lunes, 24 de septiembre de 2012

De mi muerte

                                                  (Foto de David Cotta Lobato)


Ha habido tres momentos grandes en mi vida: uno es mi nacimiento, del que no recuerdo nada; otro es Eros, del que lo recuerdo absolutamente todo; y el otro es la muerte. De este no sé si me acordaré cuando me haya muerto. Lo que sí sé es que quiero vivirla conscientemente. Me perdí mi nacimiento y no me quiero perder mi muerte.

Por eso, escribo esta entrada a modo de testamento vital. Primero, voy a exponer en este testamento mis peticiones a Dios y luego mis peticiones a vosotros, porque en esta vida imprevisible es previsible que alguno de los que me lee asista a mi muerte o al menos recuerde este testamento cuando se entere de que me estoy muriendo y, en ese momento, podrá hacer valer este testamento en la validez legal que tenga.

Empiezo, pues:

A Ti, Dios, que lo eres de vivos y no de muertos, te pido que, si lo tienes a bien, me muera como los hombres de la Edad de Oro, que, cuando se cansaban de vivir, se echaban a dormir bajo una encina y eran trasladados en un vuelo místico a las más altas regiones. Como sé que esto es difícil, no me importaría que mi tránsito ocurra en el otoño de mi vida,  no de muerte violenta, a ser posible, sino después de un dulce sueño o tras rematar el mejor de mis poemas o tras el amoroso acoplamiento o después de zambullirme en el mar y tumbarme en la arena.... Una cosa así. Lo importante es que yo sepa que me estoy muriendo y que me permitas asistir a mi despedida sin demasiado dolor físico y acompañado de mis seres queridos o, al menos, de tus maravillas naturales, como un claro de bosque. Si muero en compañía de quienes me quieren, ahórrales espectáculos feos, como vómitos, gañidos, gritos... No me hagas hacer todo eso. Quiero morir bellamente como en las películas.

Si mi petición te parece inadecuada, haz lo que estimes conveniente, porque sé que vas a escoger para mí lo mejor.

A vosotros, mis amigos y lectores, os ruego que, si no estoy rabiando de dolor, no me seden, sino que llamen a un cura y que, si los sueros y cacharros hospitalarios no son imprescindibles, me dejen morir en casa y que abran la ventana. Y, si el Estado ha dejado de ser tan intervencionista, quisiera que me enterrasen en la tierra de mi madre, en los montes de Cártama, en los Manjones. Que pongan allí una cruz y que no me metan en un ataúd, sino en la tierra misma y que planten en mi pecho un árbol. Si eso no es posible, que, transcurrido el tiempo oportuno, pongan mis huesos en una urna y me lleven a la cripta de la Iglesia de Santa Cruz de Sevilla, en la calle Mateos Gago, si el párroco que por entonces esté allí da su permiso.

Todo esto firma, con todo el miedo del mundo,

Jesús Cotta Lobato
Sevilla, 24 de septiembre de 2012

20 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Un poco lúgubre anda usted hoy ¿no?
Lo invito a dos o tres birras virtuales ahora ismo (ya que no pueden ser reales) y verá usted cómo se le pasan esos pensamientos tan negros.
75 neutonios.

Máster en nubes dijo...

Pues a mí en cambio tu entrada no me parece lúgubre, sino lúcida y muy... como tú eres, cottiana o cottesca, que vamos a definir en un diccionario y tiene varias acepciones, la alegre y festiva y la seria y por eso también alegre. Tú no podrías ser lúgubre ni aunque quisieras. Eres alegre.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, pues gracias por las birras y por el exceso de neutonios. Me vienen muy bien hoy.

Aurora, ¡me has dicho exactamente lo que quería oír pero no sabía qué era! Mi propósito en esta entrada no era triste, sino serio y esperanzado. Un beso.

Varenka dijo...

Estoy con Aurora, nada lúgubre, todo lo contrario. Yo quiero casi lo mismo, sobre todo lo de:
"Si mi petición te parece inadecuada, haz lo que estimes conveniente, porque sé que vas a escoger para mí lo mejor."

Jesús Cotta Lobato dijo...

Varenka, entonces nos parecemos mucho en esto de la muerte. Eso está bien.

Blimunda dijo...

Esta entrada, tipo mariposa negra, es una maravilla, Jesús. Pero creo que yo, llegado el momento, no tendré tanto valor y el miedo me dominará hasta el último suspiro (que imagino como un trozo de libertad pura.)

Y en ese árbol vivirán los pájaros...

Blimunda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jesús Cotta Lobato dijo...

