jueves, 31 de marzo de 2011

Argumentum angelicum probabilioris (argumento angélico de los más probable)

Ayer pude haber muerto dos veces.

La primera fue en casa: me subí en una escalera de mano, pero al bajar  puse por despiste los pies en la parte sin peldaños y me caí al suelo y por poco me doy en la nuca con el filo de la mesa y en la sien con  el pico de la plancha, que estaba en vertical.

La segunda fue al salir de mi portal. Una bici conducida por un niñato a toda velocidad por mi acera casi me atropella. La evité lanzándome a la carretera por donde en ese momento pasaba un coche que, también, casi me atropella.

Yo sólo soy consciente de esas dos ocasiones de muerte. Seguro que hubo más: ¡de la de virus, inicios inexorables de cánceres, de la de balas, atracos, infecciones y terremotos. etc. que me habré librado cada día sin saberlo!

Pero tiremos por lo bajo: supongamos que sólo corro peligro de muerte unas dos veces al día. Como tengo cuarenta y tres años, he estado a punto de morir, redondeando, unas 32.000 veces o, por decirlo  con más optimismo, ¡me he salvado treinta y dos mil veces de la muerte!

Pero ¿quién o qué me ha salvado? No puede ser por casualidad, porque por casualidad o chiripa uno se salva una o dos veces, no treinta y dos mil. Además, la chiripa no es causa de nada.

Tiene que haber una causa, es más, un agente constante y benévolo que me haya salvado tantas veces de la fácil muerte que me aguarda en cada esquina y cada instante.

Y a ese agente yo lo llamo ángel. Y lo quiero un montón.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Un placer que ya no me compensa. Cambiar de vida para dejar de fumar. Duodécimo día.

Yo comprendo que, con tal de dejar de fumar, la gente se convenza, como pretende el famoso Allen Carr, de que fumar no es un placer. Pero sí que lo es. Insustituible además. Coronar el placer con un pitillo, compartir bocanada a besos con alguien en la cama, hacer aros azules de humo con los amigos en la oscuridad, rematar  un soneto y celebrarlo con un puro... en fin... no sigo, que me pierdo.

Pero es un placer que a mí me costaba salud y servidumbre. Así que he optado por renunciar a él. Y esa sensación de pérdida la compenso ganando en otras cosas que valoro muchísimo. Por ejemplo, me contemplo a mí mismo corriendo fuerte y sano por las rubias playas, bajo el sol de Dios, con los pulmones henchidos del aire azul que las plantas limpian para mí. Me imagino todo musculoso levantando por la cintura a una mujer. Me imagino coronando la cumbre del Everest. Me imagino haciendo frente a un chulo prepotente que se quería colar en la cola del autobús. Me imagino buceando con sirenas en busca de perlas en los fondos oceánicos.. Me imagino muuuuuuchas cosas.

Además, para que la sensación de pérdida sea inferior a la de ganancia, no he tenido más remedio que abandonar ciertos hábitos que yo asociaba al tabaco: el café, el chocolate y la cerveza. Ahora me he pasado al rooibos, el té verde y, a veces, un tinto. Estos nuevos hábitos me preparan para la nueva vida que estoy emprendiendo.

Pero el cambio más radical que he hecho ha sido apuntarme a un gimnasio. Empiezo el lunes próximo. Ya os contaré la experiencia, yo, que hasta ahora estaba virgen de gimnasios.

Y, bueno, ya que por lo visto algunos lo han leído, gracias al Reader, en una entrada que por pudor acabé borrando, lo suelto ahora: la otra razón por la que he dejado de fumar es porque el urólogo, durante una revisión, me lo recomendó encarecidamente. ¡Y yo tengo mucha fe en la experiencia profesional de mi urólogo! Renunciar al pitillo en honor al pito es una de las mejores cosas que puede hacer un hombre de cuarenta y tres años como yo.

