miércoles, 30 de septiembre de 2009

Obama y Berlusconi

La que se ha armado porque Berlusconi dijo en no sé qué ceremonia pública:

Las mujeres son el mejor regalo que Dios ha hecho a los hombres.

Periódicos de todos los colores tachan de impropia esa frase que, en labios de Obama, habría sido calificada de amable galantería. Pero lo ha dicho Berlusconi.

¿Cómo es posible que los medios se indignen por una afirmación que no sólo es cierta sino que además suscribiría todo el mundo? ¿Qué gente pacata y ñoña dirige periódicos y cadenas televisivas?

Examinemos la cuestión. ¿Qué hombres estarían en desacuerdo con la afirmación de Berlusconi? Sólo los misóginos. ¿Y qué mujeres? Sólo las que sufran de falofobia profunda, es decir, las que ven un falo y echan espumarajos de rabia y dolor. ¿A quién más puede molestar? A los megasuperlaicistas, que echan espumarajos cuando oyen la palabra Dios.

Así pues, sólo a misóginos y falófobas y endemoniados, que por fortuna son minoría, les puede molestar que Berlusconi afirme eso. ¿Acaso esos tres minúsculos grupos de personas dominan la prensa internacional?

No es que Berlusconi sea santo de mi devoción, pero yo a los italianos se lo consiento casi todo. Además esa frase de Berlusconi es la típica frase que mi padre podría haber dicho perfectamente.

martes, 29 de septiembre de 2009

Ulises y las sirenas. El dilema de la infidelidad


Una vez, a un amigo una tipa despampanante le propuso irse una tarde con él a un hotel.

-Ya sabes -me dijo- que quiero mucho a mi mujer, pero ¿qué daño le hago por preferir durante una tardecita una inyección de autoestima y juventud a sus dolores de cabeza, a bregar con su madre y llevar los niños al parque?

En fin, que me pedía consejo. ¿Y qué le aconseja uno a Ginebra, cuando se debate entre el amor a Arturo y el deseo de Lanzarote? Yo también me debatía entre ser cómplice de mi amigo y evitar los cuernos sobre la cabeza de su mujer, a quien aprecio tanto como a él.

Como no conocía las respuestas, comencé a buscarlas desde aquel día en los filósofos y me fui dando cuenta de que había amantes socráticos, platónicos, epicúreos, kantianos, posmodernos, etc., y que algunas mezclas eran explosivas y que cada uno de ellos concebía el amor y la fidelidad de un modo distinto.

Y, tras recopilar anécdotas y confidencias, acabé escribiendo el libro que me habría gustado tener entonces en las manos, un libro que procurase ser tan profundo como desenfadado, tan filosófico como práctico. Se titula Ulises y las sirenas. El dilema de la infidelidad.

Y lo he escrito para aquellos buenos amantes de sus amados, pero que no por eso dejan de pirrarse por las sirenas y los faunos que les guiñan un ojo. Yo sé la confusión mental y sentimental que eso a veces supone.

Lo publica la editorial Paréntesis que dirige Antonio Rivero Taravillo y ya está en las librerías.

Y quería compartir con vosotros mi alegría.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Cuando me tallé

Recuerdo el día en que tuve que ir a tallarme para la mili. Mi padre me insistía en que entrase cojeando y alegara que tenía una pierna un centímetro más corta (o más larga) que otra. Pero yo por entonces pensaba estúpidamente que ese teatro no habría sido honrado. A mí en realidad me habría gustado alegar lo siguiente: “Miren ustedes, yo no valgo para la vida militar. Yo soy poeta, me gusta el latín, flipo con la Eneida, me gustan las flores y el campo. Sigo llorando con Heidi”. Pero, claro, eso no figuraba entre las causas de posible alegación.

Me llevaron a un despacho donde un militar bigotudo apuntó mi alegación con cara de pocos amigos, como si fuera un etarra en ciernes (al menos esa fue la impresión que me dio) y me regañó porque tuve la osadía de apoyar un codo en su mesa mientras se lo explicaba.
Luego me condujeron a un cuchitril donde había treinta o cuarenta muchachos en pelota. Allí me despeloté yo también y me sentí un traidor, porque la media de males corporales allí era bastante alta.

