundo occidental, el profesar la religión que desee, y menos todavía la cristiana, que es de la que aquí se habla aunque no se la mencione. Cosa distinta es que quienes la profesan intenten, en el ámbito de la enseñanza o en cualquier otro, imponer sus ideas a todos, la profesen o no.

Nuestro calendario, sin ir más lejos, se rige fundamentalmente por festividades religiosas católicas, impuestas a todos aunque no sean católicos, no obstante lo cual (y otros mil ejemplos que podría poner) a mí no se me ocurre hablar de "totalitarismos". Pero es que, para mí, las palabras tienen un valor y un significado, lo que en este caso al menos no parece ocurrir con el autor de la entrada.

No existe en España totalitarismo "laicista", como no existe totalitarismo religioso, aunque más cerca (pero infinitamente lejos, por fortuna) estaríamos de lo segundo que de lo primero: son muchas las cosas en el ámbito público (sólo he dado dos ejemplos; hay cientos) regidas por convicciones religiosas que se imponen de hecho a quienes no las tienen o tienen otras, tan respetables como las católicas. Un poquito menos de banalidad, please, en cosas tan serias.

Dyhego dijo...

Yo creo, don Epifanio, que hay que separar la simbología religiosa de los actos público-políticos. Como principio general.
Por otro lado, habla usted de la imposibilidad de separar su condición de creyente de su condición de profesor, o de escritor, o de lo que sea. Evidentemente, nuestra actitud y nuestras palabras expresarán antes o después nuestras creencias. Eso no es ni bueno ni malo. Pero, como todo, depende de la intención, de la insistencia o de la forma.
Pondré un ejemplo, si yo he dejado de fumar, en algún momento de la clase les diré a los alumnos que es bueno no fumar y cosas así. Si fuera vegetariano, supongo que en algún momento diría que comer menos carne es beneficioso. Un cristiano diría, quizás, que la fe lo ayuda a ser mejor persona y cosas así. Aún así, hay mensajes y "mensajes". Sería inadmisible que un cristiano dijera en clase barbaridades como "la homosexualidad es una enfermedad". Pongo este ejemplo porque me dijeron (no puedo asegurar que sea cierto) que una profesora de religión dijo eso en clase. Tampoco quiero que decir que los cristianos piensen así. Es solo un ejemplo. Supongo que todos transmitimos un poco nuestra ideología o nuestras creencias, pero hay que ser muy cauto.

25 neutonios cautos, que no cautivos.

Anónimo dijo...

Respondo anónimamente al anónimo anterior. Soy lo que se dice un ateo católico. NO tengo sensibilidad religiosa, como Habermas, pero estoy casado con una católica y mis hijos lo son. Quiero decir que mi homónimo el anónimo es quien banaliza la señal de alerta que está usted lanzando. Seguramente antes de la Noche de los Cristales Rotos los alemanes habrían llamado tremendista y alarmista a un judío que los alertase del peligro que se viene encima. Del mismo modo, el anónimo lo acusa a usted de banalizar el término totalitario. Yo creo más bien que él está banalizando el peligro del laicismo, que es una cuña totalitaria en un régimen aún democrático pero al que deteriora y lo malo es que, como las cuñas, abre una brecha cada vez mayor por la que cada vez se cuela. Y no hablo solo de los asaltos a las capillas en España y las Femen por toda Europa y las crecientes profanaciones y las tartas contra los obispos y los atentados contra las iglesias en España y las exposiciones blasfemas y la retirada de subvenciones a todo lo que suena a religioso mientras se conceden a otros grupos ideológicos, sino que hablo por mí mismo, por lo que le ha pasado a mi hijo en su instituto, de lo que no puedo dar datos.

Por otra parte, el anónimo, además de banalizar el peligro del laicismo, dice que los católicos no tienen por qué quejarse porque pueden ir a misa. ¡Faltaría más! Aquí el autor de la entrada no está denunciando falta de libertad para ir a misa, sino una creciente resistencia y beligerancia a la espontaneidad de la expresión religiosa en cualesquiera ámbitos.

Por otra parte, este anónimo debería calmarse, como ya le he aconsejado en alguna ocasión, cuando, abusando de las palabras que dice respetar, afirma que las festividades religiosas han sido "impuestas". Esas cosas no se imponen, sino que se heredan.

