Cada noche me salva
de morir un recuerdo.
Yo tenía tres años
y abuelos en el cielo.
En un sueño yo era
un ángel de Fra Angélico
sobre todas las calles
con mi hermana de pecho.
Y, después de volar
por los huertos del pueblo,
me despierto desnudo
y con el cielo abierto,
sobre la misma cama
donde me habían hecho;
y el aura me besaba
con los labios muy frescos.
¡Qué hecho desde entonces
estoy de ese momento!
(de Jesús Cotta, Gorriones de acera, Pre-textos)
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