viernes, 1 de marzo de 2024

El cura tartamudo

El  pasado 11 de febrero fui a una misa en Madrid y el cura era tartamudo, pero con un rasgo muy curioso: no repetía ni una sola sílaba, ni una sola vocal, porque resolvía el encasquillamiento por dentro; sólo se le entrecortaba la voz un poco. No parecía desde luego haber seguido el consejo de un logopeda, sino su propio instinto, para evitar a toda costa encasquillarse en una palabra en pleno sermón. Tenía además una voz preciosa, cálida y vibrante. Pero lo que más me impresionó fue que, en el momento de la consagración, pronunció las palabras con una fluidez sagrada, sin un solo encasquillamiento ni por dentro ni por fuera, como si el Cielo lo lloviera de gracia y como si la gracia fuera una sobrenaturaleza sobreponiéndose a la naturaleza. Y, pronunciadas las sagradas palabras, volvió a su tartamudez. 

Es cierto que los tartamudos, cuando cantan, cuentan o rezan, no tartamudean, porque el sonsonete y el ritmo los hace cantar, no hablar; pero él, durante la Consagración, no salmodió ni cantó ni silabeó, sino que sencillamente, por primera y única vez en la misa, habló como hablaría él si no fuera tartamudo.

3 comentarios:

Vicente dijo...

Muy bonita entrada, Jesús, y con mucha enjundia teológica. Mi mujer tiene una compañera de trabajo tartamuda, pero los tacos..... los suelta del tirón. Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Vicente, ¡otra excepción a la lista! NO tartamudean cuando cantan, cuentan, rezan y dicen tacos. Un abrazo grande

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
gracias por la anécdota.
25 neutonios cantarines.