jueves, 14 de diciembre de 2017

Un espontáneo en un café filosófico

La semana pasada, el tema de la tertulia filosófica era la infidelidad. Comenzamos dando varias vueltas a las diferencias entre el amor erótico y los otros amores y, entonces, un señor de unos sesenta años que estaba pintando en el bar donde estábamos, nos oyó decir palabras como "amor", "deseo", "sexo" y, ni corto ni perezoso, se arrancó e irrumpió para proclamar con un vozarrón y sin titubeos y mirándonos fijamente a todos:

-¿El amor? Eso es a los catorce años. Después solo sexo. Y al final, cuando a la mujer le viene la menopausia, se pone encendía y eso es una maldición para el hombre que tenga que satisfacerla.

Y se fue.

Después de eso, discutimos si era preferible confesar al consorte una cana al aire porque tenía derecho a saberlo o si era mejor callarlo para no descargar en él nuestra conciencia; nos dispersamos en torno a la gran cuestión de qué era realmente la intimidad de una persona, si lo que hacía con su cuerpo era más íntimo que lo que hacía con su pensamiento, y si era o no infidelidad fantasear con otra persona, ver pornografía, tontear; y si la fidelidad tal como se entendía (exclusividad sexual) no era más que un disfraz de la posesión o más bien era el custodio de algo hermoso como el amor.

Pero se nos olvidó discutir la veracidad de las etapas y los conceptos de la aseveración de aquel espontáneo que hablaba desde su propia experiencia.


4 comentarios:

Dyhego dijo...

Escribió usted, don Epifanio, un ensayo muy bueno sobre la infidelidad.
Lo que pasa es que si se considera infidelidad cualquier acto de palabra, obra y pensamientos, pues apague usted y vayámonos.
:)
25 neutonios leales.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Tiene usted más razón que un santo. 25 neutonios fieles.

Unknown dijo...

Maestro, un gusto leerle siempre. Encantado estaría de formar parte de una tertulia contigo.

Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues hala, habrá que ponerle solución. Un abrazo grande.