Me daba vergüenza decirlo, pero lo he dicho, por si a alguien le sirve.

martes, 29 de marzo de 2011

Qué cambios he percibido hasta este undécimo día sin fumar. Ocho más y dos menos

1. Tengo más apetito.
2. Tengo más sueño.
3. Tengo más fuelle.
4. Tengo más energías.
5. Tengo más libido y más potencia sexual.
6. Tengo más libertad y más tiempo.
7. Ya no tengo manchas en los dedos.
8. Tengo los dientes más blancos.

Pero
9. Me expreso peor. No encuentro las palabras.
10. Escribo menos.

Por ahora.

domingo, 27 de marzo de 2011

Hiperlaicos endemoniaditos

No me refiero a los que, sencillamente, no se interesan por la religión, sino a los que se interesan muchísimo allí donde esté para erradicarla. Ven un crucifijo y, como la niña del exorcista, echan espuma por la boca y giran el cuello hasta retorcérselo. Lo disfrazan de libertad, pero es sencillamente cristianofobia, lo cual es, como mínimo, tan malo como el racismo y la homofobia. Si el racismo y la homofobia son en España agravantes de delitos, también debería serlo la cristianofobia. El problema no son los negros, los homosexuales y los cristianos, sino los racistas, los homófobos y los cristianófobos.

Hace seis años trabajaba yo en un instituto de un pueblo y se remodeló la sala de profesores. Y todos los cuadros que estaban en la pared fueron colocados menos uno, el de la patrona del pueblo. Entonces el profesor de religión y yo, que era el vicedirector, lo colgamos en un rincón muy discreto. Y no había pasado ni media hora cuando vinieron a mí para protestar dos hiperlaicos que la habían visto. Eso es tener ojo, sí señor.

Al parecer, les molestaba esa imagen y exigían que se quitara. Y yo les dije que la mitad de las alumnas del insti tenían el nombre de la patrona, que era un símbolo cultural del pueblo, que ellos podían poner, si lo deseaban, un cuadro con otro símbolo del pueblo, como el castillo o el río. Y todos en paz y en libertad.

Pero los hiperlaicos no están en paz. Son, como dice un alumno mío, unos sin vida: tienen su vida vacía y quieren vaciar la de los demás. Y además creen en el cristianismo más que los propios cristianos, pues se toman más molestias contra él que los cristianos a favor de él. Si les resultara indiferente, se irían a la playa en vez de hacer cosas como ésta.

El prejuicio y la ignorancia les impiden entender que la libertad y la tolerancia no consisten en eliminar lo que a ellos les ofenda, sino precisamente en perrmitirlo, porque, si tuviéramos que eliminar lo que a alguien ofende, habría que eliminarlo todo. Y, entonces, adiós a la libertad.

Por fortuna, el Tribunal de Estrasburgo acaba de dar la razón a la libertad y no al laicismo.

sábado, 26 de marzo de 2011

Octavo día sin fumar. Grado de resistencia a la tentación

El vino y la  música me pierden. Y ayer, en la boda entre Panagiotis y Toñi, entre bailes griegos y vinos españoles, casi me perdí. Me pasé toda la noche luchando contra una tentación cada vez más grande. Mi grado de resistencia a ella, en una escala de uno a diez, es de cuatro. Pero las mujeres que iban a mi lado me salvaban una y otra vez del peligro con sonrisas y bailes y, en concreto, una niña de nueve años se me durmió en brazos justo cuando la tentación me había convencido con el siguiente argumento: "Es cierto que lo más sano es no fumar. Pero ¿desde cuándo te interesa a ti lo sano? El espíritu de la fiesta exige que uno se rompa la camisa, tire el vaso al suelo, se suelte el pelo y corone el duende de la noche con una pequeña locura, por ejemplo, un cigarrito. Luego, mañana te arrepientes, como en los buenos pecados, y adelante otra vez con tu aburrida cruzada personal contra el vicio".

