jueves, 24 de mayo de 2018

Jubilados, adolescentes y cíclopes

Estaba leyendo con mis alumnos el episodio del cíclope de la Odisea en el salón de actos de mi instituto cuando entraron varios jubilados a montar el escenario de la obra que iban a representar esa tarde y, al vernos, se sentaron con todo respeto a atender a la clase. Les dejé varios ejemplares para que pudieran leer con nosotros y les tocó leer fragmentos como a todos.

Cuando intervenía Polifemo, pedí a todos los varones de la clase que leyeran como un solo hombre. Adolescentes y jubilados alzaron la voz al unísono y creo que, allá en los Campos Elíseos, a Polifemo le ha gustado nuestra interpretación.

Uno de los jubilados nos explicó por qué Polifemo se veía obligado a dejar salir de la cueva a las ovejas por la mañana, aunque con ello se arriesgaba a que se le escaparan Odiseo y sus hombres.

Si vierais con qué respeto tomaban estos señores el libro en sus manos y atendían a mis palabras, con qué compostura adolescente se sentaban y qué aplicados eran al leer.

En la curiosidad intelectual de estos señores, en el respeto al libro, a Homero, al profesor y al instituto, han descubierto mis alumnos qué importante es lo que estábamos haciendo, qué detalle ha tenido Homero con nosotros al darnos sus sirenas y sus cíclopes y qué poco importan con él las diferencias de edad.


4 comentarios:

Nyx dijo...

¡Qué chulo tiene que haber quedado! Detalles como ése son los que dan vidilla, alegría y sentido al trabajo de un docente. Enhorabuena por haber logrado esa maravillosa simbiosis intergeneracional.

Nyx dijo...

Cuando estaba en la universidad, el profesor de una asignatura sobre la República romana (estudié Historia) nos hizo leer "La Eneida" y luego hicimos una actividad consistente en que varios alumnos (voluntarios o, si no los había, designados por el profesor) tenían que contar al resto el argumento de los cantos que componen la obra, un canto cada uno. Me ofrecí voluntaria para relatar el sexto, el de Eneas en el infierno, que era mi favorito. Lo pasé en grande en aquella clase. Recuerdo que, además, el profesor nos había proporcionado una lista bastante restringida de ediciones a las que podíamos recurrir; si escogíamos otra que no estuviese en la lista, debíamos pasarnos por su despacho para que nos diera el visto bueno: no quería adaptaciones ni sucedáneos, sino que leyésemos versiones rigurosas, aunque afortunadamente no en latín (confieso que lo habría pasado mal). Un saludo y hoy, comentario doble.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Nyx, te alabo el gusto con ese canto. Precisamente una alumna mía ha hecho un trabajo sobre las diferencias entre las almas que nos presenta Homero en el descenso de Odiseo a los infiernos y las almas que nos presenta Virgilio en el de Eneas.

De todas las cosas que se escriben en literatura el descensus ad inferos me parece con creces la más impactante. Un saludo.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
hace unos meses, el profesor de Clásicas de mi centro dedicó una recreo a la lectura de un capítulo de la Ilíada y no sé cómo se las ingenió, acabé leyendo un par de páginas.
25 neutonios.