Para colmo, nuestro tremendista amigo parece poner en boca del autor de la entrada palabras que no ha dicho. Afirma: "no existe en España totalitarismo laicista". ¿Y cuándo ha dicho el autor que en España haya un totalitarismo laicista? Lo que ha dicho que el laicismo es totalitario.

Por último, el anónimo se permite aprovechar la generosidad del bloguero para con los anónimos para entrar y tirarle de las orejas pidiendo, please, un poco menos de banalidad. Yo recomiendo al anónimo que se exalte menos, que sea menos tremendista, que no banalice el laicismo y que reescriba la entrada con el respeto que en una casa generosa debe tener un anónimo. Y, si no lo hace, le tiraré yo de las orejas.

Anónimo dijo...

SOy el último anónimo. Refutando la entrada de elefante en una cacharrería de mi homónimo, se me olvidaba decir que en principio quería escribir porque no estoy de acuerdo con Habermas y supongo que con usted tampoco cuando se define como persona sin sensibilidad religiosa, como si eso fuera una tara o una carencia. ¿Y si fuese una virtud que nos dota de otras sensiblidades?

Anónimo dijo...

Ignoro a qué se referirá mi tocayo con el tema de su hijo, ya que no lo explica. Pero puedo ponerle aquí, si lo desea, unas cuantas docenas de noticias hablando de actitudes intolerantes y retrógradas de curas y obispos católicos. Éste es sólo un ejemplo: http://politica.elpais.com/politica/2015/12/24/actualidad/1450951361_527699.html. Otros, sólo los titulares: "El obispo de Alcalá vincula homosexualidad y pederastia" (14-3-2015) "La ley antihomofobia ataca la libertad religiosa, según la Iglesia" (4-10-2014)... En fin, podría seguir hasta cansarle (y cansarme). No se me ocurredecir, por ello, que el catolicismo, o la fe religiosa en general, sean totalitarios. Esas barbaridades se las dejo a usted.

Respecto a que "el laicismo sea totalitario", aquí tiene la definición que la Academia da de "laicismo": 1. m. Independencia del individuo o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa. / 2. m. Condición de laico (‖ independiente de cualquier confesión religiosa). Y aquí, la que da de "totalitarismo": 1. m. Doctrina y regímenes políticos, desarrollados durante el siglo XX, en los que el Estado concentra todos los poderes en un partido único y controla coactivamente las relaciones sociales bajo una sola ideología oficial.

Lo que ambas cosas tengan que ver entre sí, me imagino que es cosa que no está al alcance de los nerviosos-tremendistas-elefantes en cacharrería, sino sólo de las personas enteradísimas que (vaya por Dios) no leen diccionarios, sin duda porque no les hace falta. Y conste, y termino, que mi mujer también es creyente, y que (por deseo suyo) la acompaño habitualmente a misa, y con mucho gusto. Ya ve que no les importa el que sea yo no una persona, creyente o no creyente, sino un nervioso elefante.


José María JURADO dijo...

Felicidades por tu entrada, Jesús.

Muchos pensamos como tú.

Es más habría que ampliar esta cuestión al controvertido debate ética pública/ética privada, que ha contaminado la salud moral de occidente, dando por buena o por mala una acción en función del espacio y tiempo en que se desarrolle y no por sí misma.

El relativismo, para subsistir, necesita cimientos que, al carecer de fundamento positivo, imponen realidades incontrovertidas de manera apriorística, como cualquier religión falsa, quiero decir no católica, claro.

Te felicito.

Anónimo dijo...

Respecto al anónimo que banaliza el peligro laicista, quiero decir que los términos laicidad, laicismo, aconfesionalidad, confesionalismo son discutidos en un debate que trasciende nuestras fronteras y no todos los que los usan se amoldan a la definición del DRAE y, según leo en los artículos que al respecto han escrito gente tan autorizada como Benedicto XVI y Adela Cortina, entre otros, lo que el anónimo elefante de la cacharrería entiende por laicismo es más bien laicidad. El laicismo es más bien una beligerancia contra lo religioso en el ámbito público, tal como se entiende en México o Francia o en nuestra Segunda República.