Si no caí fue por las mujeres que me quieren. Y ahora estoy feliz, porque sé que, a diferencia de otros placeres, el tabaco, tras unos días de abstinencia, es una sensación decepcionante: sabe a lo de siempre, no era para tanto, no valía  la pena haber sufrido tanto, total, para unas caladas para calmar mi ansiedad. Si el pitillo me convirtiera en un fauno rodeado de frescas ninfas, ¡allá que iba yo! Pero me convierte en un fumador atormentado. Mejor me quedo en exfumador atormentado. Al menos es más sano.

Lo que más lamento de todo esto es la cantidad de energía espiritual personal que tengo que invertir en algo tan corporal como estar sano, cuando me gustaría invertirla en algo más noble.

A los varones de la boda no nos regalaron puros, sino corbatas. Yo elegí una morada, que me pondré a partir de ahora en todas las bodas para vencer las tentaciones.

jueves, 24 de marzo de 2011

Sexto día sin fumar: consejos que me da la gente para quitarme el mono

1. Respira hondo. Siente el aire puro penetrar tus pulmones. Hincha el pecho. Disfruta.

2. Date un paseo, vete al cine, manténte ocupado.

3. Haz flexiones, hazte unos largos, unas carreras, una... ejem.

4. Túmbate y contémplate a ti mismo sano y fuerte correr por la pradera.

5. Ponte de rodillas y pide ayuda a todo el cielo.

6. Date una ducha.

7. Repasa tu lista de los motivos por los que has dejado de fumar.

8. Recuerda lo mucho que te vas a arrepentir después si caes ahora.

9. Bebe mucha agua.

10. Come caramelos sin azúcar.

Se aceptan sugerencias.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Quinto día sin fumar

Hoy comienzo mi quinto día sin fumar. El peor ha sido el tercero. Por eso escribo poco, porque sólo tengo fuerzas para luchar contra el monstruo de la nicotina, que está dando sus últimas boqueadas. Ya no la tengo en la sangre, sino en la cabeza. Ahora tiene lugar la psicomaquia. Si venzo en el combate, me aguarda la Tierra Prometida. Y lo celebraré con vosotros.

lunes, 21 de marzo de 2011

Os regalo estas palabras

1. Papirodactilotomía: cortarse el dedito con el filo de un papel. "Ayer sufrí una papirodactilotomía y casi me muero de la impresión."

2. Trofotricofobia: aversión profunda a encontrarse un pelo en la comida. "Camarero, cámbieme la sopa, porque hay en ella un pelo y soy trofotricófobo."

3. Erotoginecolisis: acción de desatar a una mujer con amor. "Cariñín, te voy constreñida por miles de obligaciones, atada por miles de prejuicios. Anda, déjame que te someta a un proceso de erotoginecolisis".

4. Melanoquirotermia: calor de la mano del negro. "Cada mañana, cuando voy al curro, le estrecho la mano a Patricio, el nigeriano del semáforo. Y el calor de su mano me reconforta. La leucoquirotermia y la melanoquirotermia de ese apretón de manos es lo que Dios quiere que hagamos".

5. Pterocefalomorfo: que tiene forma de cabeza con alas. "El otro día me emborraché y tuve alucinaciones pterocefalomórficas".

6. Agatopolemología: la ciencia encargada de estudiar qué guerra es justa y cuál no. "La de de Irak era injusta, pero la de Libia es justa, porque los agatopolemólogos de la ONU han decidido que está justificado matar libios".

7. Earagnosteleusis, o sea, la primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido.

viernes, 18 de marzo de 2011

Muñecas hinchables

Ahora que está de moda decir que todas las opciones sexuales son igualmente valiosas, quiero decir lo contrario: hay algunas muy empobrecedoras que equivalen exactamente a enterrar un talento, el de Eros, que Dios nos dio para ser y hacer felices.

Y voy a centrarme en la pigmalionofilia, palabro con que designo la parafilia consistente en el gusto exclusivo por las muñecas hinchables (y entre los adictos a esta parafilia incluyo a esos hombres que quisieran que las mujeres tuvieran un botón de apagado y encendido).

¿No es un desperdicio que un varón con todas sus cositas y hecho para el amor y el cuchicuchi jadee sobre una superficie plástica inflada de aire? ¡Si al menos el aire, al inhalarlo a besos, colocara un poco!

