El otro día vi, en un descampado que se usa como aparcamiento, cómo el guardacoches, un hombre alto, joven, de rostro severo, fumaba de pie y señorial bajo un paraguas que atentamente desplegaba para él un hombre maduro y gordo que, por su manera de vestir, de estar y de mirarlo, supuse que estaba prendado de él o que era su pareja o que pretendía ganárselo para que lo fuera. Al guardacoches parecía importarle un rábano que su pretendiente, si lo era, se mojara mientras él fumaba felizmente resguardado, y el pretendiente sujetaba para él el paraguas sin desmayo y solícito. Bajo el paraguas habría habido cómodamente cobijo para los dos, pero algo en la índole de la relación entre los dos parecía impedir esa posibilidad.
Si en realidad, como a mí me pareció, el que sujetaba el paraguas lo amaba, ¡la de cosas que nos hace hacer nuestra sed de amor! ¡Lo tremenda que es esa sed, que nos saca bajo un chaparrón para que un hombre que ni nos mira pueda fumar viril y guapo si estropearse el peinado!
6 comentarios:
Escena de desamor, quizás la repetida y triste historia de siempre. Uno fuerte, otro débil. Uno manda, otro obedece. Vampirismo que se da entre guardacoches, marqueses o maeses.
Sí, es cierto. Pero me pareció que el que sujetaba el paraguas sí que podía sentir amor de verdad, aunque quizá por una persona equivocada.
´El amor y la lucha por la supervivencia en las calles, la conquista del pan, el pan nuestro de cada día defendido a golpes en un descampado con aparcamientos. Solo los más fuertes ganarán el jornal, las propinas.
Don Epifanio:
no hay nada más osado que el amor. Nos hace perder el sentido de la ridiculez, y todos los sentidos que haya.
25 neutonios apreciativos.
Unknown, la verdad es que cada vez que paso por esos aparcamientos noto esa especie de tensión de hombres defendiendo su territorio. Un saludo
Don Dyhego, creo que eso es, a la vez que un inconveniente, una ventaja del amor: perder el sentido del ridículo. 25 neutonios sin vergüenza.
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