De todos modos, el autor de la entrada no utiliza la palabra "laicismo", sino "laicista". Igual que islamismo es la religión, pero islamista se refiere a un integrismo, del mismo modo "laicista" es un integrismo y aquí creo que debería intervenir el autor de la entrada para corregirme si me equivoco.

Pero escribo sobre todo para decir que usted, anónimo, para acompañar a su esposa a misa los domingos, es muy tiquismiquis con los obispos. Miro el último de los enlaces que usted manda y me parece que yo, sin ser católico, estoy de acuerdo con los obispos. Si la ley que critican en efecto pone en peligro la presunción de inocencia, hacen bien en criticarla. Muchas veces los obispos critican cosas que muchos piensan pero que la corrección política impide expresar, como cuando no sé qué obispo español dijo que entre los inmigrantes sirios se colaban personas que no eran inocentes. Todo el mundo se rasgó las vestiduras, pero ahora se sabe que entre los inmigrantes no solo se colaron integristas y terroristas, sino todos esos violadores organizados de Colonia.

Yo también, aunque sin dar enlaces, he citado muchos casos del peligro laicista que nos está acechando, pero para el anónimo del diccionario el verdadero peligro son los obispos. O tempora, o mores.

Anónimo del diccionario, no banalices, please, el totalitarismo laicista que nos está invadiendo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, si usted está de acuerdo con la libertad de cátedra, tendrá que admitir que un profesor diga burradas como que el hombre no ha ido a la luna o esa que usted cita. Lo que no es admisible es que obligue a los alumnos a dar esa valoración por un hecho o que los examine en función de esas opiniones.
25 neutonios sin burradas

Jesús Cotta Lobato dijo...

José María, ese debate que citas lo tengo siempre en la mente y pienso mucho en ello. Si lo que hay en común en mi vida pública y privada soy yo, ¿qué esquizofrenia es esta de tener que comportarme y opinar y decir y hacer en la faceta pública cosas que en mi fuero interno considero inapropiadas? Un abrazo grande

Jesús Cotta Lobato dijo...

Respecto a los anónimos, aunque me he propuesto no contestar a ellos, me salto mi propia norma y digo que, obviamente, estoy más de acuerdo con el segundo anónimo que con el primero (laicista es, para mí, un término de laicismo beligerante) y que para ser ambos esposos de católicas son los dos muy distintos. ¡Viva la variedad!

Respecto a las objeciones del primer anónimo, no he denunciado en mi entrada falta de libertades, sino el hecho de que la beligerancia laicista está ganando terreno mientras lo pierde la verdadera libertad de expresión, hasta el extremo de que, si las cosas siguen así, vamos a perder todos libertades.

Respecto a la objeción del segundo anónimo, no se me ocurre para qué otras sensibilidades le puede dotar a usted la carencia de sensibilidad religiosa, a no ser que se refiera usted al hecho de que, sin sensibilidad religiosa, se acentúan otros sentidos o capacidades.


Dyhego dijo...

Don Epifanio:
entiendo que la libertad de cátedra se refiere a proponer teorías contrastadas, no a que un loco fanático exponga el negacionismo del holocausto, el creacionismo o las visitas periódicas de alienígenas conspiradores.
Creo que es saludable que el estado vaya separándose de rituales religiosos.
Recuerdo, (de mi mocedad reciente, jejeje) que en el colegio (siempre he ido a colegio público) se hacía una misa. No creo que se deba decir misa en una escuela. Sí veo justificado que los alumnos de religión salgan del cole y asistan a una liturgia, pero fuera. En las fiestas del pueblo, recuerdo que se tocaba el himno nacional durante la consagración. No me parece correcto. De igual manera, no veo bien que un alcalde asista a una procesión en calidad de alcalde. Si quiere "penitenciar", que lo haga desprovisto de insignias municipales y que se ponga en la fila como cualquier otro penitente.
Me refiero a "desconexiones" (como dicen aquéllos...) "pseudo religiosas" de ese tipo.

Y, en cuanto a expresar su fe en el trabajo, hay formas y formas de hacerlo. No me parece correcto que un profe se ponga a rezar el rosario mientras vigila un examen. Si se quiere poner a rezarlo en el patio durante el recreo, pues que lo haga si quiere.

Me refiero a esos detalles. Supongo que una entrada no da para contar los diez mil matices que se pueden sacar de cada cuestión, pero, grosso modo, es la tendencia que veo más lógica y respetuosa con todos.