Cuando me llegó el turno, un tribunal militar me preguntó sin apenas mirarme qué alegaba.
Tartamudeé al decir lo del centímetro.

-Usted no tiene ninguna gibosidad –sentenció el médico. Y me expidieron un papel donde se decía APTO.

Me sentí afortunado por ser APTO, aunque el precio fuese tan alto como hacer la mili.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Pido disculpas

He borrado la entrada de hoy porque me he dado cuenta de que es mejor esperar a que el libro esté ya en la calle.

Lo siento especialmente porque, al borrar la entrada, he tenido que borrar los amables comentarios de Jesús Fidelis, Baltanás, Ridao, Dyhego y Olga.

Hoy tan sólo quiero deciros que he soñado que me emborrachaba en las bodas de Caná y os aseguro que Cristo no es ningún puritano.

jueves, 24 de septiembre de 2009

A favor de los héroes

Antes se admiraba a los héroes más que a los genios. Los Trescientos, los caballeros andantes, los mártires, los atletas, las heroínas, las madres abnegadas, los soldados valientes... todos ellos eran admirados y medidos por la gran causa a la que se consagraban y por la que estaban dispuestos a dar la vida. Lo importante no es que fueran bellos o feos, listos o tontos, sino valientes, esforzados y que su sacrificio fuera por el bien de los demás o por una causa noble, bella y justa.

El héroe es admirado en la época en que los valores morales están en la cúspide, pero en las épocas en que esa cúspide la usurpan valores espurios o secundarios como la ideología, la patria, la raza, el Estado o el culto al yo, los héroes dejan de ser admirados y comienzan a ser considerados unos desgraciados o tontos o fanáticos.

En nuestra época hay un valor que está usurpando el puesto a la ética: el culto a la propia personalidad. Los valores morales ya no se definen en mi relación con el otro, sino en mi relación conmigo mismo. Lo importante ya no es ser abnegado, leal al otro, fiel al otro, buen amigo, saber guardar un secreto, sino ser original, auténtico, fiel a uno mismo, espontáneo, interesante, rompedor, transgresor. El yo ha desplazado al tú. Y por eso, desde el siglo diecinueve, el genio, el artista rompedor y bohemio, empieza a ser más admirado que el héroe, porque los que lo admiran ya no quieren ser héroes, sino originales, auténticos y fieles a sí mismos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Aforismos XX

Aforismos del preso
1. Sólo se vive una vez, pero es entre rejas.
2. Mi cárcel no son estas paredes, sino mi cuerpo, que no me permite atravesarlas.

Aforismos del creyente
3. Para no ir al infierno, lo mejor no es no creer en Dios, sino ser bueno.
4. Las explicaciones científicas de los milagros son más difíciles de creer que los milagros.

Aforismos del guerrero
5. Yo no quiero un pecho, sino una coraza que detenga las balas.

Aforismos del varón
6. Es una lástima que tanta virilidad cuelgue de un escroto tan delicado.
7. No sin mis conductos deferentes.

Aforismos rojos
(para Eresmicruz)8. El comunismo ha muerto, pero no tiene enterrador (cedido por mi amigo Felipe).
9. Marx es la cocaína del pueblo.

martes, 22 de septiembre de 2009

Dime, pichilla

Cuando yo era niño (y después también), mi padre me llamaba pichilla. Eso se llama sinécdoque y consiste en nombrar el todo por una de sus partes, en este caso, por sus partes. Pues bien, esa sinécdoque era cariñosa y proclamaba con una sola palabra lo siguiente:

“Estoy muy contento, Jesús, de que me hayas salido macho, a pesar de que eres el cuarto macho de la casa y no nos habría venido mal una niña. Si hubieras sido niña, te habríamos querido igual, pero mira por dónde, eres niño y ¡qué contento estoy! Ahora ni te lo imaginas, pero eso que ahora es para ti tan sólo un juguetito será dentro de unos años la prueba palpable de que hay dentro de ti un anhelo grande y profundo que ya tu familia, con todo lo que la quieres, no podrá satisfacerte. Puede que entonces te apartes un poco de mí y empiecen a sonarte a monserga mis consejos. Yo, sin embargo, te seguiré queriendo y te entenderé mejor que nadie, porque a mí me pasó lo mismo, y siempre habrá entre tú y yo una complicidad de hombres que no podrás tener con ninguna mujer. ”

Todo eso y más cosas quería decir pichilla.

lunes, 21 de septiembre de 2009

El poeta hippy

Una vez un hippy me abordó en la calle para venderme su poesía a veinticinco céntimos el poema. Le compré cuatro. Tuvo además el detalle de recitármelos.

