sábado, 31 de mayo de 2008

Las palabras son importantes

¿Quién dijo que las palabras no son importantes? No es lo mismo postrarse de hinojos que arrodillarse, aunque en ambos casos uno haga lo mismo con las rodillas. Mirto y arrayán designan a la misma planta, pero el primero cuadra en las Bucólicas y el segundo en El collar de la paloma. Quien tiene un hall en casa es más cursi que quien se limita a tener un zaguán o un recibidor o una sencilla entradita. No es lo mismo hembra que mujer, amada que parienta, acoplarse que echar un polvo, dar a luz que parir, educar que criar, tener aire de entrometido que tener aire dentro metido. Como las palabras se hacen pasar por las cosas, acaban siendo más importantes y reales que las cosas. Si me defino como bajito, calvo y flaco, no tengo nada que ver con otro como yo que se defina como de talla mediana, con entradas y esbelto. Las palabras no son la realidad, pero sí la única manera de comprenderla. Por eso amo las palabras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y las palabras no dichas, quizás más... El silencio dicen que otorga, pero creo que más bien hiere cuando sólo las palabras podrían sanarnos. Últimamente, con la "vejez" he decidido pronunciarlas con asertividad y la lozanía de un niño que dice insistentemente ¿por qué?, sin embargo, aún hoy, sigo atesorando momentos de silencio, de lágrimas compartidas y de caricias silenciosas en mi cara.Sr Cotta, las palabras no lo son todo.La realidad también es un conjunto de sensaciones sin hilvanar.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Me ha gustado eso que dice usted respecto a las palabras no dichas. Ésas sí que duelen (o sí que curan, cuando vienen en un gesto o en una caricia). Cuando pienso en mi vida y en lo que me pasa, sobre todo si he bebido alguna copa, tengo esa sensación que yo no había sabido explicar, la de que la realidad es un conjunto de sensaciones sin hilvanar. Ex corde