Blimunda, a mí también me dominará el miedo. Eso por descontado. Lo que no quiero me domine es la desesperación. Y espero que también para ti y los tuyos se cumpla ese augurio de aves que deseas para mí.

eres_mi_cruz dijo...

jesús... caso de cogerte en tanga rojo brillante, ¿prefieres algo más solemne o quieres quedarte así para debutar ahí arriba a lo grande?... estos pequeños detalles son los que conviene ir cerrando, ya sabes...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Eresmicruz, si el tanga es rojo, tengo miedo de que los ángeles teólogos más severos, cuando sea mi juicio, señalen el tanga como prueba de mi perdición, sobre todo si he muerto con una cara de gusto muy inapropiada para el tránsito. Así que haremos un pacto entre caballeros: el día del juicio final, yo saldré en tu defensa contra los abogados del diablo alegando que me hiciste la vida muy agradable. Haz tú lo mismo conmigo. Y, luego, hala, en la gloria podremos fumar cinco cajetillas y bailar en tanga rojo.

eres_mi_cruz dijo...

hecho, jesús... ahora habrá que pensar cómo pasar en el tránsito el fardo de contrabando... ¿en un tanga blanco brillante, quizás?... por no molestar a los teólogos esos...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Eresmicruz, yo creo que, para el fardo de contrabando, deberíamos ponernos unos pololos, de esos que antes les ponían a los bebés. Les diremos a los teólogos que nos vistieron así en la primera estación unos querubines que nos tomaron por ángeles (tras lo cual pondremos cara de buenos) y, una vez pasada la aduana, nos quitamos el contrabando del pololo y, hala, a vender entre las almas. Este detalle era importante. Menos mal que me lo has recordado.

eres_mi_cruz dijo...

pero tendremos que depilarnos las piernas y el pecho, jesús... afeitarnos con cuchilla nueva y echarnos nenuco... nada más pensarlo ya me escuece todo el cuerpo...

qué coño, jesús, nos perdimos nuestro nacimiento... y ahora vamos a morirnos con todos los avíos y como Dios manda...

Jesús Cotta Lobato dijo...

De acuerdo, Eresmicruz. Reconozco que esto de depilarme es demasiado para mi cuerpo, donde hay tanto que depilar. Prefiero el Abrotano macho al nenuco. Nos moriremos con las botas puestas, que nos ha costado mucho trabajo conseguirlas. Un abrazo.

lolo dijo...

Tras este diálogo necesario en cuanto a perfume y vestido, te digo, Cotta, que ya empieza a apetecerme un poco una puesta en escena con, por ejemplo, Chanel número 5. Nunca lo he probado pero lo del Abrotano macho, que hace tanto que no oía, ha desatado en mí la idea de intentar el tránsito con el máximo glamour posible.
Eso sí, de blanco como vosotros. Y a ser posible amortajada a lo antiguo, nada de trajecitos. Y los que me quieren tranquilos, que para susto el mío.

Voy a empezar a portarme bien, que a lo mejor queda menos de lo previsto. Me han contado que para nacer fui bastante pesadita.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, ya somos tres los que iremos de blanco y perfumados; tú, Eresmicruz y yo. Tendremos que intentar que en nuestro lecho de muerte alguien sepa amortajar, porque, eso sí, también preferiría que me velaran en mi casa y no en el tanatorio. Y no te preocupes: si para nacer fuimos pesados, para morir seremos ligeros. Eso le pido a Dios.

Una tal Ciccone dijo...

Ahora entro y me da pena no haber seguido el blog durante tanto tiempo... Prometo intentar ponerme al día.
Ha sido un auténtico placer haberte visto hoy, Jesús, y me alegra saber que sigues bien.
No te voy a dejar los cortometrajes, prefiero dejarte mi web, que aunque está muy en construcción, tiene la información y los enlaces suficientes para que veas como me va y pierdas un poco el tiempo - www. helenasevine .es
Un abrazo muy grande y espero que no pase tanto tiempo hasta que volvamos a tener otro encuentro, aunque sea breve, como el de hoy.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Helena, sí, ha sido un encuentro agradable. Te he visto además guapísima. Visitaré tu web. Me interesa mucho conocer tu estilo y tus ideas y nada me alegraría más que ver que tu trabajo y tus ideas ahí prosperan. Ex corde, tuus magister.

Paco dijo...

Jesús, si, por muy extraño que pueda parecer, finalmente tu muerte me pilla cerca, tus instrucciones son claras.

Allí estaré intentando llevar a cabo lo que esté en mi mano.

Promesa de bloguero.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Gracias, Paco. Los últimos favores de un amigo son los definitivos, los verdaderamente importantes. Ex corde, Jesús Cotta