martes, 10 de junio de 2008

Sueño infantil

Recuerdo incluso el día en que lo tuve. Tendría yo no más de cuatro años. Soñé que yo era un jinete y montaba a caballo y desde una colina contemplaba con aire misterioso mi pueblo, que aparecía transfigurado por esa luz azul misteriosa de los sueños y un poco gris a la luz del alba. Yo me sentía un hombre, regio y solemne, portador de un terrible secreto, aunque el que montaba a caballo era un niño. Guardo ese sueño con una nitidez impresionante, que siempre me deja el regusto de que aquello fue una revelación, una visión, una visita, y no un simple sueño.

Anduve todo el día sumergido en la sensación de ese sueño y, a veces, cuando estoy escribiendo, resurge en mí ese jinete y entonces me salen las mejores páginas.

El puntillo y la gana

El puntillo y la gana son dos medidas populares.
PUNTILLO: el grado o momento exacto de intensidad, difícil de conseguir y más aún de mantener. Aplícase normalmente a placeres individuales, como la bebida y el sexo. Vg: "Yo bebo hasta conseguir el puntillo y ahí me mantengo" o "No hay nada mejor que el puntillo que uno se da". Todo el mundo sabe qué es el puntillo, pero no se puede definir numéricamente. No hay puntillómetros.
GANA: medida para definir el apetito de hacer algo. Suelen ser muchas o pocas. Vg:
-¿Cuántas ganas tienes de hacer esto?
-Muchísimas ganas.
No es lo mismo no querer hacer algo que tener ganas de no hacerlo. En el segundo caso la negativa es mucho mayor. Tener gana y media de hacer algo significa "Me apetece, pero no tanto como para levantarme del sofá".
Los psicólogos opinan que son dos medidas subjetivas. Sin embargo, todo el mundo las entiende como objetivas. Cuando dos individuos coinciden en tener muchas ganas de hacer algo juntos y juntos consiguen el puntillo, repiten.

domingo, 8 de junio de 2008

Fases de la sexualidad masculina

Pueden ser estas cuatro:
1. Príapo (de 1 a 10 años): el niño está fascinado con ese juguetito que tiene vida propia.
2. Afrodita (de 10 a 20 años): lo importante ya no es el juguetito, sino las sensaciones que con él se consiguen.
3. Eros (de 20 a 30): lo importante ya no es sólo procurarse las sensaciones, sino compartirlas, abrirse al otro. Es entonces cuando se descubre que las caricias de otra persona son mucho más interesantes y estimulantes que las propias.
4. Amor (de 3o en adelante): lo importante es el polvo enamorado, la donación de lo mejor del cuerpo, lo más tierno del corazón y la benevolencia de la voluntad.

Lástima que estas cuatro fases no vengan siempre en orden lógico y cronológico, sino como a ellas les da la gana.

sábado, 7 de junio de 2008

Adiós al moderador

Pues tiene razón Baltanás en su comentario a mi intervención anterior. Así que he eliminado la moderación de comentarios y la verificación de palabras. Lo uno y lo otro tendría sentido si mi bitácora fuera visitadísima y yo tuviese muchos enemigos. Pero no ocurre lo uno ni lo otro.
A mí mismo, cuando visito una bitácora y deseo dejar un comentario, me fastidian las pequeñas dificultades que se me presentan y al final acabo no haciendo ninguno.
Por cierto, ¿a alquien se le ocurre una palabra en español en lugar de post? No lo digo por purismo, es que es una palabra incómoda y tiene el problema de que no sé cómo decirla en plural: ¿posts, postes, post?
Ex corde,
Jesús Cotta

viernes, 6 de junio de 2008

Maños

En una comida con amigos criticaba yo indignado que la homosexualidad fuera delito en Cuba. Y mi amigo Pablo, el maño, me dijo: "Es que con lo buenas que están las cubanas, ¿cómo no va a ser delito?"
Me gusta la gente así, con más humor que ganas de pelear.
A propósito de maños, he leído en cierto libro el milagro de Calanda y luego he buscado información por la red.
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=2821
En pocas palabras, en el siglo XVII, un mozo aragonés, natural de Calanda, perdió una pierna en un accidente y se la amputaron y se la enterraron (me gusta ese respeto por los restos humanos; ahora se consideran simplemente restos orgánicos, y no partes de una persona). Le dieron permiso para pedir en El Pilar (por cierto, no es esa una mala manera de regular los mendigos: así al menos no se pelean los mendigos entre sí por llegar antes a su puesto de pedir) y todos lo apreciaban porque era bueno y devoto de la Pilarica. Todos los días se untaba de agua bendita la pierna que le faltaba y una mañana se despertó con la pierna puesta. El asombro de toda Zaragoza fue tal, que se convocaron testigos y se produjeron investigaciones hasta que aquello se declaró oficialmente milagro.
Para milagros, los de los maños. Y lo demás son tonterías.