jueves, 29 de enero de 2015

Centella

Gaspar, mi rey favorito, se ha vuelto loco y ha dejado en el salón de mi casa un regalo que no me merezco. Se cree que he sido muy bueno. Se ve que mis propagandistas son mejores que sus informadores.

Así que el 6 de enero, día de mi santo, dejó en el salón de mi casa una bici negra, plegable, ligera y tenaz, una bici élfica que parece que no toca el suelo y me lleva ingrávida a donde yo le mando. Acostumbrado a las bicis municipales, que pesan como un tanque, esta bicicleta es de otro mundo.
Se llama Centella y tengo que hacer esfuerzos para no ir a la velocidad de la luz, porque tengo la pierna hecha al pedal de las bicis de este mundo y el músculo me pide marcha y cuesta mucho resistirse a la tentación de la velocidad. Sé que mi ángel me precede en su bicicleta invisible, pero no se lo puedo poner muy difícil. Lo último que quiere es verme tirado al suelo con la calva abieta com un melón.

A bordo de Centella, saludo a los que me ven con mi gabardina al viento y los pensamientos se me aceleran y proliferan como las crecientes ramas de un árbol enloquecido.

-Profesor, viene usted muy contento hoy -me dicen los alumnos.

-Es que he venido montado en la cola de un cometa.

6 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epìfanio:
¡Pero no será usted de esos que van con los cascos puestos para aislarse del mundo!
25 neutonios centellea2.

Fernando Moral dijo...

Gaspar es bueno con quien se lo merece; a esos tres nadie los engaña, ya lo dicen los británicos: The Three Wise Men. En cuanto a tu ángel, no le des mucho trabajo, que tiene alas, no cohetes a reacción.

Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, confieso que antes sí. Pero desde que se me rompió el cacharro de la música, voy más conectado con el mundo. 25 neutonios volanderos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Fernando, ese consejo me dais todos los que me apreciáis. Y os estoy haciendo caso.

Vicente dijo...

Beatus ille qui supra ciclum ad laborem it.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Divina lingua dictum, videtur formosius. Gratias, Vincentie, quoniam linguae Latinan non oblivisceris. Memor sum tuae facilitatis linguarum et poesis. Vale.