domingo, 10 de febrero de 2013

Acepte usted mis disculpas, señora

Una vez participé como miembro de una mesa en un debate ante muchas personas. Mis argumentos chocaron sobre todo con los de una contertulia que sostenía la tesis contraria y que consideraba radicales los míos, lo que me escoció bastante.

Me escandalicé cuando se atrevió a dar a un joven del público un consejo que consideré descabellado y salí de allí pensando que la radical era ella, no yo.

Cuatro años después, me la encontré en un entierro al que habíamos asistido para acompañar a un conocido común. Me saludó gentilmente, con un par de besos, y me dijo que había comprado mi novela Las vírgenes prudentes y que le habían encantado las mujeres de la novela. Me habló de ellas y me felicitó.

Sus amables palabras fueron para mí una cura de humildad, una lección moral, una purificación. Yo, que ando siempre por ahí diciendo que no hay que rechazar a nadie por lo que piensa, sino por lo que hace, comprendí que en mi fuero interno yo la había rechazado a ella toda por su manera de pensar y que había incurrido de lleno en ese error que tanto denuncio. Desde luego, yo nunca habría leído un libro de una persona que, como ella, sostuviera argumentos que yo consideraba perniciosos.

Y he aquí que ella hace justo lo contrario: se gasta el dinero en una novela de un autor casi desconocido y antípoda de ella y ¡me lo agradece!

El radical era yo, en efecto, no ella.

Acepte usted mis más sinceras disculpas, señora.

Ex corde, Jesús Cotta

4 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Yo también debería aprender lo que usted comenta.
25 neutonios.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

No hay nada que dé más placer que reconocer un error, y subsanarlo por supuesto.
Esta entrada le ennoblece.
Saludos.

lolo dijo...

Es verdad que te honra pedir disculpas. Comprar tu libro demuestra su grandeza también. Pero este post me ha dejado pensando y me rondará:"... no hay que rechazar a nadie por lo que piensa, sino por lo que hace..."

Gracias Cotta, me ha sonado como si nunca lo hubiera oído. Por algo será.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, ¡pero, hombre, si usted me lee con gusto a pesar de pensar en muchas cosas justo lo contrario que yo! Usted ya tiene aprendida la lección. 25 neutonios.

No cogé ventaja, ahí ha dado usted en el clavo. Si reconozco un error no es por humildad o nobleza, sino por supervivencia, por no sentirme estúpido y terco y porque ante la lección que ella me dio no puede quedarse uno como si nada. Un abrazo.

Lolo, creo que tienes la suficiente magnanimidad como para oír todo tipo de opiniones y no rechazar a nadie por ello. Estoy seguro. La verdad es que, ahora, leyendo tu comentario, me doy cuenta de que, como me pasa con muchas cosas, si insisto tanto en este asunto es no solo porque yo he sufrido las consecuencias de gente que me ha rechazado por mi manera de pensar, sino ¡porque yo también lo he hecho! Un beso.