Me alegra su franqueza y valentía a la hora de exponere sus ideas, don Epifanio.

Un abrazote y 25 neutonios.

Anónimo dijo...

Algunas precisiones en respuesta a mi tocayo:

1) "Entre los inmigrantes se cuelan", etcétera. Puede ver en este enlace que esas declaraciones, que usted parece apoyar sin reservas, fueron hechas por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, y que han sido descalificadas por la propia Conferencia Episcopal (y el mismo Cañizares tuvo que disculparse por ellas): http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=25151. Pero ya se ve que a usted todo eso le trae sin cuidado. El principio básico de que no delinquen las comunidades, sino los individuos, y la responsabilidad, cuando la hay, es siempre individual, para algunos no existe. "Los negros -todos- son malos, y hay que perseguirlos", dice el KKK; "los españoles -todos- son malos, y hay que huir de ellos", dicen los independentistas; "los inmigrantes -todos- son una plaga, y hay que prohibirles la entrada"... En fin, así estamos. Desde esa visión del mundo en blanco y negro, no extraña nada que se llegue a afirmar que "el laicismo es totalitarismo". Lo de la realidad, y los matices, y todo eso, ¡es tan cansado! Y los tópicos, ¡tan cómodos!

2) No, nervioso amigo, yo no soy "tiquismiquis con los obispos". Jamás he afirmado, ni me verá hacerlo, que los obispos, o la Iglesia católica, son..., y aquí la burrada que a usted se le ocurra: esas generalizaciones se las dejo a usted, a quien al parecer le encantan. Los obispos, como los inmigrantes, son personas, individuos, y cada uno diferente de los demás; y es a cada uno, individualmente, a quien habrá que pedir responsabilidad por lo que diga o haga. Usted prefiere saltarse ese incómodo trámite, y remitirse a las simplificaciones: obispos, bueeeeenos, inmigración, maaaaala. A mí, en cambio, los tópicos no me sirven, sino los hechos reales, y el pensar (y actuar, si falta hiciera) sobre ellos. Lo otro, para el KKK y demás Guardianes de la Pureza Occidental. Ese Occidente no es el mío.

3) Que eso es así, lo prueba su afirmación de que usted "está de acuerdo con los obispos" (¿con todos, a priori, y digan lo que digan?). Ya ve que, sin embargo y en su propio ejemplo, no es ése el caso con la misma CE en el caso de Cañizares. Yo ni estoy de acuerdo ni en desacuerdo con colectivo alguno, sino con las ideas que me parecen razonables, dígalo (para citar a Machado/Mairena) Agamenón o su porquero. Esa postura suya (Agamenón sí, siempre, diga lo que diga; porquero no, nunca, aunque tenga razón) no es la mía. Ni tiene nada que ver con la razón. (Quizá sí algo con La Razón, el papelito de Anson; pero ésa es otra).

Anónimo dijo...

Respondo a mi tocayo el amigo de los diccionarios y los hechos objetivos que nunca es subjetivo ni apasionado sino racional y objetivo, a ese, pues, digo:

a) Dice usted que no es tiquismiquis con los obispos. Pues lo disimula usted muy bien en este párrafo: "... puedo ponerle aquí, si lo desea, unas cuantas docenas de noticias hablando de actitudes intolerantes y retrógradas de curas y obispos católicos. Éste es sólo un ejemplo: http://politica.elpais.com/politica/2015/12/24/actualidad/1450951361_527699.html. Otros, sólo los titulares: "El obispo de Alcalá vincula homosexualidad y pederastia" (14-3-2015) "La ley antihomofobia ataca la libertad religiosa, según la Iglesia" (4-10-2014)... En fin, podría seguir hasta cansarle (y cansarme)."

b) Mezcla usted las churras con las merinas. Claro que es una generalización decir que los negros o los españoles o los homosexuales son todos unos tal y unos cual, pero no es una generalización decir que el laicismo es totalitario, porque el laicismo es un concepto, una práctica muy concreta, y no un grupo de de personas. Es usted especialista en tachar a la gente a partir de cosas que la gente no ha dicho.

