AL SALIR DEL TRABAJO
Ahora que anochece y las palmeras
te invitan a un paseo en compañía
y los pájaros cantan todavía
como quieres que canten cuando mueras;
recuerdas unos ojos, cuando eras
lucero en sus pupilas y lucías
y la esperabas al caer el día.
Ahora, sin embargo, nada esperas.
Y finges estar vivo y tener prisa
y nadie te conoce cuando pasas
por las calles buscando una sonrisa.
Esta noche el dolor será tu cena
y has cerrado la puerta de tu casa
para quedarte a solas con tu pena.
(A merced de los pájaros, Jesús Cotta)