martes, 30 de abril de 2019

Tales Cotta

Qué cierto es eso de que la muerte se viene tan callando, pues no sabemos ni el día ni la hora. Pero cuando les pasa a personas con mi apellido,  es más cierto.

Ya le pasó hace tiempo a Flaviano Cotta, en Italia. A la edad de 49 años. Y ahora le ha pasado al modelo brasileño Tales Cotta (ese era su nombre artístico), que murió ayer en plena pasarela. Era guapo y joven. Aquí el enlace.

Uno murió por amor y el otro por la belleza.

Papá, recíbelos bien en el cielo y colócalos en nuestro árbol genealógico.


sábado, 27 de abril de 2019

La lección de Pulgarcito y la revista Numen

Estimados amigos:

El lunes 19:00 en la biblioteca pública Infanta Elena de Sevilla tendrá lugar la presentación del libro de aforismos Metas volantes de Felix Trull, de la editorial Karima.

Y luego a las 20:00 tendrá lugar la presentación de una revista de literatura, arte y pensamiento llamada Numen y para ello habrá un coloquio entre el poeta José Julio Cabanillas y un servidor.

Será un placer contar con vuestra presencia.

Ex corde,
Jesús Cotta

lunes, 22 de abril de 2019

Haikus a troche y moche

El otro día en la playa propuse a un grupo hacer haikus entre todos. Les expliqué qué era un haiku y empecé yo el primer verso:

Cruza el cielo 
(y señalé el cielo)
bandada de gaviotas
(dijo el siguiente. Por ahora todo bien)
cagando leches
(dijo el tercero, y se cargó el juego)

Y es que hacer un buen haiku es muy difícil. Lo fácil es ser una máquina expendedora de haikus. Ahí expendo los siguientes:

1. Muchas personas/ se las dan de poetas/ haciendo haikus.

2. Cuentan las sílabas/ pero no dicen sino/ trivialidades.

3. Aunque los versos/ estén muy bien medidos/ no todo es haiku.

4. El haiku debe/ recoger un instante/ y eternizarlo.

5. Muchos ni saben/ que en español tenemos/ la soleá.

Llorando aún por Nuestra Señora de París y por los cristianos asesinados en Sri Lanka, os deseo a todos FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

viernes, 12 de abril de 2019

De cuatro conversaciones pilladas al vuelo

-No se me va esta canción de la cabeza.
-¿Puede ser porque ya nos las has puesto cincuenta mil veces?

-Señorita, quítese de ahí. Ayer se sentó aquí una chica lesbiana y se cayó.
-Tranquilo. Yo no soy lesbiana.

-¡Eres una tiquismiquis! ¡La que me has liado por dejarme dos fideos en el sumidero del fregadero!
-¡No eran dos! ¡Eran por lo menos tres!

-Mi hijo se ha casado con una mora. Sus hijos son un sándwich mixto y ahora se lava los pies y los huevos cuatro veces al día el muy tonto, él, que en cuanto hizo la primera comunión dejó de ir a misa. Cuando viene a casa, yo le digo: Niño, aquí no se reza. ¿Cuándo has rezado tú? Mi nuera, claro, no me aguanta.

lunes, 8 de abril de 2019

El liberticidio laicista

Si una de las características del totalitarismo es la intromisión del Estado en nuestra vida privada, entonces la pretensión laicista de que las personas nos dejemos en casa la religión cuando estamos en el ámbito público es totalitaria, porque yo soy la misma persona en mi casa que en mi trabajo y creo en Dios tanto en un sitio como en otro. Sin embargo, está muy extendida la idea de que la religión solo puede mostrarse en el ámbito privado.

Me he dado cuenta de que, cuando en mi trabajo o en el mundo de los escritores, le digo a alguien que rezaré por él o digo sin morderme la lengua que creo en Dios, la gente no sabe cómo reaccionar, porque se ha creado un ambiente laicista desfavorable a ese tipo de opiniones.

Habermas, que era un filósofo que se definía con toda humildad como persona "sin sensibilidad religiosa" (religiös unmusikalisch), en una conferencia pronunciada en 2001 en la Paulskirche de Frankfurt del Main que no se le puede exigir al ciudadano religioso que prescinda de su convicción religiosa cuando participa en el discurso público. No puedo prescindir de mi sensibilidad religiosa, igual que no puedo prescindir de mi sensibilidad artística, y cuando hago mi trabajo, trabo mis amistades o hago un discurso, soy quien soy, y solo una persona totalitaria puede pretender que me guarde la palabra "Dios" en el bolsillo.

Una cosa hermosa y libre es que en un Estado aconfensional nadie tenga obligación de profesar religión alguna y otra cosa, fea y liberticida, es que en el ámbito público sean posibles cualesquiera manifestaciones humanas, menos las religiosas.

lunes, 1 de abril de 2019

La víctima y el verdugo están dentro de cada uno

Cuánto me arrepiento del daño que hice un día a aquellos dos chicos en cuarto de primaria. Uno era simple y otro amanerado. Qué felicidad romperles la maleta. Yo que era acosado me convertí en acosador. Era esa una manera de escapar del acoso: convertirse en acosador. Solo lo hice, que yo recuerde, aquel día, pero descubrí dos cosas muy tristes: lo fácil, y feísimo, que es pasar de víctima a verdugo, y cómo muchas veces los lazos de amigos se refuerzan no tanto por afinidades sino contra otros.