En cierta ocasión, una compañera de trabajo, guapa y tradicional, se sinceró conmigo y me contó que ella había perdido muchas oportunidades porque no se acostaba fácilmente con cualquiera; que las mujeres ahora daban a los hombres muy rápido y fácilmente lo que ellos tanto quieren y que, por tanto, una mujer que solo se entrega una vez que el hombre se compromete con ella lo tiene más difícil; que en cierta ocasión, venciendo una resistencia interior tremenda, accedió y se acostó con un hombre que le gustaba muchísimo, pero que el hombre, en vez de valorar esa ofrenda que ella, contra sus principios, le había dado por amor, la abandonó al tercer polvo y se fue a buscar por otro sitio; y que aquella experiencia, a ella, le partió el corazón.
Me pareció entonces que la llamada liberación sexual ha favorecido a los que buscan sexo más que a los que buscan amor y que en ese grupo de personas interesadas en sexo fácil y sin compromiso hay más hombres que mujeres; y que, a veces, la chica que entregándose pronto quiera atrapar a un hombre comete un error, porque, en ese caso, el hombre pierde, por un lado, el placer de la conquista y ella, por otro, la recompensa de ser valorada, porque él no ha tenido que poner poco afecto, poca seducción, poca simpatía, poco de sí mismo; ella será una muesca más en su revólver y buscará otra ingenua que, entregándosele, espere cautivarlo.
Una chica como mi compañera de trabajo tiene difícil el encontrar un varón que, en medio de mujeres fáciles, esté dispuesto a abstenerse por amor hasta que ella diga. Si la chica no es especialmente cautivadora, guapa o interesante, él se irá a otros jardines donde sin mucha espera ni esfuerzo le dan lo que le gusta,. Y a otra cosa mariposa.
Según veo por mis alumnos, lo ideal, al menos para la chica, es que la chica encuentre novio bien pronto, cuando la mayoría de los hombres que encuentra a su alrededor aún creen en el amor y no están comprometidos ni se han dedicado al picoteo.