"Como en sueños ni el que persigue puede alcanzar al perseguido, ni éste huir de aquél; de igual manera, ni Aquiles con sus pies podía dar alcance á Héctor, ni Héctor escapar de Aquiles. ¿Y cómo Héctor se hubiera librado entonces de la muerte que le estaba destinada, si Apolo, acercándosele por la postrera y última vez, no le hubiese dado fuerzas y agilitado sus rodillas?"
Cuántas veces he soñado que no acabo de escapar de un perseguidor que no acaba de atraparme. Hace dos mil ochocientos años los hombres soñaban lo mismo, como parece indicar el símil del que nuestro maravilloso Homero echa mano para ilustrar cómo perseguía Aquiles "de pies ligeros" a Héctor "de tremolante casco". Cuando veo que un perro dormido se remueve en sueños, ¿no estará soñando que lo persiguen? Debe ser un sueño muy primario y universal. A los niños, en cuanto echan a andar, les chiflan los juegos de las persecuciones, como a los adultos las películas de persecuciones.
Tras el símil, Homero pasa del mundo de los sueños a la realidad, que es el terreno natural donde intervienen hombres y dioses. Ahí es donde Apolo, "el que hiere de lejos", toca las piernas de Héctor para transmitirle un plus de vigor e impedir su desfallecimiento. Los dioses no niegan ni suprimen las leyes naturales, sino que se añaden a ellas, y tampoco suprimen la libertad humana, sino que la inspiran.
¿Cómo no voy en clase a leer a Homero subido a la mesa?
2 comentarios:
Don Epifanio:
¡cómo me gustaría ser su alumno!
25 neutonios griegos.
Y cómo me gustaría a mí ser su profe, y luego intercambiaríamos los papeles.
25 neutonios homéricos
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