En el mito, Pigmalión consiguió que la estatua, a fuerza de abrazos, se convirtiera en mujer. Pero en la realidad, el pigmalionófilo, a fuerza de abrazar a la muñeca, sólo consigue como mucho que explote.

¡Y qué susto da cuando explota!

Bueno, os dejo, que tengo que ir a inflar la mía.

miércoles, 16 de marzo de 2011

De damas y caballeros a machos y hembras

Siempre estuvo mal visto el hombre que pegaba a su mujer. Ese era un mal hombre, porque no era un caballero, que era precisamente el modelo en el que se educaba al hombre. Caballero era quien defendía a la mujer y la trataba como a una dama. Pegarle a una mujer nunca ha sido cosa de hombres.

Por eso, no es cierto el tópico que relaciona la violencia doméstica de hoy con el machismo de ayer, porque el machismo de antaño no consistía en misoginia y violencia, sino en asignar al hombre el papel de la vida profesional y pública y a la mujer el papel de la vida privada y familiar.

Yo creo más bien que hoy hay más violencia en general que antes y en esa violencia también se incluye la del hombre contra la mujer. Antes la frenaban los principios morales de cada cual, pero hoy, como los principios morales se están hundiendo, la frena sólo el miedo a la ley.

Hoy en día, los modelos de dama y caballero están de capa caída, porque el feminismo los ha tachado de machistas. Y así la mujer ha ido conquistando por fortuna su papel en la vida profesional y pública, pero, por desgracia, ha ido perdiendo la deferencia con que antes la trataba el varón.

Antes, según mi impresión, hasta los hombres más rudos se esforzaban por portarse como caballeros ante las damas. Pero ahora que esto de ser caballero y dama, príncipe y princesa, está siendo atacado por varios flancos y por la cansina ideología de género, veo que muchos chicos de ahora se portan no como caballeros, sino sólo como machos, y que tratan a las chicas como a hembras.

Qué lástima, de caballeros y damas a machos y hembras. ¡No saben que para cosas más altas han nacido!

lunes, 14 de marzo de 2011

Ceremonia para librarse de las preocupaciones

Atención al último consejo de mi amigo Guillermo, muy apropiado para los que necesitamos ritos y ceremonias a la hora de deshacernos de nuestras manías y obsesiones. Las ceremonias solemnizan y dan energía.

"Mira, Jesús, dado que todos tenemos que deshacernos de nuestros residuos sólidos biológicos más o menos una vez al día, aprovecha ese momento para deshacerte de esas preocupaciones que te lastran. Piensa que esas preocupaciones las estás echando por el agujero negro. ¿A que huelen mal? Pues menos mal que te has deshecho de ellas. ¡Figúrate lo absurdo y asqueroso que es tenerlas dentro!"

¡Ya entiendo yo esa máxima latina de Cacatio matutina, tamquam medicina!

sábado, 12 de marzo de 2011

Tonterías que hace la gente sexualmente insatisfecha

¿En qué mierda de país vivimos donde unos energúmenos, ellos con pinta de piojosos y ellas con pinta de olerles mal el sobaco, entran en la capilla de la Complutense a interrumpir una misa y a reírse de los que, sin molestar a nadie, acuden allí a rezar?

Ellos son la cara más fea de cierto ateísmo: el que se complace en pisotear todo lo que en el hombre no sea glándula y sudor, sino anhelo de estrellas y de belleza.

Como profesan el  fasciomarxismo, se sienten tan impunes y orgullosos de su hazaña, que han publicado en un blog las fotos de la marramachada.

En cualquier otro país donde las libertades son importantes y reales, esta habría sido primera noticia en todos los periódicos y televisiones. Pero en España la libertad nos importa a muy pocos.

Lo más triste es que el rector, con su silencio, es cómplice.

Supongamos que no os gusta que se impartan clases de francés en los institutos o que se organice una verbena en el barrio. Pues nada: entráis allí con unos cuantos y la montáis.