Eran baratos, porque eran buenos, aunque ya sé que la poesía no se mide por céntimos. Le dije que entre los poetas españoles había uno que había sido cabrero, pero que faltaba uno que fuera hippy. Así que le sugerí presentar sus poemas a los concursos con un título así como El poeta errante, Con flores en la barba o Canciones de un hippy enamorado.

-Y si ganas, te darán por cada poema mucho más de veinticinco céntimos.

Pero él me respondió que para maría y condones tenía de sobra con lo que cobraba a a amantes de la poesía como yo y que, si de pronto ganaba tres mil euros, ¿dónde iba a meter él tanta hierba y tanto látex?

-Todo lo que tengo tiene que caberme en esta mochila -y me enseñó un macuto militar lleno de ropa y papeles.

Yo, entonces, le compré otra tanda de poemas.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Lista de sorpresas

Menuda sorpresa nos llevaríamos

1. si nos dijesen el nombre de quienes, sin que nos diéramos cuenta, nos vieron desnudos alguna vez
2. si metiéramos la mano en el lecho de los ríos que surcan las grandes ciudades
3. si supiéramos cuántos homosexuales salidos del armario han votado al PP
4. si tuviéramos la lista de las palabras que nuestros conocidos más circunspectos han puesto en el buscador del google
5. si nos dijeran de pronto cuántas personas fingieron el año pasado no habernos visto por las calles
6. si por cada sonrisa con que hemos animado la vida de cualquier persona recuperáramos un día de vida
7. si, en fin, descubriéramos cuánta gente nos ha envidiado por cosas que no valoramos.
8. si pudiéramos dar las gracias a todos los que nos defendieron cuando nos criticaron a nuestras espaldas
9. si los ángeles de la guarda nos pasaran una lista de todas las veces que nos han salvado de la muerte
10. si de pronto se nos llenase la casa de todos esos objetos que ya han desaparecido pero que alguna vez nos empeñamos en tener como si en ellos estuviera la salvación y la felicidad

jueves, 17 de septiembre de 2009

Aute, Pemán y dos mentiras

Cuando yo vivía en un colegio mayor, un residente que me tenía mucho aprecio cantaba con la guitarra una canción que él decía haber dedicado a su padre. Como yo andaba lejos de mi casa, esa canción me emocionaba hasta las lágrimas (siempre muy bien disimuladas) y le pedía que la cantase cada vez que lo veía guitarreando.

Diez años después, oí a Luis Eduardo Aute cantar esa canción: "Me hubiese gustado despedirte con un canto..." (la he buscado en el youtube sin éxito) y me di cuenta de que aquel compañero, que me decía que yo era un alma pura, o se quiso marcar un farol conmigo o bien me había gastado una broma a largo plazo, para cuando yo me cayera del guindo.

Lo recuerdo con simpatía.

Eso respecto a Aute. Vamos ahora con Pemán.
En quinto de carrera, le pasé a una compañera un relato mío, del que hoy me avergüenzo, porque se titulaba Místicos alcores: era yo por entonces espirituoso y alambicado. En correspondencia ella me pasó uno suyo titulado Conversación filosófica en un bar y que era un prodigio de ingenio y refinamiento y con el que había ganado un premio literario. Me deshice en elogios a su relato y enterré el mío bajo quilos de basura. Y he aquí que otros diez años después, mientras hojeaba durante mi prestación social sustitutoria en una biblioteca un libro de estilo, encuentro que era un texto de Pemán, exactamente igual al suyo: no había cambiado ni las comas.

Este segundo engaño no lo recuerdo con simpatía.

