miércoles, 27 de junio de 2018

En recuerdo de Dorkas Kagusina Julius

Metí la mano en una bolsa, llena de los nombres de las víctimas de la matanza de universitarios cristianos en Kenia en abril de 2015 en la universidad de Garissa (de la que os ahorro las imágenes), y me tocó su nombre.

Se me encomendó desde entonces su nombre para que, aparte de quienes la conocieron, hubiera un vivo en la tierra que la recordase.

Yo no solo la recuerdo, sino que la llevo en la cartera, en el corazón y en la memoria. Le he prometido dedicarle mi próximo libro y le ruego cosas como si fuera mi ángel. Le he dicho su nombre a la Macarena, para que la cuide especialmente.

Desde entonces Dorkas es de mi familia y la Tierra está más huérfana sin ella. No sé explicar bien qué conexión tan grande siento con una mujer que no ha tenido conmigo más conexión que su nombre en un papelito cuando ya solo estaba en la Tierra su cuerpo.

Dorkas Kagusina Julius, ¡cuánto tengo que agradecerte! Espero de veras que haya un más allá, porque, si no, ¿qué va a ser de mí si cuando muera no estás tú allí para que yo pueda besarte la mano y conocerte por fin?


4 comentarios:

Vicente dijo...

Qué hermosa entrada la de hoy, Jesús. ¡Que la Macarena, a petición de Dorkas, te conceda un verano llego de buenos momentos!

Jesús Cotta Lobato dijo...

Vicente, más hermoso ha sido tu comentario. Gracias de corazón.

Dyhego dijo...

Tiene usted un corazón grande, don Epifanio.
25 neutonios admirativos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Diego, estoy seguro de que usted también llevaría ese nombre en la cartera si se lo hubiesen confiado. 25 neutonios