martes, 7 de mayo de 2013

Me lo contó un cura

“Cuando era párroco en el pueblo, tuve que contratar a unos obreros para arreglar el suelo de la iglesia y yo trabajaba con ellos para que me saliera más barato. Me regalaron un mono y todo el pueblo me veía calle principal arriba, calle principal abajo, con la carretilla acarreando piedras y durante el trayecto las mujeres que iban y venían de la compra me metían billetes en los bolsillos. Cuando acaba la jornada del trabajo, los currantes me esperaban para cobrar y yo me ponía a sacar los billetes del mono y todos los días tuve suficiente para pagarles. Por eso, Jesús, yo creo en los milagros.”

Claro, que lo que no he dicho es que el cura en cuestión es joven y guapo. La belleza siempre ayuda

11 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
¡Acabáramos!
:)
25 neutonios carretilleros.

Anónimo dijo...

Bueno, la belleza y las ganas de trabajar del cura, que guapo y quieto no tendría suelo.

Una bonita historia del lado claro de la Iglesia, de las Iglesias ...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, ya sabemos usted y yo: ¡a ponerse un mono de trabajo y a pasear con la carretilla! 25 neutonios.

Anónimo, sí, sin duda, las ganas de trabajar fueron el material que el cielo utilizó para hacer el milagro. Un saludo.

Juan Carlos Téllez Gracia dijo...

Situaciones como esta nos ayudan a entender que hay que creer en las personas, que es posible encontrar buena gente dispuesta, que merece la pena aportar un granito de arena, que en cualquier rincón del mundo se puede crear la atmósfera necesaria para sentirnos orgullosos de nuestros esfuerzos en común; ahora, lo de los milagros y tal, eso es harina de otro costal con el que la barra de pan queda muy bonita, en fin, pero sin la fuerza ni el significado del cuerpo a cuerpo en el que los hombres encuentran motivos para sentirse felizmente realizados.

Salud.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Clochard, el milagro es el ser humano. Salud, amigo.

lolo dijo...

Ya me gustaría fijarme en otra cosa, pero hay que dar las gracias aquí a quien le regaló el mono al cura. Eso se llama ayudar a la providencia.

Anónimo dijo...

Tiene razón "lolo". Es como Tarzán: sin el mono no sería lo mismo, hay que reconocerlo.

Granito dijo...

Increible que hables de esto pues casualmente acabo de ver en youtube la vida de Pablo Dominguez, un gran sacerdote y pensé: " vaya por Dios, tenía que ser guapo y atractivo", porque desde luego era (que pena lo de "era", pues lo encontré por unas conferencias suyas también en youtube y así me enteré que había fallecido) un gran GRAN hombre.

Si te interesa puedes verlo aqui:

http://www.youtube.com/watch?v=9d2q0R4VfGY

http://www.youtube.com/watch?v=ckVp-TzOJ7c

Saludos.
Pedro

Jesús Cotta Lobato dijo...

Granito, conozco la película. Me impresionó y me conmovió. Me alegra coincidir contigo en la admiración por él. Un abrazo.

AMPARO dijo...

Creo que esta historia nos debería hacer reflexionar sobre cómo la gente es en general muy receptiva cuando alguien decidido pone en marcha un proyecto común. Necesitamos mucho a este tipo de líderes buenos que nos empujen a aunar esfuerzos, a actuar para mejorar las cosas. Tenemos una gran capacidad para la cooperaciòn y casi nunca la aprovechamos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Amparo, nos damos cuenta de ese poder que tenemos cuando nos encontramos con una persona buena y carismática que nos guía sin aprovecharse de nosotros. Esas circunstancias no siempre se dan, pero cuando se dan, ¡qué maravilla!