Y qué alegría me ha dado leer esta entrada de Juan Antonio sobre mis vírgenes.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Mi primer libro de poesía



Lo primero que escribí fueron versos. De mis primeros poemas infantiles en el Día de la Madre pasé a una etapa de poeta virgen que vibraba con los poetas románticos.

Desde entonces, ¡cuántas madrugadas, pitillos, soledades, secretos, penas y gozos le he regalado a espuertas a la poesía! Detrás de cada verso mío, por muy muertas que parezcan sus letras, está toda mi sangre. Y lo peor, y quizá también lo mejor, es que ese exceso de energía personal no garantiza la calidad de los versos. La poesía es así de esquiva y alta.

Si los poemas valieran la esperanza de plenitud, la vida y el entusiasmo que uno les inyecta, los míos valdrían mucho. Sólo lo que yo me sé ha igualado la intensidad y el vigor con que se me disparan cuando ya no queda más remedio, de tanto agitar la coctelera.

Por eso, estoy tan feliz. Por fin, me publican un libro. A merced de los pájaros, y estoy que vuelo. De cientos y cientos de poemas escritos durante veinte años, mis amigos han salvado treinta y siete y sólo esos verán la luz en la colección Siltolá. Ahí os dejo la invitación. Estoy muy bien acompañado por nuestra Olga Bernard y nuestro Juan Antonio González-Romano.

martes, 15 de septiembre de 2009

De qué manera me gustaría morir

Un cura me dijo una vez que la muerte no era bella como en las pelis, sino que era fea y olía mal y que él, que había asistido a muchos moribundos, sólo había conocido una muerte realmente bella.

Se trataba de un hombre joven que agonizaba de cáncer de pulmón y que le pidió que le encendiera un cigarro. El cura se lo encendió, se lo puso en los labios y él dio una calada, sonrió y expiró: entregó el espíritu en una bocanada.

Me gustaría morirme así, pero sin cáncer de pulmón.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Cuánto cobran las prostis

Según cierto alumno mío muy avispado y experto, una prosti barata cobra por una felación menos de treinta euros. Me pareció una ganga muy tentadora. Si las prostis no están desbordadas de clientes, es porque los hombres no son tan infieles como ellos pretenden ni las mujeres tan poco activas como ellos lamentan. ¿Treinta euros por hacerte tocar las estrellas? Pagar tan poquísimo por algo tan íntimo y delicioso es un pecado muy gordo.

Queridas prostis, dejad de echar margaritas a los puercos. Quien las quiera, que las cultive; y quien no quiera cultivarlas, que las pague caras. Eros, como la Gioconda, no tiene precio y, si hay que ponérselo, que llegue hasta las estrellas, de donde viene Eros.

¿Y cómo no agradecer a Dyhego la simpatiquísima reseña que ha hecho de mi Teresa, mon amour?

domingo, 13 de septiembre de 2009

A la mujer del poeta

(Piscolabis tras la presentación de un libro de poemas. Una periodista charla con el poeta laureado)

MUJER: Mi marido es poeta, como usted. Me considero afortunada de estar casada con él. ¡Las cosas que me escribe!

POETA: No las escribe para ti. Te miente si te ha hecho creer que eres su musa. Los poetas son pájaros libres y escriben de lo que les da la gana, incluso aunque uno los enjaule.

(Dedicado, con amor, a las mujeres de los poetas o a los maridos de las poetas, porque aman a los pájaros libres)

jueves, 10 de septiembre de 2009

El miedo al lector

En el blog la presencia del lector es abrumadora para mí. Me siento obligado a corresponderle. A veces me muerdo la lengua para que no tenga que leer cosas que le disgusten. Y otras veces abundo en un tema porque él me lo pide.

Un ejemplo fue Canora. Comenzó como una entrada que aspiraba a ser una más, pero Canora provocó entusiasmo y me sentí obligado a desarrollarla. Y a medida que la desarrollaba, se me fue desvirtuando. Por un lado, mi yo más espontáneo me pedía que Canora fuera una isla totalmente libre, una sociedad de cazadores, piratas y poetas peleones, donde habría sexo, toros y vida, pero, claro, tenía miedo de mis lectores. Así que la fue endulzando. Y cuando dije que en las milicias poéticas el uniforme de las mujeres sería un pareo y el de los hombres un taparrabos, José María Jurado, con su laconismo y elegancia habituales, me dijo que Canora se parecía cada día más al día del Orgullo Gay. Y nada más leer ese comentario, comprendí que Canora se me había descafeinado.

