lunes, 14 de enero de 2019

Manzanas robadas, de Miguel d'Ors

En mi vídeo sobre cómo escribir un buen poema, aquí, recomiendo leer encarecidamente varios poetas y uno de ellos es Miguel d'Ors, que tiene a su favor su enorme sentido del estilo, su habilidad para la eufonía y el hallazgo feliz, la destreza constructiva de cada poema, las vueltas de tuerca y los giros con que nos sorprende cada final de poema, lo acertado y a la vez innovador que es al utilizar todo tipo de metros y, sobre todo, la elegancia señorial y sin afectaciones con que cada poema va navegando hacia nosotros mientras lo leemos.

Sus poemas suelen ser gozosos e incluso cuando son tristes cantan la belleza; dan ganas de celebrar y agradecer cuando un los lee. Al leerlo, saco la sensación de que la poesía triste es mentira.

He hecho la prueba con mis amigos. Leer poemas de Miguel d'Ors ante la concurrencia es éxito asegurado.

El último libro suyo que he leído es Manzanas robadas (Renacimiento 2017), que recuerda al robo de las peras de san Agustín. Para empezar, el título es excelente, sencillo, con tanta "a" tiene algo de agua y franqueza y a la vez con un contraste dulciamargo, porque las manzanas son dulces y perfuman y no les cuadra, pues, el haber sido robadas.

El libro es, entre otras cosas, un canto a la naturaleza, pero vista, creo yo, como una hermana y no como una madre. La naturaleza es una misteriosa vibración creadora e imaginativa que está buscando, sin saberlo, a aquel cuyo nombre no se puede decir sin un estremecimiento.

Cada cosa del mundo es ella misma
y algo más: un mensaje.

Hay muchos poemas estupendos como, "Voz secreta", "Sabiduría del ciruelo", "Exilio", "Maleza", "Pájaros de antaño", "Qué no daría yo", "Más, "Silencios predilectos", "Literatura fantástica" y otros. Pero muy especialmente voy a destacar el que me parece señero y definitivo: "La justa transparencia". Es, para mi gusto, impactante, con cúpulas y torres, sutil, elegante, transparente, uno de los mejores que he leído en mi vida. Qué manera tan bonita de decir algo tan inefable. Empieza grande y acaba gigante. He aquí los cuatro primeros versos:

Las flores amarillas de las xestas
con su perfume áspero,
todo el pajarería que vivifica el monte
con esa babilonia de gritos y gorjeos....

Gracias, Miguel d'Ors.

2 comentarios:

lolo dijo...

Qué bien lo cuentas.
"Quejas": Me persigue con una sonrisa.
Gracias, Cotta.

Jesús Cotta Lobato dijo...

A ti y a la poesía.