domingo, 19 de mayo de 2013

ARGUMENTUM ASTROLOGICUM

Una amiga mía agnóstica y filósofa me ha contado que, la otra noche, en el duermevela, mientras se estaba quedando dormida, sintió un deseo tremendo de dar gracias por todo lo recibido, pero no sabía a quién. Tan grande como su deseo de dar gracias era su dolor por no tener a quien dárselas. Eso de dar las gracias a la vida, que es solo algo y no alguien, no va con ella. Su corazón busca a alguien, pero su razón solo encuentra algo: el universo, que no es nadie ni piensa, que ni siquiera sabe que ella existe y que un día la aplastará sin darse cuenta.

Yo creo que se sintió como la niña de un cuento que, perdida en un bosque oscuro, encuentra de pronto una estrella que la salva de la oscuridad y la lleva al buen refugio del amor, del sentido, de la amistad, del conocimiento. Esa estrella es tan bonita, tan luminosa, tan cálida, tan oportuna, tan salvífica, que el corazón y la intuición le dicen que la ha tenido que poner ahí no el azar, sino un hada, pero, a la vez, la razón le dice que las hadas no existen y es una lástima, porque, si algo desea ella más que nada, es darle las gracias al hada, besarle las manos, tenerla en el corazón, preguntarle por qué arrancó para ella del firmamento una estrella.

La enormidad y la belleza de lo recibido son en nuestro corazón un impulso hacia lo divino. Es el argumentum astrologicum. No es solo la tristeza, el dolor o el desconsuelo lo que, en busca de sentido, nos hace creer en Dios. Lo peor de no creer en Dios es no tener a quien darle las gracias, que decía Chesterton.

Mi amiga, si alguna vez llega a Dios, será por esa vía. Algunos llegaron a Dios cantando y otros llorando. Estos tienen toda mi compasión, pero aquellos mi amistad y mi simpatía. Yo quiero llegar a mis últimos días no como Caín o Job, sino como Adán celebrando a Eva, como Abel tocando el caramillo entre ovejas, como el santo de Asís bailando en los bosques.

15 comentarios:

José M. Martínez dijo...

Hola Jesús, de nuevo por aquí. Eso mismo pasa con la canción de Abba 'Thank you for the music', al final de tanto elogio a la música se quedan sin saber a quién dar las gracias, lo que no deja de ser muy triste para una canción tan bonita. Aquí la letra: http://www.azlyrics.com/lyrics/abba/thankyouforthemusic.html

Álvaro Bernal Quevedo dijo...

Hola Jesús, tu entrada me ha recordado a una conversación que tuve hace poco con un amigo. Mi amigo es creyente y yo soy agnóstico .
Hablamos de Dios, de la razón y de la fe , no nos pusimos de acuerdo pero nos entendimos y nos respetamos. También hablamos de la diferencia entre el ateo y el agnóstico, que en contra de lo que mucha gente cree es importante. El ateo niega, el agnóstico simplemente no cree y a veces incluso deja un hueco para la duda. En mi opinión, si nos ponemos metafísicos el ateo está más cerca del creyente de lo que cree, si pedimos pruebas (hechos manifiestos), las mismas pruebas tiene el creyente para creer que Dios existe que el ateo para negarle; ninguna, porque el tema de Dios es una cuestión de fe y la fe o se tiene o no se tiene, no tiene nada que ver con la ciencia.
Mi amigo me decía que con el agnóstico se puede hablar de estos temas, con el ateo no.
He vivido situaciones muy curiosas cuando me han preguntado por mis creencias y digo que soy agnóstico, los ateos y anticlericales enseguida quieren meterme en su redil, y los católicos más fervientes se suelen sentir incómodos incluso atacados. Me acuerdo aquella película de Stanley Kramer La herencia del viento, sobre todo de la escena final cuando Spencer Tracy dice aquello de "Al fin y al cabo todos necesitamos creer en algo", "todos los hombres tienen un ideal", "personas, amor, un ideal al que agarrarse...". También me he acordado de un libro muy interesante, Con Dios o sin Dios, diálogo entre un agnóstico y un creyente. Un saludo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

