viernes, 7 de diciembre de 2012

De pinzas y cuchibambos

Siempre me pareció natural que los griegos asociaran la lluvia con el semen del varón y que llamaran Urano (Cielo) al que llueve y Gea (Tierra) a la tierra por él fecundada. Si ellos no hubieran hecho esa asociación, la habría hecho yo tarde o temprano.

Es como si la naturaleza no hiciera sino repetir modelos por aquí y por allá. Todo se parece a todo. La mujer a la tierra y el hombre a la lluvia. Casi todos los bichos comen por delante y defecan por detrás. En todos los seres vivos la cópula se hace introduciéndose algo del uno en algo del otro. ¿De qué otro modo se podría hacer?

Todos los árboles crecen hacia arriba y el cielo ha tenido el detalle de dejarnos ver las estrellas para que nos preguntemos en qué grandeza insondable nos encontramos. Es normal que cuando una estrella cae en la tierra la creamos un enviado del cielo. No hay ni un solo ser volador que no tenga alas y las pinzas de los cangrejos son muy parecidas a las manos y por eso nuestras herramientas y nuestros artefactos no hacen sino imitar hélices naturales, alas de pájaros, pinzas de cangrejo, colmillos de serpiente...

Cuando Adán abrió los ojos le debió de parecer todo sorprendente de puro natural y coincidente. Pero lo terrible es que, aunque nos cueste imaginarlo, todo habría podido ser de otra manera distinta, de infinitas maneras distintas. Podría no haber pinzas ni manos ni árboles, sino cuchibambos, gurribintriquis y altijófares.

Me gusta pensar que esta manera es una de las mejores.

5 comentarios:

lolo dijo...

Oh. También lo hubiera pensado yo.

Es más, ese "todo se parece a todo" es la mayor afirmación a la que he podido llegar en mis ya bastantes años. Salvando la distancia, que me empeño en señalar, entre el hombre y el animal.

lolo dijo...

Perdón, comprobado que "altijófares" es palabra de tu invención, llego a conclusiones aún más profundas, como es que el lenguaje sirve al hombre y no al revés.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, ahí coincido yo contigo plenamente. Nunca me cansaré de recalcar esa diferencia que tantos se empeñan en negar. ¡Si yo te contara!

En cuanto al lenguaje, está claro que somos sus dueños, aunque él nos imponga, como todos los siervos, unas condiciones inevitables e inherentes a su condición y posibilidades.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
La realidad es la que es. Por suerte, podemos cambiarla a nuestro antojo en nuestra imaginación, para soportar mejor aquélla.
25 neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, sí, supongo que ese es uno de los encantos de la literatura. 25 neutonios.