martes, 26 de febrero de 2013


Este verano, por una cobardía que en mi fuero interno consideré prudencia para no sentirme desgraciado, no actué en cierto asunto como debía y aún me pesa en la conciencia. Así que he decidido ser más valiente. Yo pondré de mi parte todo lo que pueda y que Dios disponga.

Empecé el otro día, aunque no llegué al grado de homérico.

Iba por el carril bici el viernes por la tarde a la salida del curro cuando veo que viene frente a mí un tropel de niñatos gritones, uno de ellos en dirección contraria. Noté desde lejos que me desafiaba, que, aunque yo iba por mi carril, él no pensaba quitarse, que creía tener muchos conjoncilios. Así que hice lo que hago a veces: no aceptar el desafío y fingir que no me he dado cuenta. El truco está en no mirar a los ojos del desafiante, sino tener cara de indiferencia y seguridad ¡y en aguantar unos segundos más que él! Así que se tuvo que retirar y, para desquitarse, me gritó algo que, gracias a que no vocalizaba bien sino que farfullaba, no entendí bien.

¡Qué a gusto me sentí con aquello! Luego pensé que no había sido prudente, porque, si él no se hubiera retirado, nos habríamos dado un buen golpe y era de figurar que aquellos menores, con la impunidad que saben que tienen, me podrían haber linchado públicamente sin que ningún viandante hiciera nada por un tipo calvo como yo.

Pero no ocurrió eso y aquí estoy, tan feliz.

No sé si fue temeridad o valentía. En cualquier caso, el exceso de prudencia, o sea, la cobardía, siempre me ha parecido más fea que el exceso de valentía, o sea, la temeridad. Los excesos me gustan más que los defectos.

Pero creo que estoy aprendiendo una lección: los problemas que acarrea la valentía son, con mucho, preferibles a los que acarrea la cobardía.

3 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
¡Ha hecho usted bien!
25 neutonios cíclicos.

lolo dijo...

Creo que la prudencia debe ser valiente. Coincido en preferir los excesos. He descubierto hace poco lo de evitar el contacto visual y me ayuda. Pero en estos casos en los que peligra el hombre y la bici... prefiero aplicar otros principios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, gracias. Me siento así más acompañado. 25 neutonios valientes.

Lolo, "la prudencia debe ser valiente" es un aforismo de antología. Y me alegra saber que también has descubierto cómo renunciar a los desafíos sin ser cobarde. También sé que lo ideal habría sido actuar de otro modo, que quizá no habría sido cobardía retirarse, sino inteligencia, porque quienes me quieren no pueden verse privados de mí por haber sido temerario.