Eso mismo hacían ciertos anticlericales en las iglesias antes de incendiarlas en España y los nazis en las sinagogas antes de mandar a los judíos a la cámara de gas.

Yo creo que los que dedican sus neuronillas a fastidiar a la gente y a escupir sobre lo que no les gusta, follan mal o no follan, porque, cuando uno folla bien y bastante, no le da por fastidiar, sino por sonreír y cantar lo que le gusta.

Sí, yo creo que ese debe ser el problema. Les pasaré el Cantar de los Cantares, a ver si se arreglan.

jueves, 10 de marzo de 2011

Obras de misericordia

En las caras de muchos alumnos míos se dibuja un asombro puro y total cuando les transmito el tesoro de sabiduría acumulada durante miles de años. Me miran como si les acabara de mostrar las fuentes del Nilo. Sin querer los contamino de mí, para bien o para mal. Me gusta pensar que, por muy mal que lo haga, se me perdonarán mis pecadillos al final de mis días, porque he dedicado mi vida a una de las obras de misericordia que aprendíamos en el catecismo: enseñar al que no sabe y, lo que es aún más meritorio, enseñar a veces al que el Estado obliga a aprender contra su voluntad.

Las otras obras de misericordia (vestir al desnudo, dar de comer al hambriento, de beber al sediento, visitar al preso...) las tengo un poco descuidadas. Me conformo con tranquilizar mi conciencia como buenamente puedo. Pero a veces pienso que quizá debería escribir menos y salir a las calles, irme a las Tres Mil Viviendas todas las tardes a enseñar a los gitanillos a escribir poesía o a las casas de los sidosos desesperados o a acompañar en el último momento a los que, si no voy, van a morir a solas. El dolor del mundo es mucho y escribir me parece muy poquita cosa para erradicarlo.

Por eso hoy quiero rendir un homenaje para los que no tienen, como yo, sólo remordimientos y buenas intenciones, sino que hacen mucho mucho por los demás, discretamente y con una sonrisa.

martes, 8 de marzo de 2011

Cómo quitarle los complejos a un calvo

Me he enterado de que algunos varones, con tal de detener su galopante alopecia, se someten a todo tipo de tratamientos, algunos de los cuales tienen el efecto secundario de arrebatarles la libido. Eso es, nunca mejor dicho, perder la cabeza por los pelos.

Si conocéis un varón acomplejado por la calva y es buena persona y limpito y apañado, os propongo una obra de caridad que lo dejará más feliz que un ocho y le quitará los complejos para siempre. A Popeye se lo hicieron.

Consiste en que una mujer guapa y con los labios pintados de un carmín muy intenso lo aborde en medio de la calle y, sonriéndole como una mujer sabe sonreír, le estampe un beso sonoro en el reluciente cráneo, le guiñe un ojo y, tan bella como apareció, desaparezca por la esquina de la calle.

No falla: ese hombre habrá encontrado su lugar en el universo, se reconciliará con su cuerpo, con su edad, con sus genes y hará más feliz a la gente que lo rodea. Y eso sólo por un beso. Os lo digo por experiencia. En la foto que encabeza este cuaderno no se nota, pero reluce en ella un beso rojo y salvador.

Ya hay una obra de misericordia más: besar al calvo.

sábado, 5 de marzo de 2011

De hombre a hombre

Me di cuenta el otro día. Un amigo me comentaba que había discutido con su mujer por culpa del césped del jardín, que si había que cortarlo o no. Pero él no quería discutir con ella sobre el césped, sino amarla sobre él.

Por eso, macho, si ves que la rutina te devora, si eres un aguafiestas y ella una tiquismiquis o al revés, no tires la toalla. Hazme caso y, si hace buen tiempo, llévatela a la playa antes de que la invadan los turistas. Como un porteador, acarrea sobre tus espaldas unas fresas, un termo con café, su golosina favorita, unos buenos bocatas, un libro de poesía. No vayáis a cualquier playa. La vuestra es esa donde no hay nadie. Hay que andar unos quilómetros para estar completamente solos.