c) Es usted un soberbio cuando nos tacha a los demás de incurrir en tópicos y prejuicios. ¿No es un pedazo de tópico tontorrón decir que las fiestas religiosas las tenemos impuestas? Es usted tan tópico como los demás. NO se las dé de puro.

d) Por último, sigo insistiendo en que usted es un tremendista. Me recuerda a alguien que se llevase las manos a la cabeza por oír a alguien decir que tiene tanta hambre que se comería una vaca. Del mismo modo, si el autor de la entrada dice que el laicismo es una práctica totalitaria porque pretende acallar una dimensión importante de la persona como es la religiosidad, para quien la tiene, usted va y se lleva las manos a la cabeza diciendo que el autor está diciendo que en España hay totalitarismo. Me temo que a usted le gusta mucho oírse a sí mismo llevándose las manos a la cabeza escandalizado por las tópicas y erróneas ideas de la gente.

Anónimo dijo...

Como mi tocayo se responde a sí mismo, y no a lo que yo digo, veo difícil responderle a mi vez. Dice que "el laicismo es totalitario, porque el laicismo es un concepto, una práctica muy concreta, y no un grupo de de personas". Pero, por supuesto, la definición que de dicho "concepto" propone la Academia no le sirve (la recuerdo aquí: "independencia del individuo o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa"), porque no sólo no apoya sus prejuicios, sino que los desmiente por completo (¿cómo se comerá eso de la independencia totalitaria? ¿y cómo lo de que dicha independencia pretenda "acallar una dimensión importante de la persona como es la religiosidad"? ¿Acaso, para no "acallarla", el único modo es que el Estado sea dependiente de alguna organización o confesión religiosa?).

No, mire: el laicismo lo que propone es que el Estado no sea confesional (es decir, no profese explícitamente una determinada confesión, excluyendo o minimizando tanto a las demás como a quienes no son creyentes), sino respetuoso con todas ellas, justamente por no estar comprometido previamente con ninguna. Que a algunos eso les parezca "totalitario" es problema exclusivamente suyo. A mí me parece todo lo contrario, ya ve.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Diego, no estoy de acuerdo con usted. Yo defiendo la aconfesionalidad, no el laicismo. El Estado debe ser aconfesional, pero la sociedad no lo es, sino que es en gran parte religiosa y no hay por qué prohibirle que manifieste su religión. Es más, el Estado debe garantizar que la manifieste en cualesquiera ámbitos. El Estado está al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio del Estado. Y si en un pueblo la tradición es tocar el himno de España durante la consagración, ¿quién se puede molestar por ello? Y si en un colegio, público o no, hay una capilla y se celebra una misa para quien quiera, ¿quién se puede molestar por ello? Si no me obligan a ir a esa misa, no tengo derecho a quejarme.

Lo importante no es el laicismo, sino la libertad.

La diferencia entre usted y yo en este tema es que yo no veo inconveniente alguno en que el presidente de España jure su cargo ante una cruz y que el rey se corone en una misa y que haya un crucifijo en la consulta de un médico de la Seguridad Social ni una capilla en la universidad, en el aeropuerto o en los hospitales o que el alcalde de Sevilla salga detrás de una procesión... Lo único que me parecería mal es obligar a la gente a creer o descreer en algo. En lo demás, viva la libertad.

El Estado está ahí para garantizar los derechos de todos y no veo yo qué derecho vulnero poniendo una imagen de la Virgen en mi lugar de trabajo, sea público o no. Si alguien se molesta, es un suspicaz y no sabe qué son los derechos humanos. Sé que usted, con la mejor intención y para que nadie se ofenda, propone eliminar los símbolos religiosos, pero yo creo que no hay que eliminar lo que ofenda a alguien, porque entonces habría que prohibirlo todo, sino lo que atente contra los derechos humanos y lo que incite a la violencia o sea una clara mofa de las creencias de la gente.

Anónimo dijo...

