Hace unos años, un anónimo se dedicó a insultarme grosera y reiteradamente en las redes, hasta que consiguió lo que quería, y hoy me han llegado tres noticias respecto a ese asunto.
La primera es la identidad de esa persona: alguien que traté en el mundillo literario, que me regaló y dedicó un libro suyo y que murió poco después del modo más inesperado. Recuerdo que me impactó la noticia de su muerte, porque era de mi misma edad, y que recé por él.
La segunda es que en una conversación entre escritores se dedicó por lo visto a ponerme de vuelta y media hasta que a un amigo mío, también escritor, se le hincharon las narices y lo agarró por la solapa y le calló la boca.
La tercera es que, buscando alguna esquela suya por las redes, me he enterado de que le encantaba Franco Battiato. ¡Con lo que a mí me gusta Battiato! ¡Lo que nos hubiéramos entendido de haberlo sabido los dos!
Ahora que me he enterado de esas tres cosas, no dejo de pensar qué frágil es nuestra vida, cuánta importancia le di yo a sus insultos y con qué ferocidad él se dedicó a ellos y con qué contundencia e indiferencia el tiempo echa tierra por encima y a él le ha quitado la vida y a mí el rencor. Es la maldita ideología la que nos hace creer que lo importante de cada uno es la mano con que vota cada cuatro años y no, por ejemplo, el cantante que llevo yo en el corazón y en los oídos casi todos los días de mi vida.
Allí donde estés, amigo, hazme un hueco en la tertulia, a ser posible, al lado de Homero, Novalis y san Juan de la Cruz.
2 comentarios:
Don Epifanio:
me parece una pérdida de tiempo y una mezquindad ponerse a criticar en las redes sociales a un colega de profesión. Pero entiendo que hay gente que vive del odio.
Pero ha despertado usted mi curiosidad malsana y cotilla.
25 neutonios intriga2.
Es usted como yo un cottilla. 25 neuttonios
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