Quedaos como os parió vuestra madre. Allí seréis Adán y Eva. Te dolerá la costilla que te falta. Allí la rubia arena es todo lecho para vuestro amor y no hay otra cosa que hacer que amaros bajo el sol, para que sólo Dios lo vea. Allí su cuerpo será una fiesta y el tuyo será lo que ella quiera que sea. Hazle caso. Haz piruetas. Regálale un collar de caracolas. Que sepa ella la verdad: que, a pesar de que se te hagan chiribitas los ojos con el fútbol, con los amigotes o con el ordenata, no hay en todo el universo nada comparable con ella, que reina en tu corazón y te levanta el ánimo, la moral y todo lo que por amor se levanta.

Regresarás de allí más alto, más fuerte, más guapo, con la picha más grande. Y estaréis como mínimo un mes sin discutir acerca del césped. Y cuando otra vez os invada la rutina, ¡a la playa otra vez! Pero no se lo digáis a nadie. Ese es vuestro secreto.

viernes, 4 de marzo de 2011

Mis alumnos me entrevistan

Amigos, mis alumnos me han hecho una entrevista para la revista del Instituto, que lleva adelante el profesor de religión. Los entrevistadores fueron alumnos míos en cuarto de ESO, en clase de ética. Y eran los alumnos más educados, simpáticos y listos que he tenido en mi vida. Entraba yo en clase y me aplaudían y me decían que ellos eran cottianos hasta la muerte. Su clase no era para mí un trabajo, sino un premio.

Uno de los entrevistadores, Jaime, mantiene un blog que tengo enlazado y que recomiendo: Diario de un pollo cualquiera.

Son ellos mucho mejores como entrevistadores que yo como entrevistado y me sacan más partido del que tengo y en la revista han resaltado unos titulares muy bien puestos que yo ni siquiera recordaba haber dicho, pero que ellos han sabido escoger de entre el montón de tonterías que dije:

"Leer embellece y dignifica la vida"

"Encontré la belleza de las mates, pero tuve que quedarme calvo antes".

En la entrevista me atropello y no vocalizo y a veces hablo como un profesor más que como un escritor, porque más que decir mis cosas no puedo evitar enseñar. Pero ese también soy yo.

Lo han colgado en youtube. Y yo me dejo colgar por ellos donde sea.

Por alumnos como ellos sigue uno adelante.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Animalito, pobrecito, angelito

No sé en otros lugares, pero en Andalucía, cuando nos da lástima un animal maltratado o desamparado, decimos como exclamación, y no como apelación: "¡Animalito", que es como decir: qué lástima. Si se trata de una persona, se dice: "¡Pobrecito!". Y si es un niño, "¡Angelito!".

Pero últimamente se empieza a decir "pobrecito" también de los animales. Cada vez es más frecuente hablar de ellos con términos reservados a personas. En ciertos documentales del canal Natura, la elefanta está "embarazada" de un "bebé" y lo "da a luz", mientras que la mujer "gesta un feto" y a veces sufre "cáncer de mama", y no de pecho. Sólo les falta decir que el macho humano monta a la hembra humana y la preña y ésta pare luego un cachorro.

No digo yo que los documentales manipulen el lenguaje, sino que son víctimas de este afán de humanizar al animal hablando de él como si fuera humano, y de animalizar al ser humano hablando de él como si fuera una bestia.

Yo sólo veo justificado utilizar términos de animales para el hombre cuando un  hombre en cuestión es una mala bestia por su culpa culpita. Por ejemplo, si tiene las uñas sucias, no tiene manos, sino garras y si pone los pies en la mesa, no tiene pies, sino patas.  Pero la gran diferencia es que el perro siempre tendrá patas, mientras que el hombre las tiene sólo si es sucio y bruto, pero, si se redime con la educación y la elegancia, tendrá pies que lo elevan como un árbol sobre la superficie de la tierra para estar un poco más cerca de las estrellas.