Al Anónimo que colecciona barbaridades de obispos, me temo que es usted quien gusta de soltar su monólogo sin responder a las interpelaciones mías. En mi anterior comentario me referí punto por punto al suyo anterior, mientras que usted se limita a repetir sus loas al laicismo sin darse cuenta de que lo que usted llama laicismo es en realidad aconfesionalidad. Usted parece entender por laicismo la independencia del Estado respecto a cualquier confesión religiosa, pero yo entiendo por laicismo (como el autor de la entrada y que me corrija él si me equivoco) la reclusión de lo religioso a lo privado. Me remito por ejemplo a este artículo:
http://es.catholic.net/op/articulos/30378/cat/884/la-sana-laicidad-muy-diferente-del-laicismo.html
donde se diferencia laicidad de laicismo. Sí, ya sé que el diccionario recoge como laicismo lo que ese artículo entiende por laicidad, pero sepa usted que el diccionario no puede recoger todos los debates abiertos en torno a palabras cuyos significados varían muchas veces dependiendo del país, del ámbito y de la ideología de quien lo usa, tal como ocurre con palabras como "persona", que ahora empieza a utilizarse aplicada a animales ("personas animales"), algo que el diccionario de la RAE no recogía, igual que tampoco recogía hace tiempo la palabra homofobia.
Pero si usted prefiere empeñarse en no entenderlo aferrándose al significado del diccionario, es porque prefiere no entender, sino acusar con un dedo triunfante.
Allá usted y sus ínfulas.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Al anónimo último: sí, eso entiendo yo por laicismo. Creo que la conversación entre los dos anónimos ya ha dado de sí lo suyo. Les agradezco el debate. Buenas noches.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
yo veo bien la retirada de la simbología religiosa en espacios públicos no porque alguien se pueda sentir ofendido sino para crear un espacio neutral.
Creo que la simbología (no en vano, la imagen es un lenguaje tan potente como el oral. En algunos casos, más aún) en los espacios públicos (hablo de aulas, congreso, ayuntamientos, ministerios, etc) debe ser neutra para facilitar la convivencia. Por ejemplo: un crucifijo en un aula está enviando señales de quién maneja el cotarro aquí, dicho de forma llana. Tocar el himno durante la consagración manda otra señal: el estado y el catolicismo están unidos (monta tanto, tanto monta). Y así en muchos casos.
No se trata de prohibir que un alumno se persigne antes de empezar un examen, pero tampoco se trata de permitir que llene la mesa de estampas y crucifijos. No sé si me explico.
Mis padres me compraron de pequeño una cadena con una crucecita y nunca me la he quitado. Ni me estroba ni me deja de estorbar. En invierno, no se ve; en verano, con la camisa más desabrochada se ve. Tampoco voy a poner en el aula ni una foto del Che, ni de Buda, ni de nadie.

25 neutonios, don Epifanio.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Diego, sigo sin estar de acuerdo con usted. Si la simbología que haya en los espacios públicos es expresión de las creencias de la mayoría de la sociedad y esta no las impone porque estamos en un Estado aconfesional, no veo yo por qué hay que retirarla, a no ser que acceda usted a retirar cualquier símbolo de cualquier tipo que por cualquier mínima razón pueda no ser compartido por alguna persona, como, por ejemplo, símbolos monárquicos, culturales, históricos, deportivos, etc. El Estado ya es neutral desde el momento en que no es confesional, pero eso no implica que haya que eliminar la simbología religiosa. Si yo soy un cristiano en un país no cristiano pero democrático no me sentiría amenenazado por la simbología religiosa del Estado, sino que me limitaría a respetar las creencias mayoritarias de la gente que las mnifiesta espontáneamente y sin problemas. Las minorías han de respetar las creencias de las mayorías siempre que estas no las impongan y no creo que un crucifijo en un despacho imponga nada a nadie, sino que solo refleja las creencias de la gente que allí trabaja. Si usted no es creyente, no ponga el crucifijo y santas pascuas. Viva la libertad.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Le voy a poner a usted un ejemplo, don Diego. En cierto instituto, fundado por un cura hace años y que ahora es instituto público, hay una estatua de la Virgen presidiendo el vestíbulo y hubo muchos profesores que la querían quitar. No sé al final qué habrá pasado, pero el caso es que mi pregunta es: ¿a quién molesta la Virgen? ¿Por qué esconder esa parte de las creencias mayoritarias y además el origen religioso del instituto? Lo que a mí como alumno me tiene que importar no es que no haya símbolos religiosos, sino que la enseñanza sea libre y de calidad.
Por cierto, me alegro de que lleve usted su crucecita con naturalidad.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
sigo pensando que a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
Un abrazote y 25 neutonios, amigo.