martes, 8 de noviembre de 2011

La alfombra voladora

Uno de los juegos más divertidos que conozco es poner en el suelo una manta (que, por cierto, era negra con rayas de color naranja, aún la recuerdo), sentarnos en ella cuatro o cinco niños y que mi hermano Timoteo, que tenía mucha fuerza, el que ahora impone las manos a los melones, tirase de ella a toda mecha. Es como volar sobre una centella para encerar el suelo. Como además la disposición de las habitaciones permitía dar una vuelta por la casa, el paseo era infinito. Nos recuerdo a los niños agarrados unos a otros para no salirnos de la escueta y maravillosa superficie deslizante y jaleando al dorado arrastrador que nos proporcionaba ese increíble regalo y que gracias a nosotros se iba poniendo cada vez más fuerte y más guapo.

Había una esquina peligrosa, donde se alzaba un jarrón de barro pintado en azul y gris, que tenía de las asas colgando unos aros enormes. La cola de la centella humana solía darle con tan mala fortuna, que el jarrón entero se caía y se partía y, entonces, José Miguel, mi hermano mayor, tenía que recomponerlo con pegamento. Era el jarrón más recompuesto del mundo. No había parte por donde no se hubiera partido. Sus costuras eran testimonio de la felicidad infantil que aún hoy a mis hermanos y a mí nos sigue acompañando.

A mis amigos les gustaba venir a mi casa porque en ella había vida y alegría. En las casas de otros había moqueta y había que descalzarse para entrar y uno no podía hacer allí nada más que ver la tele.

Mi madre era la artífice de toda esa alegría que aún llevo dentro.

Gracias a todos los artífices de la alegría en las casas. Por ellos, los niños son ahora hombres y mujeres buenos y felices que nos hacen la vida más buena y feliz.

8 comentarios:

Rosna dijo...

Los juegos de la niñez que " hermoso "y "vivo "recuerdo , una niñez llena de emociones , amor que más pedir . Siiiiiiii se puede pedir algo ahora le toca a Usted hacer volar en una alfombra mágica a sus niñas .
Gracias por compartir estos instantes lleno de magia , nos alegra la vida un pozquín ... da ganas de volar en una alfombra mágica .
Buen inicio de semana para absolutamente todos .
Abrazos mágicos

Anónimo dijo...

Me encanta...qué juegos más simples y divertidos los de "antes".Nosotros jugábamos a la casa oscura,solo quedaba una habitación encendida,donde se contaba y mi madre cosía.Era genial y no nos dolía ninguno de los golpes que nos dábamos.
Ya sé lo que voy a hacer esta tarde con mis peques...ni deberes,ni tele, ni na...Voy a JUGAR.Gracias."Lna"

Dyhego dijo...

Don Epifanio,
Y si, em vez de decidir que fuese "alfombra voladora" hubieran ustedes dicho que era un ovni, lo hubiese sido.
25 neutonios volantes.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Rosna, no se preocupe usted. Lo haré. Y ellas le envían a usted en una alfombra mágica dos besos como flores.

Lna,sin duda los peques te lo agradecerán y para ti será como una sesión gratis de gimnasio. Recibe mi saludo.

Dyhego, su comentario es la coletilla que le falta a mi entrada. 25 neutonios mágicos.

lolo dijo...

El único bien que permite volar en una alfombra, romper jarrones ya rotos, reconstruirlos, ponerse fuerte y guapo, el mejor regalo... es la alegría.
Creo que por eso vengo a leer lo que escribes, Cotta.

María Cusí dijo...

Quiero encontrar la alfombra voladora que me lleve Paraíso. Un Abrazo

Reyvindiko dijo...

¡Qué santa madre la nuestra! Yo no sé si permitiría la mitad de las cosas que hacíamos. Cuando lo pienso, me siento peor padre. Y mira que tengo cinco.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, y por eso escribo yo, por la alegría. Cuando estoy triste, sencillamente no puedo escribir. Recibe mi beso.

Sefa, la alfombra está en tu corazón y el paraíso llegará tarde o temprano.

Reyvindiko, tú eres un padrazo. Cuando vamos a tu casa luminosa todos tus hermanos con nuestros churumbeles y montamos allí nuestras tiendas de campaña, tú tienes una cerveza para nosotros. Has aprendido de nuestra madre. Un abrazo fuerte.