sábado, 3 de septiembre de 2011

Lo que anoche soñé

He soñado que estaba sentado en un banco de piedra pegado a una pared que resultó ser de una iglesia de la que salió un cura muy simpático y ocupado con pinta de haber trabajado mucho tiempo en las misiones. De algún modo que no logro poner en pie me pedía que yo le ayudara con la catequesis de los niños, con la preparación de la misa, con ciertos peligros que por allí rondaban... Pero cuando estaba en plena misa e iba a abrir el sagrario, yo hice mutis por el foro y me marché, con la sensación de ser un traidor, de dejarlo solo ante el peligro, de abandonar a Jesús en Getsemaní... una sensación que aún me dura.

Y antes o después de todo eso yo era una mujer joven enamorada de su padre. Un día se lo confesé y él quiso realizar conmigo una fantasía. Se vistió con una especie de armadura de hierro y entonces, justo cuando comenzaba la intimidad entre nosotros, ocurrió algo abominable que no recuerdo, pero que me estremeció y me hizo apartarme de él. Y no descansé hasta que, días o años después, en la mesa de un restaurante al aire libre, ese hombre, viejo, pero aún bello, me lo confesó todo y reconoció en un papel de su puño ser el autor de no sé qué cuántas cosas horribles. Que yo sepa, es la primera vez que he soñado que yo era una mujer.

En el mismo sueño, pero no me preguntéis cómo, iba yo, ya varón, en bici de noche por una calle desconocida. Un ciclista enmascarado, con grandes aspavientos y acompañado de varios ciclistas más, me reconoció y me pidió a gritos que me detuviera en la esquina, porque quería saludarme. Yo obedecí, pero comencé a desconfiar de un desconocido, a las tantas de la noche, en una calle solitaria. Podían robarme o matarme, así que aceleré y escapé por una carretera que, de pronto, era la de mi pueblo de la infancia. Allí conseguí darle esquinazo, pero, de pronto también, era de día y yo estaba desnudo y en la calle principal atestada de niños jugando y mujeres entrando y saliendo por las puertas. Los niños se reían de mí cuando me veían pasar y la bici era una cosa demasiado esquelética para taparme. Angustiado pensé en entrar en casa de mi amigo de la infancia, Manolito, pero luego recordé que, cuando era niño, le gasté una jugarreta infame y, aunque pasó en la realidad, la cuento porque en el sueño desempeña su papel: resulta que yo, que era aún muy niño, me acababa de pelear con Manolito por no sé qué tontada y me fui enfadado a mi casa y allí me entraron ganas de hacer lo que otro no puede hacer por mí y, ni corto ni perezoso, en vez de ir al baño, cogí un folio y sobre él hice ejem... y entonces, qué oportuno, llegó Manolito preguntando por mi hermano Alfonso. Y yo, no sé si para vengarme o porque se me ocurrió y no fui capaz de resistirme a la tentación, ni corto ni perezoso agarré el papel del suelo y se lo lancé a la cara con tal puntería, que la hez se posó un momento en su pelo rubísimo y chorreó asquerosa por su rubicundo rostro, mientras yo, cruel, me reía. Aunque fuera en un sueño, ¿cómo iba a ir ahora desnudo a su casa a pedir refugio? Si me echaba encima una palangana de inmundicias, me lo merecía.

6 comentarios:

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Me gusta mucho jugar a interpretar los sueños pero sólo me atrevo con los míos. De todos modos, las claves las tiene uno mismo y se pueden interpretar como uno quiera.
Espero que esta noche sus sueños sean más apacibles.
25 neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, nunca he interpretado mis sueños, pero me ha dado usted ganas de hacerlo y voy a hacerlo, a ver si llego a alguna conclusión. 25 neutonios.

Martín Garrido dijo...

En los sueños uno puede encontrarlo todo... lo que es, lo que desea, lo que odia... No hay mejor terapia que la de analizarlos con lupa...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Martín Garrido, le dije a Dyhego que analizaría el sueño, pero, después de oírte y pensándomelo mejor, no sé si hacerlo, porque tengo miedo de lo que me pueda encontrar. Pero si me aseguras que voy a averiguar cosas de mí que me pueden servir, voy a hacerlo, esta noche. Encantado de conocerte.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Jesús, cena menos y seguro que sueñas mejor y más agradable.
Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

No cogé ventaja, te haré caso, a ver si puedo contaros el próximo día un sueño más feliz.