lunes, 27 de julio de 2020

Érase una vez un hombre

Esto es un hombre de cuarenta años siervo de su trabajo y sus manías. Nadie lo invita a una barbacoa y pasa los domingos viendo porno.

No conoce su nombre la mujer que recibe su semen previo pago. Sus padres ya murieron. Y no sabe ganarse a su sobrino el día de Reyes.

Sin nadie que le diga si ese traje le queda bien o mal sube a su coche, que limpia cada día, y va al gimnasio; luego a tiendas de ropa y electrónica.

No cree en el amor ni en Dios ni en nada más que en su colección de minerales que llenan un vacío sin luz ni eco con cientos de cajitas en vitrinas.

No sabe aún que dentro de diez días entrará una mujer por esa puerta y él beberá los vientos y su boca y llegará por fin tarde al trabajo.

En vez de minerales habrá flores y sábanas muy limpias en su vida. Le mancharán de caramelo el coche dos niñas parecidas a su padre que en traje de primera comunión le pedirán a Dios un hermanito.

3 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
un hombre con suerte, aunque eso de tener un hijo por ahí sin saber quien resulta un poco inquietante.
25 neutonios suertu2.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, se ve que no me he explicado bien, porque lo que yo quería decir es que las hijas de las que hablo son las que él va a tener con la mujer que ha entrado en su casa. 25 neutonios veraniegos

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
mi comentario iba sobre el detalle de que este señor había donado su semen y, por lo tanto, es de suponer que tenga hijos "por ahí". Cuando tenga sus "propias" hijas, creo que se acordará de los "hijos suyos" que quizá no conocerá.
¡Se había explicado usted bien y todo está en su texto!
25 neutonios paternales.