Así que ahora seré un poco más libre. Eso es lo que yo busco en las bitácoras de otros. Seguro que los otros también lo buscan en la mía.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La deserción de los padres

La Junta de Andalucía ha decidido porque sí adelantar el curso cinco días. Casi ningún padre se ha alzado contra esta intromisión del Estado que ha decidido arrebatar a hijos y padres días de vacaciones para torturarlos más días aún entre las cuatro paredes con profesores, compañeros y asignaturas que otros han elegido para ellos.

Como a la sociedad no le gustan los niños, los quiere encerraditos en clase; y como las clases no sirven para educarlos si los padres no los educan antes, los niños son cada vez más mal educados y, vuelta a empezar, la sociedad los quiere más tiempo aún en las clases.

Definitivamente, este es el siglo de la tortura de los niños. Mucha nintendo y mucho capricho, pero demasiada milicia escolar. A los niños no les gusta el colegio y es un hecho evidente que para aprender lo que aprenden no es necesario tanto colegio: con la mitad de horas, pero bien aprovechadas, podrían aprender el doble.

Los niños deberían pasar más tiempo con su familia, incluso en horario de trabajo. Debería ser normal ver piruletas en el despacho del abogado y un niño escondido tras la pierna del carnicero. Así las relaciones humanas se endulzarían un poco. A mí me costaría mucho decir palabrotas y ser desagradable con la pescadera si la veo con un churumbel bajo el brazo y a ella le costaría más venderme pescado en mal estado si llevo de la manita a la niña que se lo va a comer.

Menos escuela y más educación. Más familia y menos milicia infantil.

martes, 8 de septiembre de 2009

Aforismos

1. En los vicios el término medio es una gran virtud.
2. Los héroes prefieren morir pronto porque no se pueden mantener en la virtud demasiado tiempo.
3. Los gusanos de los muertos no surgen por generación espontánea. Pululan por el aire olisqueándonos con impaciencia (nota: según mi sobrina médico, no pululan, pero es que me gusta a mí eso de pulular).
4. Los gusanos no podrán con nuestras prótesis porque no son realmente nuestras.
5. Sólo son buenos los que lo siguen siendo cuando se lo ponen muy difícil.
6. Damos caza a un león, pero nos persigue un lobo. En fin, la vida.
7. Sin bigote, Hitler y Stalin serían todavía más feos.
8. En novela el aforismo da un toque; en el ensayo, redondea; y en la poesía, sobra.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Mata y come

Mi padre tenía fama de cristiano en mi pueblo (que, por cierto, es la Estación de Cártama, donde tenemos muy buenas morcillas).

Su conversión se produjo ante un crucifijo en un cursillo de cristiandad que allí realizaron los padres misioneros. Desde entonces, mi padre no paró: ayudó a las monjas a construir el colegio del pueblo, les dio casa y trabajo a varios pobres, hacía obras de caridad por todas partes... Eso le acarreó algunos problemas.

Un día estaba en casa matando un pollo para que nos lo comiéramos sus churumbeles cuando entró por la puerta un perote (aclaro que en Málaga llamamos perotes a los naturales de Álora, la bien cercada, que por allí gozan de la misma fama que aquí los leperos).

-Miguel, ¿tú, tan santo, matas pollos? –le dijo el perote con toda la retranca de que era capaz su simpleza.

Entonces mi padre le relató el episodio de san Pedro: un ángel le mostraba un mantel cargado de cerdos, ovejas, terneras... y le decía "Mata y come" y así tres veces.

-¡No vea cómo se tuvo que poner san Pedro cuando le abrieron la veda! –comentó el perote.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Canibalismo casero

Una vez una mujer separada me invitó a comer a su casa. Era bióloga y adoptaba conmigo un aire de maestra dedicada a romperme los esquemas. Me los rompió todos cuando sacó del congelador la placenta de su último parto.

