sábado, 17 de octubre de 2020

Lo que me pasó en un coche

Lo cuento exactamente tal como me pasó. Aquí, en Posmodernia:

5 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído el artículo. Y he de decir que me asombra (no, no me asombra; ya está uno acostumbrado) que en ningún momento se sugiera en él que la intolerancia puede darse, y se da, igualmente (yo diría que bastante más), entre quienes no son "progresistas", sino todo lo contrario. Porque la intolerancia, como es o debiera ser obvio, nada tiene que ver con posturas políticas, sino con actitudes personales. Y esa idea de "verdades" intangibles, que llevan a la hoguera (y no siempre metafóricamente) a quien ose discutirlas, ¿de veras no la ha visto usted nunca nada más que en el "progresismo"? Pues si es así, que no las ve, no crea que eso se deba a otra cosa que, precisamente, una ceguera ideológicamente inducida.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
creo que el ejemplo que usted expone refleja un comportamiento irascible, prepotente, maleducado e intransigente, que no tiene nada que ver ni con la religión ni con la ideología.
Sigo pensando que que la religión o la ideología más pacífica puede convertirse en mortífera en manos de gente como el citado "conductor".
25 neutonios mansos.

Domingo Vallejo dijo...

Don Jesús: Sabía que en los viajes de ida y vuelta se había fraguado claustros, negocios, y hasta matrimonios, pero no discursiones con riesgo de que le dejaran a uno tirado en la carretera. Me alegro de que el suceso le haya permitido tan buena reflexión. Gracias

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Diego, la religión, la ideología, el deporte, las herencias, los celos... cualquier razón legitima al prepotente para echarnos de su coche. Reciba usted mis más sinceros neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Domingo, como yo tampoco lo sabía, me pilló de improviso. Gracias y que pase usted los mejores días pese a la pandemia.