Esta bella canción tiene el encanto de las leyendas populares, que quizá nunca ocurrieron pero son ciertas. Lo mejor de ella es cómo en medio de una escena totalmente doméstica y cotidiana sobreviene de pronto una tragedia y luego, ¡otra vez de pronto!, un milagro, y además un milagro que continúa hasta nuestros días. ¡El consuelo que tuvo que ser para esa madre desconsolada ver luego a su hijo en cada pájaro chogüí! ¡La cantidad de naranjos que su padre habrá plantado para él! ¡Cómo de una desgracia tan repentina brotó algo mucho más grande! No puedo evitar ver en esa leyenda una prefiguración de la resurrección; la vida de un niño es demasiado grande como para morirse: lo más seguro es que, tras la muerte, se convierta en pájaro. Por cierto, menos mal que los españoles llevaron a América las naranjas. Si no, el indiecito guaraní se habría quedado sin su fruta preferida.
Me contó un jesuita que de las tres palabras con que Jesús se definió a sí mismo, camino, verdad y vida, los europeos se habían quedado con la verdad, pero cuando españoles y portugueses predicaron a Jesús en Japón, allí entendieron el camino y, cuando lo predicaron en América, allí entendieron la vida. ¡Desde luego, y esta canción donde la muerte es tan bellamente negada lo demuestra!
Aquí os la pongo en una versión del grupo La vuelta andina, que me encanta. La canción del pájaro choquí comienza en el minuto 1:49, aunque vale la pena el vídeo entero, porque el grupo lo vale con creces.
2 comentarios:
Muy alegre la canción que nos propone hoy, don Epifanio.
La leyenda es triste, como casi todas.
Que los pájaros vuelen libres y felices.
25 neutonios ala2.
Don Diego, es para mí un placer enorme compartirla con usted. Reciba mis 25 neutonios naranjeros
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