martes, 10 de septiembre de 2024

Bajos, tenores y chinos

Cuando participé en el coro participativo del Mesías de Haendel de Sevilla, nos dividieron en cuatro grandes grupos: sopranos, contraltos, tenores y bajos. Yo estaba en los tenores y tuve la impresión de que los bajos eran más robustos que nosotros los tenores. Me pareció lógico que a un vozarrón más grave le correspondiera un torso más grandote. Pero he tenido algunos alumnos chinos que no eran precisamente grandotes, sino gráciles, pero que tenían la voz más grave que todos los bajos del mundo. Ahora, con el fenómeno del pop coreano he tenido ocasión de comprobarlo de nuevo. Me dice un amigo mío médico que por dentro los chinos están hechos de otra pasta. ¡Y tanto!

 

lunes, 2 de septiembre de 2024

Letanía del corredor

La escribí cuando dejé de fumar y tenía que correr para quitarme el mono. Nunca fui un runner, sino sólo un corredor, como Fidípides. Y ahora la dedico a los que necesitan un poco de ánimo para el incio de curso: 
LETANÍA DEL CORREDOR 

Corre porque te dieron piernas para que corras, 
caballo galopado por la gracia de un niño, 
el cometa sin nombre que anuncia un nacimiento, 
corredor que a los griegos anuncia la victoria. 

Corre contra la muerte, primer rayo de estrella, 
revuelo en las cortinas de auroras boreales. 
Las violetas recojan tu sudor en sus cálices 
y con musgo y jilgueros te refresque la fuente. 

Corre contra los vientos, a favor de los astros, 
entre los altos pechos de Ginebra en la hierba, 
tatuados en el pecho siete versos de Píndaro, 
arriba las estrellas y debajo las flores. 

Te hicieron para el salto, para el sol en la espalda. 
Tus gemelos nacieron para agotar gacelas. 
Ve a raptar a la novia, detén el meteorito, 
azota el negro potro que en las venas escondes. 

Antílope de pórfido, semental de los príncipes, 
arcangélica flecha contra un pecho de escamas, 
pectorales mojados de rocío y de ninfas, 
femorales armados de cañones de sangre. 

Porque eres un centauro con harenes de yeguas, 
porque eres el acero acolchado del hoplita 
y en el atrio te aguardan con sus besos tus hijas. 
Dios te brille en los bíceps al alzarlas en brazos. 
(MENOS LA LUNA Y YO, Jesús Cotta