Acaba de salir una antología a cargo de los poetas José Julio Cabanillas y Carmelo Guillén con poemas de autores españoles contemporáneos dedicados a la Virgen María, y entre los que tengo el gusto de figurar junto con poetas que admiro hondamente. La poesía española nació florida en torno a Nuestra Señora y, de hecho, nuestro Federico García Lorca, estaba leyendo precisamente Los milagros de Nuestra Señora en casa de Luis Rosales, poco antes de morir y, ante las risas de sus asesinos, invocó el nombre de la Virgen.
Figurar en este florilegio es para mí uno de los orgullos más grandes: siempre me he considerado un juglar de Nuestra Señora, siempre ha sido ella para mí lo más sublime y delicado del universo. Y la anécdota que cuento en uno de los dos poemas es radical y felizmente cierto. Para quien guste, aquí, en la librería San Pablo
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