José M., esa canción es muy bonita y yo la he cantado muchas veces. Y no había caído en la cuenta de que, cuando uno da las gracias, tiene que dárselas a alguien. Supongo que Abba se las daba a la gente que le había transmitido la música. Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Álvaro, buscaré el libro de Con Dios o sin Dios. A mí me interesan muchísimo las disputas filosóficas entre creyentes y ateos. Dado que solemos ser por estos lares tan temperamentales, es difícil que estas discusiones sean educadas. Yo creo que con el ateo sí se puede hablar de esos temas si no es una persona cristianófoba. Y discrepo ligeramente de tu opinión. Creo que, aunque no hay pruebas definitivas para demostrar la existencia o inexistencia de Dios, sí que hay argumentos racionales (más a favor que en contra) desde que el hombre es hombre. Yo cada vez estoy más convencido de que unas personas son de temperamento más religioso que otras. Cuando una persona naturalmente religiosa llega a ser atea, es muy desgraciada. Pero de eso sería muy largo hablar. Encantado de charlar contigo.

AMPARO dijo...

Yo creo que todas las personas tienen una religión incluso las ateas, que practican la religión de la no-religión. Contemplar la existencia de Dios con los ojos de la razón es tan difícil como intentar usar la razón para explicar un enfado o un alegría inmensa. La fe es un estado puramente emocional y nosotros los hombres necesitamos de emociones como de pan y de agua. Necesitamos amor, seguridad y creer en algo que supera nuestra finitud. Los que lo consiguen realmente son más felices y mejores personas. Esa es mi opinión.

Blimunda dijo...

Comprendo muy bien a tu amiga, Jesús. Pero yo no necesito que sea alguien personal solo necesito sentirlo como antes.
Espero que algún día tu argumentum astrologicum me funcione también a mí.
Y muchos besos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Amparo, has sintetizado muy bien un pensamiento que yo tardo parrafadas en explicar. Solo en algo discrepo de tu razonamiento: creo que la fe en un ser divino no es solo emoción, sino que tiene también su lado racional. La alegría es una emoción, pero la razón puede buscar razones para explicarla. Lo mismo pasa con la fe religiosa: no nace de la razón, pero la razón puede ayudar a sostenerla.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Blimunda, quizá antes lo sentías más intensamente porque era alguien y no algo. De todos modos, cuando te leo, siento que tu gratitud ante el mundo es tanta y te llena tanto, que das la sensación de no necesitar nada más. Ahora veo que sí, que lo necesitas. Mi consejo es que sigas por el camino de la gratitud, el amor y la alegría. Exista o no Dios, ese es el camino. Un beso.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Las creencias deberían servir para ser mejor persona pero cuando se mira alrededor, se le caen a uno los palos del sombraje.
25 neutonios ilumina2.

lolo dijo...

En mi caso ha ayudado la razón después de haber tenido la experiencia de un Dios personal, cercano y amoroso. Antes, poco me aportaban los argumentos racionales, que los hay hasta un punto. Pienso muchas veces que si a Dios pudieramos "entenderle" del todo qué sería de los que no tienen toda la razón por diversos motivos.
Creo que bastan a veces esas pequeñas luces para creer mucho más allá del momento. Dicen que Madre Teresa vivió en crisis de fe mucho tiempo. Cuando se ve claro una vez, ya casi ni la razón necesitas. Tal es la fuerza del don recibido.

Blimunda dijo...

Gracias Cotta.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, pues sí. El comportamiento de cada cual depende en gran parte de las creencias que tenga. Pensar que los que votan a tal partido son malos es una creencia mucho más chungo que pensar que todos somos hermanos y que hemos de procurarnos el bien unos a otros. 25 neutonios estrelleros.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, tu comentario de hoy ha sido precioso. A mí la razón me ayuda tanto como el corazón, porque yo no he tenido esa experiencia intensa que tú has gozado. Sin embargo, he recibido el don, como tú. Un beso.

francisco aranguren dijo...

Hola Jesús, creo misterio y en la poesía, en los finales felices, en el amor más allá de la muerte, en la riqueza de los humildes. Esta noche nos hemos conocido y ahora hablamos de Dios

Jesús Cotta Lobato dijo...

Francisco, en todo eso creo también yo. Esta es la ventaja de los que creemos en todo eso: que en seguida nos ponemos a hablar de asuntos trascendentes, aunque no nos conozcamos.