domingo, 9 de diciembre de 2012

El suicidio

Yo siempre he pensado que, si matar es malo, también lo es matarse, solo que el primer caso es más grave porque normalmente uno mata a otro sin consultarle antes.

Quede claro que estoy aquí hablando de moral, no de leyes, y que no propongo ni mucho menos castigar al suicida frustrado. Bastante castigo tiene ya.

Si afirmamos que matarse no es un acto moralmente reprobable porque es un acto libre, estamos afirmando que matar a otro solo es malo si la víctima no da su consentimiento para que la maten, pero que, si lo da, entonces no es malo.

De esto se deduciría que actos abominables como matar, mutilar, insultar, humillar, etc no son malos si la víctima se presta a ellos voluntariamente, porque entonces deja de ser víctima.

Esto nos conduce al relativismo total: no hay actos buenos y malos. Un acto es bueno si las partes implicadas deciden que es bueno, pero, si acuerdan que es malo, entonces es malo.

Por ejemplo, si unos sadomasoquistas voluntariamente se reúnen en una fiesta siniestra donde se permite todo, los demás tendríamos que abstenernos de impedirla, aunque corra la sangre a chorros. Y si alguien decide televisar su muerte y dar de comer su cadáver a unos vampiros humanos, también tendríamos que abstenernos.

Si esto es así, la educación que damos a los niños habría que reformarla por completo. Por ejemplo, tendríamos que decirles que los derechos humanos son un invento válido porque así lo hemos acordado, pero que en realidad la esclavitud, la explotación, el asesinato, la mutilación, etc no son actos buenos ni malos, sino lo que las partes implicadas decidan.

Ahí está, me parece, la piedra de toque: si uno considera que el suicidio no es un acto moralmente reprobable, es en el fondo un relativista que no cree en el bien ni en el mal.

Pero tampoco estoy muy seguro de lo que estoy diciendo. Por eso lo expongo aquí.

12 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
En primer lugar habría que saber qué conduce al suicidio: si una enfermedad mental, un lavado de cerebro o una decisión libre y razonada (no se me ocurren más casos).
No creo que sea malo moralmente ni que deba ser castigado el intento de suicidio.
Supongo que hay tantas razones para suicidarse como para vivir.
Y también supongo que hay que ser muy valiente para suicidarse (no creo que sea un acto de cobardía). (Los casos de enfermedad mental deben ser sopesados de forma distinta, por supuesto).
En fin, el suicidio supongo que también es un hecho cultural (los japoneses lo consideran de forma distinta a como se ve en la cultura cristiana).
Salu2 vivificantes.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, desde luego castigado no. En eso estamos de acuerdo. Tampoco estoy de acuerdo en que haya tantas razones para suicidarse como para vivir, porque, si fuese así, la mitad de la humanidad se acabaría suicidando. Sí estoy de acuerdo en que hay que tener agallas para suicidarse y en que es hecho cultural, pero eso no nos impide emitir un juicio moral sopesado sobre ello. Reciba mis neutonios salvadores.

Dyhego dijo...

Dice Tolstoi en “Ana Karénina” que “todas las familias felices se parecen pero que cada familia infeliz lo es a su manera”.
Parafraseando a León: todos los fallecimientos (normales) se parecen; cada suicidio es distinto…
Ni soy psiquiatra ni psicólogo (Dios me libre), pero entiendo que el suicida no está bien, porque en condiciones normales, nadie quiere morir. Tan radical solución se debe a trastornos mentales (depresión, psicosis, esquizofrenia, etc, etc) o a un episodio de enajenación transitoria causada por cualquier circunstancia agobiante.
Un vecino se suicidó, dicen, por deudas de juego. Supongo que querría evitarle a su familia un peligro o temía un ajuste de cuentas. La señora que se suicidó a causa de la hipoteca quizás se vio en un atolladero del que no sabía salir.
Los hay que no quieren ser una carga para nadie, verse impedidos, yo qué sé.
Es triste ver que alguien llegue a ese estado pero no me parece reprobable, don Epifanio.
25 neutonios vivificantes.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues la verdad es que me ha convencido usted del todo. Es triste, pero no reprobable. Amén. Reciba mi abrazo.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Es que pretenda yo convencerlo a usted de nada. Simplemente me apetecía exponer mis ideas al hilo de las suyas.
25 neutonios conversacionales.

Dyhego dijo...

falta el ·"no" del principioi.
ay, las prisas.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, ya lo sé. Pero el caso es que usted me ha convencido, aunque no era ese su propósito. Además, tampoco habría sido malo que usted intentara convencerme. Yo lo habría tomado como un cumplido, porque si alguien se interesa por convencerme de algo, es porque le intereso. Un abrazo más grande.

Anónimo dijo...

Por motivos profesionales he conocido a algunas personas que han terminado suicidándose. En común tenian que eran muy jóvenes, que sufrían una deprivación afectiva, una baja autoestima, un umbral de frustración pequeño...y sobre todo un deseo de "castigar" a quienes debían quererlos y por los que no se sentían queridos,de reprochar a otros lo que ni siquiera se otorgaban a ellos mismos...
Los he comprendido en todos los casos, la vida debe ser muy difícil para quien está convencido de que nadie le quiere, nadie le valora, nadie tiene alguna expectativa sobre el. Ser ignorado, invisible, indiferente... es insoportable.
Su muerte fue un reproche porque estando cerca de ellos no supe hacerles sentir que los quería, que esperaba mucho de ellos, que para mi eran muy importantes... O quizás para ellos eso no les era suficiente...
De ellos aprendí que el dolor de un ser humano puede ser infinito, y solo el fin les libera de su dolor.
Antonio

Jesús Cotta Lobato dijo...

Antonio, este comentario tuyo es la explicación más intensa, humana y convincente que he oído acerca del suuicidio. Copio el texto, porque me parece una explicación maravillosa. Gracias. Ex corde, Jesús

lolo dijo...

Creo que el suicidio va unido casi siempre a una situación imposible de juzgar. Los que he vivido más o menos cerca han sido a causa de enfermedad y desde luego en ese caso estoy segura de que cruzan el umbral para gozar del gran abrazo que aquí no han podido encontrar.

Me ha gustado mucho el comentario de Antonio.

Otra cosa será cuando alguien atenta libremente contra su propia vida o por desesperación pide que otro que le ayude a terminar con la que aún puede vivir. Aún así, tiendo más a la indulgencia que a la severidad. Creo que es lo que Dios hace con nosotros. Gracias por hacerme pensar.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, leyéndote a ti y a Antonio y a Dyhego, caigo en la cuenta de que en mi entrada estaba más preocupado por llegar al callejón sin salida del relativismo que por comprender las causas del suicidio. Si escribí esta entrada, es porque tenía mis dudas y, desde luego, ahora también creo que el suicidio no se puede juzgar, sino lamentar y perdonar, como hace Dios. Un beso.

Anónimo dijo...

Claro que hay actos buenos y malos. Y lo son en si mismos, desde un punto de vista moral. El suicidio es sin duda un acto moralmente malo al que las circunstancias no pueden mejorar. Pero como en todos los actos humanos a la hora de juzgar entran en juego los condicionantes y limitaciones de la persona que actua y su capacidad para obrar conscientemente y en libertad.
Te vuelvo a dar las gracias, Cotta.
Lolo