Quizá sea una hipótesis descabellada, pero cada vez que leo con mis alumnos la descripción que el gran Homero (de quien vivo y en quien vivo) hace de la vida de los cíclopes en la Odisea me parece el recuerdo mitologizado de los neandertales. Los cíclopes eran gigantescos y no tenían ágora ni leyes ni labrados, sino que comían los frutos de la tierra gracias a las lluvias de Zeus; tampoco vivían en ciudades, sino en cuevas, cada uno al mando de su propia familia y al cargo de un amplio territorio donde pastorear y cazar. Cuando el cíclope Polifemo vio a los hombres de Odiseo, se los zampó con las mismas contemplaciones con que nosotros comemos caracoles. Su aspecto monstruoso, su vozarrón, su falta de empatía con los hombres, su gusto por la carne cruda… siempre se me antoja como el retrato deformado de los neandertales que el imaginario colectivo nos ha legado.
2 comentarios:
Don Epifanio:
no va usted desencaminado. De hecho, todavía quedan neandertales sueltos, pululan por nuestras calles y hacen de las suyas en cuanto pueden.
Me ha gustado esa comparación.
25 neutonios descaverniza2.
Por lo visto, don Diego, según he leído, hay, sobre todo en los europeos, algunos genes de neandertales. 25 neutonios de homo sapiens
Publicar un comentario