Es una sensación inquietante no ver las bocas de mis alumnos. Ahora son solo ojos mirándome. Si hago un chiste o una gracieta, solo por el brillo de los ojos puedo ver si se han reído o no. Me he dado cuenta de que como no puedo transmitir gestos con la cara, acabo gesticulando más y moviendo más los brazos.
Cuando un alumno se quita la mascarilla un momento para beber agua y le puedo ver la cara, es para mí todo un acontecimiento: de repente ese rostro me descubre un misterio como el de su alma. Lo increíble es que casi siempre las bocas me sorprenden. No eran la que yo me esperaba para aquellos ojos.
El primer día de clase, cuando me presenté, me quité la mascarilla cinco segundos para que todos pudieran ver la cara del nuevo profesor que les había caído en suerte ese año. Y solo cuando me desenmascaré recordé que esa mañana no me había afeitado. “Total”, pensé antes de ir a clase, “si no me van a ver la cara”. Gran error. Un calvo sin afeitar es la primera impresión que les he dado, y nunca se tiene una segunda oportunidad de dar una buena primera impresión.
Y cuando voy a repartir una fotocopia, me desinfecto las manos y paso con el lote de hojas para que cada uno coja la suya, como si estuviera repartiendo pastelitos.
Solo una cosa buena tiene la mascarilla: me obliga a hablar más despacio, a vocalizar myy bien, a pensar mejor las frases que voy a decir.
Hoy empezaré la clase con esta máxima:
Ad astra, per ardua.
6 comentarios:
Jesús ayer me pasó algo parecido. Tenía el tiempo justo para ducharme antes de ir a misa y decidí no afeitarme, en mi caso recortarme la barba y darme un repaso de cuchilla, ya que con la mascarilla no se ve. Al leerte he caído en que Dios si me veía.
Don Epifanio:
es raro verle a la gente sólo los ojos.
Salu2 oculares.
Por Dios, hay algo que todavia no encaja con la gravedad de la pandemia: La clase deberia ser VIRTUAL, atravs de una pantalla de computador.
Pero bien, ahora el lio, es manejar la mascarilla, pues esta es como una especie de articulo ultrapersonal, hay que lavarla, si no es desechable, y si uno la lava se va destruyendo rapidamente, por tanto hay que tener 100 mascarillas.
Y cada mascarilla con un patron diferente... a menos que uno elija un color:
La mascarilla siempre, pero siempre sera Negra (o azul).
Y bajo ninguna circunstancia se debe quitar.
(es por seguridad)
Vicente, caray, qué finura de espíritu, como la de los que hacían preciosas las cubiertas de las catedrales, para que Dios las viese. Un abrazo
Don Diego, me cuesta ahora el doble aprenderme los nombres de mis alumnos. 25 neutonios desenmascarados
Hugo, tengo tal exceso de información al respecto, que ya no sé qué es mejor: si la precaución de la mascarilla o si la precaución de las clases telemáticas. Un saludo
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