lunes, 12 de enero de 2015

Islamismo e hiperlaicismo

Mucha gente cree que la tolerancia consiste en eliminar de los lugares públicos todo lo que pueda ofender a alguien. En un colegio de Alcalá de Guadaíra, en Sevilla, por ejemplo, un padre ha conseguido que no haya belén esta Navidad ni los niños vistan de pastores, porque todo eso, al ser cristiano, le ofende.

Si la tolerancia fuera eliminar lo que ofende, entonces habría que eliminarlo todo, porque siempre habrá algo que ofenda a alguien y, al final, adiós a la libertad de expresión.

El laicismo, entendido como la prohibición de lo religioso en el ámbito público, es una perversión de la tolerancia, o sea, una intolerancia disfrazada de tolerancia, porque considera intolerante la manifestación de la fe religiosa.

La tolerancia consiste en lo contrario: en tolerar la libertad de expresión del otro.

En ese odio a la libertad de expresión coinciden los terroristas de París con los hiperlaicistas. Ni unos ni otros quieren campanas ni belenes ni crucifijos ni, como nos descuidemos, procesiones de Semana Santa. La diferencia es que los primeros combaten la libertad de expresión para generar una sociedad achantada ante el islamismo radical, y los segundos la combaten para generar una sociedad religiosamente neutra. Pero, en ambos casos, se trata de una sociedad sin libertad, o sea, deshumanizada.

Lo explico mejor El cotidiano

Y aprovecho para promocionar la interpretación lingüística que Almanaque de alacranes hace del verbo Podemos como subjuntivo del verbo podar. ¡Estupendo!

Y he enlazado en el mío del blog de Mario J. Muñoz Seca Al puro levante, para quien quiera conocerlo y levantarse.

8 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:

"En ese odio a la libertad de expresión coinciden los terroristas de París con los hiperlaicistas."

No puedo estar de acuerdo con usted. Los terroristas de París han matado a periodistas, policías y civiles llevados por su intransigencia y su locura. Sus manos están manchadas de sangre. Y mataron cobardemente, a traición.
No entiendo cómo puede hacer usted ese paralelismo.

Creo que los símbolos religiosos deben ir desapareciendo poco a poco de los espacios públicos. Particularmente no me opongo a poner un belén en el instituto, pero llegado el caso, insistiría en que la laicidad se cumpliese al pie de la letra.

25 neutonios expresivos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lo siento, don Dyhego, pero eso es lo que pienso: que el odio a la libertad de expresión lo comparten unos y otros. Lo que ocurre es que unos llevan su odio al último extremo y los otros lo disfrazan de tolerancia.
Y si a usted no le molesta el belén en un instituto, no es un hiperlaicista y no tiene que darse por aludido.
Sigo sin entender cómo tiene tan buena fama el laicismo en vez de la libertad.
25 neutonios libres

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
El "laicismo" tiene buena prensa porque intenta crear un espacio neutral en el que sentirse "libres" e "iguales".
25 neutonios iguales.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Iguales sí, pero libres no. Libertad e igualdad son muchas veces incompatibles. Yo apuesto siempre por la libertad, siempre que no atente contra los derechos humanos. Los partidarios de la libertad siempre tienen razón.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
¿Me he quedado sin neutonios?

El laicismo, entiendo yo, sólo pretende regularizar las simbologías religiosas en los espacios comunes.
Un buda, un crucifijo, etc, no tiene por qué presidir una oficina, una clase, un ayuntamiento o un parlamento.

25 neutonios amistosos.

:)

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, reciba primero los neutonios más simpáticos por el comentario anterior, que se me olvidó incluirlos. Estaba yo contento rematando el comentario con una frase lapidaria y me olvidé de los buenos neutonios que nos damos los amigos.
Y, bueno, yo creo más en la aconfesionalidad que en el laicismo. La aconfesionalidad, tal como la entiendo, consiste en que no hay religión oficial y, por tanto, no se puede obligara nadie a practicar una religión concreta ni premiarla o castigarla por ello. Y ahí se acaba la cosa. De ahí no se deduce que no pueda haber un crucifijo presidiendo el Parlamento si ese crucifijo representa el sentir de la mayoría de la población. Esa es la diferencia entre la aconfesionalidad el laicismo: la primera no obliga, pero no prohíbe, mientras que el laicismo no se contenta con no obligar, sino que además prohíbe.
Y ahora reciba 25 neutonios ex corde

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
"Aconfesionalidad" y "laicismo" tienen significados tan próximos que no termino yo muy bien de discernir uno y otro.
"Aconfesional" es el estado que no se decanta por ninguna religión.
"Laico" es el estado que separa el ámbito religioso del ámbito político.

Creo que un estado "aconfesional" debe ser necesariamente "laico" (y viceversa) si no, se daría una contradicción difícil de creer.

Creo que lo normal y lógico es ir hacia un estado "laico".

25 neutonios amistosos, por supuesto.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, no es lo mismo. Un Estado laico es por ejemplo Francia, pero aconfesional es España. Lo que ocurre es que el laicismo es un movimiento con mucha fuerza aquí que trata de retirar los tradicionales símbolos religiosos de escuelas, hospitales e instituciones.
25 neutonios nocturnos