miércoles, 6 de abril de 2011

Razones que me han llevado a dejar de fumar

1. Fumar era un placer, pero me aguaba otros placeres. Acuérdate, Jesús, de los pitidos en la garganta, de esa tos al correr; recuerda que para algunos ejercicios tenías potencia, pero no fuelle.

2. Fumar era además un placer menor para mí. Habría sido mayor si yo hubiera fumado cada vez que hubiera querido y no cada vez que mi cuerpo reclamaba su dosis. Si yo hubiera sido señor del cigarro y no su esclavo, habría seguido fumando.

3. Me horroriza la posibilidad del enfisema.

4. Comencé a fumar cuando no estaba contento con mi vida. Fumar fue una compensación tonta que me di a mí mismo. Pero ahora que hago y soy lo que quiero, ¿qué necesidad tengo de compensaciones?

5. Fumar a los veinte es normal, porque a uno le sobra salud. Fumar cuando uno tiene un pie en la tumba es también normal, porque ¿para qué quiere uno ya la salud? Pero fumar a los cuarenta es una tontería, porque esa es precisamente la edad en que la salud empieza a no sobrar, sino a faltar, ¡y cuántas cosas hermosas se pueden hacer con esa salud justa que dan la sabiduría del cuasi anciano y la fuerza del cuasijoven!

6. Me gustaba la imagen de mí mismo liándome el pitillo y fumándomelo. Así parecía yo menos buen chico. Lo malo de esa pose es que tras cada pitillo público había una cadena de pitillos tristes, obligatorios, consecutivos e íntimos con que yo me envenenaba día a día. Y, además, ¿para qué quería yo parecer mal chico? Debería ir al psico.

7. Yo conseguía limitar el número de pitillos diarios sólo cuando estaba fuerte de ánimo, pero, cuando tenía un problema o una obsesión que vampirizaba mis fuerzas, ya no podía lidiar yo en dos frentes, el de la obsesión y el del pitillo, sino sólo en el de la obsesión. En la tristeza, no hay fuerzas para lidiar con el número de cigarrillos. Es ese además un triste combate diario.

8. Aunque los efectos positivos de dejar el vicio no son tan buenos ni los negativos tan malos, es liberador tener un apetito menos que satisfacer.

9. Se lo prometí a mi padre cuando estaba agonizando.

10. Por experiencia sé que, si después de varios días aguantándome las ganas me fumo un cigarro, no ocurre como con el sexo, que uno se lo pasa en grande de tanta espera y de tanto deseo, sino que es, sencillamente, decepcionante: ¿para esta porquería de sensación tanto sufrimiento?

11 comentarios:

MAROCHA dijo...

Me has gustado en todas tus reflexiones mañaneras. Sigo enviandote fuerzas que apoyen tus buenas razones.
Creo que ya no volverás a fumar mas.

Un abracico maño.

Ángeles dijo...

Cualquier razón es válida, yo me consuelo un poco diciendo cuando me jubile fumaré.
Ánimo

lolo dijo...

Comprendo y casi me convence el 2; si al menos fuera un señor placer... Y desde luego el 9, aunque también el 10, tanto disgusto para qué. Llegar a darte cuenta de que no te gustaba tanto fumar, olé.
¿Sigues contando los días? Porque ya te has debido perder.

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
¡Ànimo!
50 neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Marocha, tengo en perspectiva varias reuniones con poetas amigos míos con los que siempre he fumado y bebido. ¡Ahí está mi prueba de fuego! Gracias por los ánimos.

Ángeles, eso también me lo digo yo. ¡Ay, qué mala es la adicción, que nunca nos libramos totalmente del deseo de fumar!

Lolo, ya no sigo contando los días. Eso sí, me acuerdo de la fecha. Y, en fin, el diez es mi argumento principal, el que siempre esgrimo cuando me falta la droga.

ReyVindiko dijo...

El que más me ha gustado ha sido el quinto.

Recuerda que tu cuerpo se parece ahora más al glorioso.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, gracias y neutonios mil.

Reyvindiko, ese sí que es un buen argumento: el de que aquí en la tierra ya se parece mi cuerpo al que tendré en la gloria.

E. G-Máiquez dijo...

A mí también me gusta mucho el 5: ¡en mitad del camino de la vida!

Jesús Cotta Lobato dijo...

Enrique, en mitad del camino de la vida pueden pasarte cosas estupendas, como dejar de fumar, tener hijos y escribir el mejor libro de tu vida. Un abrazo, amigo.

Anónimo dijo...

Todas estas razones me hablan de forma muy directa (ya que me he pasado la vida fumando y dejando de fumar) pero la quinta me ha llevado a tirar a la basura el paquete de Marlboro :-). Thank you Jesús! Mañana a primera hora, a la piscina (¿pero cómo es posible escribir algo sin esas pausas de nicotina? Arghhh!)

Jesús Cotta Lobato dijo...

Sara, sustituye, pues, el tabaco por la piscina. Y cuando tengas ganas de fumar, dite a ti misma: ya no se puede, porque ya no soy fumadora.