lunes, 16 de noviembre de 2020

Salir del otro armario

 

Esto era una chica de unos dieciocho años que aprendió del ambiente, del instituto, de las series de televisión y de casi todo el mundo que una chica debe experimentar sexualmente con unos y con otras para conocerse y lograr su realización. Pero he aquí que esa vida de encamarse fácilmente tan pronto le hacía concebir las mayores esperanzas de felicidad como la hacía llorar todas las noches, por no decir que los padres ya no sabían cómo explicarle que ese no era el mejor modo de encontrar el amor, sino el desamor. Pero el espejismo que el sexo provoca con cada nuevo enamoramiento es superior a todas las razones. 

Entonces pasó que la chica comenzó a trabajar como monitora en un colegio religioso y allí, tras un año de catequesis, deseó bautizarse, confesarse, comulgar y confirmarse, todo en el mismo día. Dejó de acostarse con unos y con otros y estaba más contenta, porque ahora no hacía lo que le apetecía, sino lo que quería. El padre fue a regañadientes a la ceremonia. No hacía más que decir que los curas le habían comido el coco. ¿Y cuando era promiscua y desgraciada no tenía el coco comido por otros? La hija ha salido del otro armario y el padre aún no lo sabe.

9 comentarios:

Vicente dijo...

Resulta curioso, Jesús, la facilidad que se admiten determinadas opciones de las personas, en lo sexual, alimentario, etc, sean más o menos extravagantes y lo que cuesta aceptar que alguien opte por lo que durante mucho tiempo hacía la mayoría. Tengo unos conocidos, padres de cinco hijos y uno de ellos colgó su carrera de arquitecto para irse a la Cartuja. Sus padres lo llevaron mal, casi lo veían en una secta, pero pasado un tiempo y cuando ven a tres de sus hijos divorciados, más o menos bien, se plantean si el primero, acaso no eligió la mejor parte, como María, la hermana de Lázaro, aunque ellos no lo sepan. Un abrazo

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
no me gustaría nada que mis hijos se metieran a curas, la verdad. Aunque a políticos tampoco, claro.
En fin, que se ganen la vida honradamente y que sean felices, es lo que quiero.
25 neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Vicente, ese estupor lo comparto contigo. Lo que antes se veía como la opción más sensata empieza a verse ahora casi como algo para que lo estudio el psicólogo. Yo creo que en estos días hay una idea de una fuerza descomunal: los placeres son la mejor manera de medir si tu vida está valiendo la pena. Desde esa idea, la opción de esta chica no se entiende. Un abrazo grande.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Diego, ha estado ahí usted muy socrático: que sean honrados, y la felicidad les vendrá por añadidura, se hagan curas o cocineros. 25 neutonios honrados y felices

Nyx dijo...

A veces tengo la triste sensación de que no falta mucho para que cualquier atisbo de vida espiritual sea considerado una enfermedad mental.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Nyx, creo que algunos ya lo creen así, pero tienen en su contra la sed de Dios que está en todos o en casi todos los corazones y los avatares de la propia vida, que se encargan de dejarnos claro que sin vida espiritual no hay sino tragedia.

Nyx dijo...

Gracias por tu esperanzador comentario.

Anónimo dijo...

Nyx dijo...
"A veces tengo la triste sensación de que no falta mucho para que cualquier atisbo de vida espiritual sea considerado una enfermedad mental."

Es muy probable porque ya está ocurriendo. Pero, si llegara el caso, en el mundo habrá entonces cientos o miles de millones de locos que tomarán el mando.

La huella que puso Dios, no la quita el hombre. Recordemos cómo apareció -porque nunca se fue- la fe entre los rusos cuando cayó la dictadura que la 'prohibía'.

Animoso -de ánima- saludo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Anónimo, es curioso: esa misma idea la intentaba exponer yo (aunque con menos brillantez que usted) el otro día a un grupo de amigos: después de que la URSS se esforzara durante tantos años y con tanta violencia por arrancar a Dios del corazón de los sufridos rusos, he aquí que la Madre Rusia es la reserva espiritual de Europa. Reciba usted mi más cordial saludo.