lunes, 27 de mayo de 2019

El ser humano concebido y el nacido

Un gran debate de hoy es si la línea a partir de la cual el ser humano es inviolable es desde la concepción o desde el nacimiento. Pues si ante la duda debemos siempre optar por el más débil, ¿por qué no optar por el ser humano concebido, que es aún más débil que el recién nacido?

Ha habido épocas donde el ser humano inviolable era una dignidad solo concedida a unos pocos: los ciudadanos romanos, los niños reconocidos por el paterfamilias, los individuos libres... A los demás se les negaba la dignidad, precisamente para poder utilizarlos o, en caso necesario, matarlos. Criterios utilitaristas, no morales. Lo mismo se hace hoy con los seres humanos concebidos, con el agravante de que estamos en la época que ha proclamado los derechos humanos universales. ¿No es hora ya de universalizar del todo la dignidad humana desde la concepción a la muerte? ¿No estamos en la época del inclusivismo?

Una de las peores desgracias de nuestra época no es solo que haya médicos facultados para matar fetos humanos; o que esa matanza de inocentes sea legal e incluso un derecho; eso es abominable, pero más abominable me parece el hecho de que la sociedad lo haya aceptado como algo normal o deseable y que en los hospitales comience a considerarse irresponsable, en vez de sencillamente buena, a la mujer que se niega a matar en su vientre al hijo que espera pero que según los médicos viene con algún problema. ¿No son irresponsables los que la incitan a abortar? ¿Quién es nadie para decidir quién merece nacer? Si a usted lo han dejado nacer, no se lo impida al siguiente.


6 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
tema "embarazoso" donde los haya. Y no quiero hacer humor negro ni ofender.
Lo mismo después opino.
25 neutonios amistosos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Reciba usted mis mejores 25 neutonios, don Diego.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
el tema del aborto es complejo porque afecta a los derechos de tres "personas": los de la madre, los del padre y los del futuro hijo.
¿Cómo se conjuga eso?
No lo tengo nada claro, la verdad.
Hay una verdad incuestionable y es que el feto (zigoto, embrión, nasciturus, feto, o como se quiera llamar al "futuro") es fruto de la unión de un óvulo y un espermatozoide. Por lo cual, no se puede hablar de una prolongación de la madre. La naturaleza ha querido que ese embrión se desarrolle en el cuerpo de la mujer.
Por otro lado, creo que el padre también tendría derecho a voz y voto en el caso de un aborto. Al fin y al cabo, también es su "hijo".
Y en cuanto al futuro bebé, pues supongo que también tendría derecho a que su formación molecular se complete.
Por otro lado, no veo el "aborto" como un "derecho" sino como un mal menor.
Y, a partir de ahí, viene toda la casuística habida y por haber.
¿Qué ocurre cuando el embarazo es consecuencia de una violación? ¿Y si la madre no quiere tener un hijo pero el padre sí?
No lo tengo nada claro, la verdad.
Y para embrollar más el asunto, la medicina hace posible combinaciones impensables: una mujer queda embarazada con un óvulo que no es el suyo, o con un espermatozoide de un hombre fallecido.
Más aún: mujeres que encargan embarazos y mujeres que se quedan embarazada de hijos que no son "suyos". En ese caso, ¿quién es la madre, la que pare o la que aportó el óvulo?
En fin, que no lo tengo nada, pero nada claro.
25 neutonios dubitativos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, ¡pues es usted un tipo inteligente y empático! Porque la gente lo suele tener clarísimo, lo que dice muy poco en favor de ellos. Usted se da cuenta de la complejidad del asunto y, aun así, toma partido. Pues creo que de eso se trata: de tomar partido sin entrar como un elefante en una cacharrería.

25 neutonios natalicios

Felipe dijo...

Yo quiero ser un poco más pedestre. La tentación utilitarista ha existido siempre ante un embarazo no deseado o inesperado que complicará la vida a los progenitores si se lleva a término. La falta de voces reclamando el aborto como solución a ese conflicto y el trauma de la propia decisión y ejecución hacían del fenómeno algo menos extendido que hoy en día. Pero en los años 60 se cruzó con el utilitarismo, egoísta y pragmático, la idea de la emancipación femenina, que arrastró al fenómeno como elemento de libertad y derecho. Por si fuera poco, llega la caída del Muro de Berlín y con él el descrédito de la lucha de clases de la teoría marxista. Ningún izquierdista al que le importe la imagen de modernidad que pueda proyectar se atreve hoy en día a levantar el puño, pero sí puede reciclar la idea de lucha de clases a la guerra de los sexos, para que siga dando gas a la izquierda. A los pobres concebidos y aún no nacidos les ha tocado ser los paganos. Ya pasará.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Felipe, qué análisis tan certero. Lo copio y lo pego para ese libro nuestro que tenemos que escribir juntos.