sábado, 19 de octubre de 2013

Una copa de Haendel

Hoy os dejo con un poema de José María Jurado, un amigo mío que acaba de publicar en la Isla de Siltolá un libro de poesía titulado Una copa de Haendel. Son todos los suyos poemas de versos elegantes, con un retablo de imágenes abundantes y sorprendentes que acaban todas encajando en un fresco sixtino por virtud de la emoción que, como un río caudal, las recorre.

El poeta parece que lleva una mano a un polo, la otra al otro, luego levanta las dos al cielo y coge algo de allí y luego las mete en la tierra más negra y saca otra cosa y, por último, todas esas cosas tan lejanas unas de otras, tan polares, tan extremas, tan terrestres y celestes resulta que no eran tan dispares: eran las que hacían falta para expresar algo que nadie había dicho todavía.

No es este el poema más representativo del libro, pero sí uno de los que más ha calado en mi sensibilidad, porque trata de dos cosas que me gustan y que en el poema se convierten en una:  la guitarra y España. Además, es un homenaje al pintor Juan Gris.

Para tratar de la guitarra, hay que echarle valor después de que nuestro Federico García Lorca la cantara para siempre, y, además, trata de España, un tema difícil entre los españoles que en seguida andan acusándose de patrioteros, los muy tontos. De ambas pruebas sale airoso José María Jurado. Para colmo, le cambia el género a Rocinante y me gusta más que antes.

Gracias por esta copa, José María, y que la beban muchos contigo.

GUITARRA ESPAÑOLA
                                       (Juan Gris)
Ciprés y palisandro,
potrillo de madera taraceada,
clavijero de dientes y cabeza partida,
brida y freno del llanto.
Una azumbre de vino y una baraja rota,
la mano tabernaria sobre las crines tersas,
el relincho cubista de la alborada gris.
Al borde del barranco,
el trémolo del naipe y de la gruta,
al borde del barranco,
el agua clara:
una Alhambra prendida de cristal en las cuerdas,
un manantial punzado por navajas y pitas,
el alma rasgueada de la patria.
Guitarra,
 caballo de los blancos desiertos españoles,
Rocinante vencida que cabalgas
-solitaria y fatal-
bajo la luna.

7 comentarios:

José María JURADO dijo...

Mil gracias, Jesús.

Antónimo dijo...

Hace siglos que no te leo, Jesús. muchas veces me acuerdo de ti, de tus charlas, de tu imgenuidad , tus contradicciones maravillosas, tu alegría. Eres excepconal. Un ser único. Te añoro. Ojalá la vida nos vuelva a reunir. Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

José María, gracias a ti por un libro tan delicado y, a la vez, tan contundente. Un abrazo grande.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Antónimo, tú sí que eres único, un torrente de vitalidad, de risa y siempre con el corazón en la mano. Estoy seguro de que nos vamos a reunir otra vez y ya mismo. Ex corde, tuus amicus.

Dyhego dijo...

Tiene buena pinta.
25 neutonios, don Epifanio.

espe-laveletavarada dijo...

¡¡Es precioso!! Bonita manera de describir una guitarra...
Un abrazo poeta.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, José María Jurado es un poeta de alta cetrería. Mis neutonios.

Esperanza, sí, con este poema la guitarra es mucho más que antes. Un beso de poeta a poeta.