-¿Y de eso te escandalizas? -me dijo-. Una amiga mía ha cocinado su placenta en estofado y nos invitó a comer a todas sus amigas.

Estaba yo aún recogiendo los palos de mi sombrajo cuando debí de decir que aquello rondaba el canibalismo.

-La autofagia no es tan mala -me replicó-. Tú mismo te comes las uñas, que te he visto, y los niños se comen los mocos. ¿Y nunca te has chupado la sangre de tu propia herida? Todos tenemos un caníbal dentro, pero la religión oscurantista lo ha enterrado bajo los tabúes.

¡Bendita religión, benditos tabúes!

viernes, 4 de septiembre de 2009

Lo que pienso cuando meo borracho en un bar

Advierto: esta entrada es filosofescatológica. He intentado escribirla varias veces, pero siempre la acabo borrando, porque no doy con la tecla.

El caso es que un día, charlando con mi hermano David, descubrimos que tenemos una cosa más en común: los pensamientos que nos abordan cuando meamos borrachos en un bar.

Uno está alegre y chispeante en la mesa, acaba de decir unas cuantas burradas y le acaban de hacer unas cuantas confidencias y entonces uno va al servicio y allí reinan la penumbra y el silencio, pero la cabeza sigue llena de voces y puntos de vista a cual más dispares y entonces es cuando le llueve a uno una tormenta de ideas difíciles de plasmar porque están alcoholizadas: que si el mundo es incomprensible y estupendo, que está lleno de sorpresas, que uno comprende ahora al mismo que quizá mañana, ya sobrio, acabará rechazando. Uno se siente dotado de una clarividencia que le hace comprenderlo casi todo y lo que uno no comprende también le parece bien; e incluso me dirijo a Dios con más camaradería, como si los dos fuéramos soldados en día de permiso.

Como esas meadas suelen ser largas, dan para mucho.

En fin, lo expongo por si a alguien le pasa lo mismo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Los mejores años

La amiga de una amiga mía dice que, a nuestra edad, ya hemos vivido lo mejor y nos queda lo peor: la adolescencia de nuestros hijos, el declive de nuestras facultades, artrosis, presbicia... Terrible será el día en que nos cueste subir las escaleras o no se nos empine. Por entonces, me gustaría estar aún en mis cabales para poder leer a Dante, Homero, Cervantes, Shakespeare y la Biblia.

Al menos será hermoso esperar la muerte saboreando lo mejor que dejaron los que una vez estuvieron vivos como lo estoy yo ahora.

Fue precisamente mi afán por rebatir esa idea que acabo de exponer por lo que escribí ese aforismo de: "Todos son los mejores años de nuestra vida".

Ojalá.

martes, 1 de septiembre de 2009

Conceptos fatuos


Estoy recopilando conceptos fatuos. Necesito recolectores. Ejemplos de conceptos fatuos son, por ejemplo, la naturaleza o el equilibrio ecológico. ¿Nunca habéis oído frases de este estilo?:

-"La naturaleza, que es muy sabia, ha hecho las cosas así"
-"El hombre está destrozando el equilibrio ecológico".

Vamos por la primera:
¿Quién es doña Naturaleza? No es más que los seres tal como vienen dados, pero ella en sí no es nadie y, por tanto, no ha hecho nada de nada.

Vamos por la segunda:
¿En qué demonios consiste el equilibrio ecológico? ¿En que los hombres no se carguen a los leones y a las gacelas para que los leones puedan seguir devorando gacelas? ¿Y no es eso más una guerra que un equilibrio? Y si eso es un equilibrio, ¿por qué no iba a ser también un equilibrio acabar con los leones?
Dios me libre de querer que desaparezcan los leones, que me encantan, y las gacelas, que me chiflan. Más bien, con todo esto quiero decir que el equilibrio ecológico es un dios vacío y falso: uno lo pincha y suelga un gran peo. El equilibrio ecológico no es más que el estado actual de la guerra.

Yo no quiero luchar a favor de equilibrios ecológicos endiosados y que no benefician a nadie. Yo quiero luchar a favor de los hombres, de las gacelas y de los leones. En ese orden.